Perdiendo la virginidad al tener sexo con abuelo de mi amiga

Mis amigas me llaman loca, yo simplemente creo que tengo gustos diferentes, ni mejores ni peores, pero si diferentes. Así fue como perdí la virginidad al tener sexo con abuelo de mi amiga. Espero os guste este relato erótico.

Después de cumplir los 18 años y aunque a estas alturas os parezca mentira, era virgen, o mejor dicho, lo era, antes de conocer al abuelo de mi mejor amiga.

Como todos los días salimos de clase a eso de las 15 horas, nos dirigimos todas al bar de turno para tomarnos un merecido pincho y una fresquita coca cola, entre risas y conversaciones típicas de las chicas de nuestra edad, empezamos a hablar de sexo, a Lucía le gustan yogurines, como nosotras, Marta prefiere chicos de treinta y tantos.

Y yo, que os voy a contar yo, me gustan los hombres maduros, siento una atracción irresistible por los hombres con experiencia, con edad suficiente como para ser mis abuelos o como en este caso, el abuelo de mi amiga Carmen, el hombre que estaba sentado dos mesas más atrás y que no dejaba de escuchar nuestra conversación con una pícara sonrisa en la cara.

Un hombre de sus 62 años pero de muy buen ver, nada de barrigas cerveceras, un hombre alto y fuerte, muy atractivo, en su día fue un galán y quien tuvo, retuvo, no cabe duda de que ese hombre las enloquecía en su día, tanto como a mi ahora pensando en su sabiduría sexual.

Me levanto de la mesa y me dirijo a la barra para pagar la ronda, en ese momento noto que un hombre se acerca por mi espalda, con voz grave y profunda me pregunta por su nieta Carmen, si, era él, era el hombre que tanto me excitaba y que había estado atento a nuestra interesante y pervertida conversación.

Rápidamente me di cuenta de que no se había acercado a mi con la intención de saber porque su nieta no estaba con nosotras aquella tarde, lo hacía porque se había excitado al escuchar mis preferencias sexuales con los hombres de su edad.

El abuelo (así lo llamaré para evitar que sea reconocido), sin dudarlo dos veces y con descaro, me ofreció ir a su casa, yo me sonrojé y por un momento dudé de acompañarle, tenía miedo de que alguien nos pillara juntos y mi reputación se fuera al traste. Pero por otra parte tenía ante mi la oportunidad perfecta para comprobar si mis sueños húmedos eran los acertados y mis preferencias sexuales estaban bien encaminadas, esperé a que mis amigas salieran del bar y me subí a su coche.

Llegamos a su casa y mientras subía las escaleras me dio una palmada en el culito, era un hombre directo y parecía algo pervertido, nada que ver con las tonterías de besuqueos de los chicos de mi edad, aquel abuelo sabía lo que quería y no perdía el tiempo en tonterías.

Entramos a su cuarto, una habitación desordenada y llena de fotos de su familia, yo estaba de pie y algo acobardada, tenía la sensación de que había tentado a la suerte y de que el abuelo podía hacerme cualquier cosa, a mi, con mi delicado y pequeño cuerpo, aquel hombre de 1,85 de estatura y brazos fuerzes y fornidos, ¿donde me había metido?…. iba a tener sexo con el abuelo de mejor amiga!

Pero todo cambió cuando me dijo que me sentase junto a él sobre la cama, me tranquilizó y me dijo que no haríamos nada que yo no quisiera, que no era un viejo pervertido y que solo sentía una fuerte atracción por mi, por mi juventud y por mi dulzura, me explicó que un hombre de su edad se siente solo y me mostró mucha ternura, tanta que lo besé, lo besé una y otra vez hasta que empecé a excitarme y a notar como mi virgen flor se humedecía.

Entonces el abuelo me quitó los pantalones, bajó mis braguitas y empezó a comer mi dulce rosita con mucho esmero y delicadeza, parecía disfrutar del sabor de mi conejito y de mis finos labios vaginales.

Yo sentía mucho placer, aquello no era comparable con mis masturbaciones, era un placer mucho más intenso, me quité toda la ropa lanzándola al suelo y me subí sobre el abuelo, bajé su pantalón y pidiéndole calma agarré su duro y grueso miembro introduciéndolo lentamente en mi peludo y húmedo coñito.

Le costaba entrar, el dolor se entremezclaba con mi excitación, estaba siendo desvirgada por aquel hombre mayor, mi himen se partió como parte un pétalo de flor, no hubo sangre, todo fue mejor de lo que había imaginado, en pocos segundos el dolor desapareció y solo podía sentir el placer de aquel pollón en mi interior.

sexo con abuelo de mi amigaCabalgué sobre él como si fuera una auténtica amazona, olvidando que era el abuelo de mi mejor amiga, solo quería disfrutar el momento, sentir el placer de su miembro y de sus fuertes manos agarrando mis nalgas mientras me penetraba.

Entonces él se levantó, me agarró entre sus brazos y me sentó sobre su polla clavándome hasta lo más profundo, yo movía mi cadera para sentir el miembro dentro de mí mientras le besaba y rodeaba su cintura con mis piernas.

Me tumbó sobre la cama y levantando mis piernas hasta ponerlas detrás de mi cabeza, ahora agradezco mis buenas notas en clase de gimnasia, clavó su tremendo rabo en mi coñito y apretó con fuerza una y otra vez hasta que me corrí de puro placer.

Solo me quedaba una cosa por hacer, chupar aquel grueso mango duro y sentirlo dentro de mi boquita, darle unos buenos lametazos con mi lengua con piercing y que sintiera él el placer de una joven mamada, la chupada de polla de una chica de 18 años que podría ser su nieta y acababa de ser desvirgada y que enloquecía con aquel duro pene maduro.

Sabía que estaba a punto de correrse, sus gemidos le delataban, entonces agarré firmemente su pene con mis dos manos y lo descargué sobre mi cara, nunca había sentido el calor del semen recorriendo mi tersa piel, me gustó sentirme un poco guarrilla emulando a las actrices porno en sus escenas, tenía tanta excitación que solo me faltó probar el sexo anal, estoy segura de que la próxima le entregaré mi culito para que haga lo que más desee, yo solo quiero volver a disfrutar con su maduro pollón.

Relato anónimo de sexo con abuelo

Imagen solo para propósitos ilustrativos…

 

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