Mi relación de pareja con Eduardo se deshizo tan lentamente que tardé más de lo aconsejado en terminar mis días junto a él.
Es que todo había sido tan perfecto en los primeros días, yo era joven, madre de una niña en un embarazo no buscado, de una noche de fiestas, sola, sin protección y el pareció ser el indicado, me enamoré como de nadie me había enamorado y creí encontrar en el un padre para mi pequeña.
Y Eduardo me aceptó como era, a mí, y a la pequeña Lurdes.
Pasaron los días, los meses, los años, y lentamente el cielo cambió al infierno, nos transformamos en extraños, en desconocidos, discutíamos día y noche, por un tema, por otro.
Me negaba a ver lo que era obvio, Lurdes ya tenía diez años y mi pareja la trataba de una forma no convencional, era más que el trato de padre a una hija, y empezaron mis planteos, según el infundados, pero él estaba pasando la línea, discutimos, una vez más, levanté mi voz y él levantó su mano.
No había retorno, sabía que si lo perdonaba solo le daría pie para que volviera a golpearme, otra vez, y otra, y que Lurdes perdiera su inocencia engañada por un bastardo.
Al caer la tarde, cuando él no estaba, preparé un par de valijas, todo el dinero disponible y fui con la pequeña a la estación de ómnibus, no sabía qué hacer, donde ir, estaba perdida, solo sabía que debía alejarme para siempre de ese lugar.
Miré la cartelera de anuncios de viajes, era solo azar, no tenía nada en mente, ni siquiera sabía dónde ir, pero algo me dijo que San Rafael sería un buen destino, no soy creyente, pero el nombre de un santo me dio un poco de fe, un poco de fuerzas.
Saqué los pasajes y fui por unos emparedados y unas gaseosas, para no viajar con el estómago vacío, la noche sería demasiado larga y mi pequeña no entendía demasiado.
Nos sentamos a esperar el coche que aún no llegaba, miré al paisaje, los alrededores, las personas yendo y viniendo, tratando de descifrar cada historia, cada vida.
En el banco contiguo un joven llamó mi atención, rubio, de raya a un lado, cabello corto, con delgados lentes de aumento, vestía impecable, con abrigo gris que llegaba a sus rodillas, zapatos lustrados, preciosos, noté sus manos grandes, sus dedos se movían con velocidad mientras repiqueteaba en el teclado de una notebook que descansaba sobre sus muslos, se lo veía muy concentrado en lo que hacía, al punto de abstraerse del entorno y no notar la forma en que yo lo miraba.
Parecía de unos treinta y pico, un poco mayor que yo, y tenía un aire intelectual, prolijamente afeitado y con una fragancia muy masculina que se me hacía muy rica. A un costado, descansaba un ataché y un pequeño bolso de mano.
Minutos más tarde llegaría nuestro micro, él, aun sin notar que yo lo observaba guardó sus lentes de aumento y dio su trabajo por terminado guardando la notebook en el ataché.
Fuimos a dejar las valijas en la bodega y subimos por nuestros asientos.
Me senté del lado de la ventanilla y Lurdes sobre el pasillo y vimos como poco a poco el ómnibus se llenaba, y también subió el buscando su asiento, el destino quiso que se sentara junto a mi hija, pasillo de por medio.
Emprendimos el viaje y el joven sacó de su ataché una tablet, y Lourdes con la inocencia de una niña de diez años empezó a interesarse mucho en lo que hacía nuestro vecino, como un niño que quiere un dulce, al punto de llegar a ser molesta, por lo que tuve que llamarle la atención discretamente.
El muchacho, que no ignoraba lo que pasaba, se sonrió y me dijo que estaba bien, que no había problema, que no la reprendiera, que él tenía una niña de su misma edad, le preguntó cómo se llamaba y le dijo muy formal, ‘encantado Lurdes, mi nombre es Fernando, pero me llaman Nano, y tu hermanita se llama…’
Así cerró la frase levantando su mirada hacia mis ojos, me sacó una sonrisa por el halago y así empezó una charla improvisada.
Cuando Lourdes se durmió, la cargué en mi falda y Nano se sentó a mi lado, hablamos en voz baja para no molestar al resto del pasaje, le conté toda mi vida, y el la suya, vivía en San Rafael, era ingeniero mecánico y se ganaba la vida en asesorías industriales a lo largo y ancho del país, era divorciado, sus prolongadas ausencias de su hogar habían jugado en contra a su matrimonio, pero me dijo que tenía una excelente relación con Brenda, su ex, que era una excelente madre y que podía confiarle a Nataly, su pequeña de nueve años sin ningún problema. También me confesó que raramente viajaba en micro, siempre estaba arriba de un avión, solo que no había vuelos disponibles hasta en dos días
Nuestro destino nos sorprendió con los primeros rayos del sol, aun conversando con ese apuesto joven de mirada profunda, bajamos del coche, el insistió para cargar a Lourdes en sus brazos, quien dormía plácidamente, en lo que sería el principio de una nueva relación.
Nano se portó muy bien conmigo, mi nuevo ángel protector, demasiadas coincidencias, justo partir esa tarde, justo elegir San Rafael, justo cruzarme con Nano, justo que no consiguiera un vuelo, justo su asiento contiguo al nuestro.
El me ayudó, y mucho por solo haber compartido horas de viaje, me aconsejó donde hospedarnos, luego a elegir un departamento para empezar, y también un empleo a media jornada, también me dio una mano con el colegio de mi hija y pronto la amistad llegaría a calar profundo, demasiado profundo.
Me estaba endulzando con mi nueva vida, y también me di cuenta de que me estaba enamorando, Nano era demasiado perfecto para ser real y temí acostumbrarme a él, a su protección, a que estuviera siempre a mi lado, y justamente esa, sería la próxima jugada del destino.
Nano me llamó para decirme que se ausentaría unos quince días, un viaje al sur, era su trabajo, era su vida, y a pesar de que aún no teníamos nada en concreto sentí que un poco se me partía el corazón, él era mi todo en San Rafael, así que le dije que viniera a cenar, que prepararía algo rico para despedirlo, además Lurdes la pasaba muy bien con él y seguro estaría contenta con su compañía.
Cuando caía el sol ya tenía toda la cena en marcha, una carne mechada al horno, con papas y verduras, mi hija había preparado unas cremas heladas que ya descansaban en el freezer, cuando llegó el momento de prepararme para él.
Fui por una ducha para quitarme el ‘olor a cocina’ que tenía impregnado, me sequé el cabello y preferí dejármelo suelto, es que siempre lo usaba recogido y no creí recordar que el me viera alguna vez así, al natural.
Confieso con soy una chica común y corriente, no me considero fea, pero tampoco soy una bomba sexual, no me agrada maquillarme demasiado, ni llenarme de alhajas, ni saber provocar con mis ropas, Nano me había conocido así y así me presentaría para él.
Me puse una tanga discreta, con transparencias, bordados y calados por si las cosas terminaban como pensaba que terminarían, y un vestido suelto a media pierna, lo suficiente para sentirme bonita, con finos breteles para dejarle notar con no llevaba sostén por debajo y unas botitas con tacos discretos.
Mi hija me vio y me dijo
Mami! estás muy bonita! cuando llega tu novio? – con marcada picardía en su rostro –
Ja ja! no es mi novio! – respondí minimizando algo que caía de maduro –
Nano no tardó en llegar, lo recibí, estaba impecable como siempre, perfumado, con una botella de vino entre sus manos, me estiré en puntas de pies para besarlo en la mejilla, pero el buscó de ir más lejos y nuestras comisuras de labios se cruzaron como por accidente. Mi pequeña interrumpió el encuentro para colgarse del cuello de nuestro invitado, como solía hacer.
Fuimos a la cocina, Lourdes abusaba de la paciencia de Nano y él se mostraba con ella como el padre que nunca tuvo, ella le contaba de sus cosas y cuando me descuidé, me lo había robado, estaban los dos jugando con la play, mientras yo solo había quedado al margen.
Cenamos, comimos el postre, charlamos, otra vuelta de play y Lourdes poco a poco se fue entregando al sueño que la invadía, la llevamos a su cuarto y ya nos quedamos a solas.
Le dije que me esperara, que iría a preparar un poco de café, fui a la cocina y mis pecados me invadían poco a poco, Nano me sorprendió, no lo sentí llegar, sus grandes manos me tomaron por los hombros y sentí como su cuerpo se pegaba al mío, por detrás, no dije, nada, me encantaba, cerré los ojos y me deja llevar, tiré mi cola para atrás y sentí su sexo refregarse en ella, me sentí mojar, las manos de mi amante se habían colado bajo mis brazos y me acariciaban las tetas por sobre el vestido, me mordí lo labios tratando de aguantar, pero era imposible.
Giré sobre mi eje y me puse frente a frente, me estiré para besarlo y nuestros labios se fundieron en uno solo, mi lengua invadió su boca y la suya la mía, mi respiración estaba agitada y mis manos recorrían su cuerpo. El me llevó contra la mesada, me tomó de las nalgas y me sentó sobre ella, solté los botones de su camisa y acaricié su pecho, y también fui sobre su pantalón, su verga se notaba dura, y grande, sentí mojarme, estaba llena de deseo y me hubiera cogido ahí mismo de no ser porque la pava que calentaba el agua para el café empezó a silbar con furia.
Fue momento de volver a la realidad, era una locura hacerlo ahí, mi pequeña podía sorprendernos si se despertara de sus sueños.
Apagué el fuego y lo invité a mi dormitorio.
Lo tomé de la mano y fuimos al cuarto en puntas de pies, cerré la puerta y supe que ya nada nos detendría, volvimos a besarnos, el calor se sentía en el ambiente, tomé la iniciativa y lo empujé sobre la cama, estaba oscuro así que solo me guiaba por al tacto, besé su cuello y sentí como su excitación hacía que su pecho se hinchase al tomar grandes bocanadas de aire, besé sus curvas y bajé lentamente, me topé con la hebilla de su cinturón y necesité su ayuda para dejar todo eso de lado, solo quería llegar a su sexo y fue el momento de descubrir algo especial, su verga era sencillamente enorme, tanto en largo como en grueso, no alcanzaba a envolverla con mi pequeña mano. Honestamente nunca me habían importado los tamaños, siempre le di relevancia a la persona con la que compartía mi intimidad, pero Nano definitivamente no era un tipo más y era imposible no pasar por ese detalle, es más, pensé que me vería en problemas, todo eso era demasiado para mí.
Como dije, en medio de la oscuridad solo tuve que adivinar, puse una mano envolviéndolo desde la base, y la otra a continuación, y aun asomaba libremente su glande, me acerqué, pasé mi lengua por el muy engolosinada y solo se lo lamí, una vez, otra vez, tratando de adivinar qué era lo que le gustaba, le comí un buen rato las bolas y lo masturbaba lentamente, sus jadeos contenidos me sabían muy ricos y me sentía toda mojada y envuelta en deseo. Bajé los breteles de mi vestido lo suficiente para liberar mis pechos, los llevé sobre su sexo y traté de envolverlo con mis tetas, fue rico, pasar su glande por mis pezones, un y otra vez, sentía el calor, sentía el placer y todo se hacía infinitamente encantador.
Nano solo me dejaba hacer acariciándome los cabellos.
De pronto él me tomó por los brazos y me arrastró sobre su cuerpo, mi boca con sabor a verga llegó a la suya, me pidió que exhalara mi aliento sobre su nariz, me dijo que olía a pija y eso le encantaba, llegaba el momento, tomó unos instantes en colocarse un preservativo y fui sobre él, a cabalgarlo, con una pierna a cada lado, Nano levantó mi vestido, sus manos recorrieron mis nalgas con sumo placer, sus labios llegaron a mis pezones, uno, y otro, mientras yo refregaba mi clítoris caliente por sobre su larga verga, solo la tela de mi ropa interior se interponía entre el contacto directo. Él tomó la tanga entre sus dedos y la apartó hacia un lado, y yo su miembro, para introducirlo en mi túnel.
La dejé entrar tanteando que sucedía, tenía un poco de temor para ser honesta, pero mmmm!!! que rica! empecé a mecerme lentamente, controlando la penetración, la sentía profunda y empecé a gemir, él no dejaba de lamerme los pezones y me dejaba a mi llevar el juego.
Empecé a perderme, los gemidos fueron gritos contenidos y la concha me dolía en lo profundo, pero me encantaba y quería más y más y me fui soltando, me fui perdiendo y era un dolor tan dulce que me llenaba de pequeños orgasmos y más fuerte, más rápido y acariciaba sus bolas y notaba cuan profundo entraba, hasta que me di cuenta que la tenía toda adentro, que puta me sentía! no sabía que tuviera una concha tan grande.
Me incliné hacia adelante, para besarlo, el mantenía sus manos en mis nalgas, me preguntaba si me gustaba y yo le preguntaba si a él le gustaba.
Él tomó la iniciativa, me giró dejándome recostada sobre el colchón, en un abrir y cerrar de ojos me había quitado el vestido y la tanga, abrió mis piernas y vino entre ellas, solo apuntó y me la enterró hasta el fondo, mierda, me arrancó un grito, empezó a cogerme con furia, me dolía, me encantaba, acaricié mi clítoris con ardor, gritaba, él me decía al oído que no lo hiciera, que dejara de gritar, es que como explicarle que no era voluntario, estaba fuera de mí. Nano metió sus dedos en mi boca para ensalivarlos y luego los llevó a mi culo, lo sentí invadirme por detrás, fue rico, y mientras no dejaba de cogerme jugaba también por el otro lado con sus hábiles falanges y ya no pude más, mi clítoris me regaló tres interminables explosiones continuas, únicas perfectas y mientras el me tapaba la boca para que yo ya no gritara y yo trataba que él no notara las lágrimas que caían de mis ojos, es que jamás había experimentado algo similar.
Nano aun no acababa, y me había dado todo el tiempo que yo necesitaba, pero era su turno, su manera, me puso en cuatro, me tomó por la cintura y me la clavó profundo, y en esa posición me mató!
Traté de zafarme pero el vino por más y me la volvió a meter, y otra vez, era raro, me dolía demasiado, pero me encantaba, trataba de alejarme, pero quería que volviera, se dio un loco juego, puesto que me mataba y me encantaba, me fui escapando y volvía a cogerme, no quería, pero lo amaba, y me fue arrinconando, entre gritos y forcejeos no sé cómo fue, pero desde la cama terminamos en el piso, arrodillada con mi cabeza contra la pared, en el rincón, donde ya no podía escaparme, tomé mi vestido al azar que había quedado en el piso y me lo metí en la boca a modo de mordaza para contener mis gritos, lo sentí venir, su verga pareció inflarse de golpe en lo interior de mi sexo y ya, fue perfecto!
Tomamos una pausa, él quería quedarse a dormir, pero debió entender que no me parecía prudente que mi hija nos encontrara juntos al día siguiente.
Poco después me quedaría con el sabor agridulce en la boca, Nano se iría en su viaje de trabajo, y me daría cuenta que lo extrañaría como no imaginé extrañarlo, había dejado una marca en mis pensamientos, y ciertamente entre mis piernas, mi vida en San Rafael estaba floreciendo y muchos cambios llegarían rápido, demasiado rápido, el colegio de Lurdes, su rápida amistad con Nataly, mis días de club, mi nueva vida social y cruzarme con Brenda, su ex.
Extrañé a horrores la ausencia de Nano, marqué los días en un almanaque esperando su regreso, como un preso espera su libertad, y el reencuentro fue tan explosivo como la primera vez, volvió a matarme en la cama, literal, jamás me habían cogido como el me cogía, parecía ser el hombre perfecto, la trataba con mucho cariño a Lurdes y le hacía regalos que ni siquiera yo le hacía, la malcriaba y parecían complotarse en contra mío, solían reírse a mis espaldas y él iba a fondo con la relación que empezaba a madurar, el parecía correr y yo solo dar pasos seguros, uno tras otro.
Es que era todo demasiado perfecto y tenía miedo de estar subiéndome a un globo que pudiera pincharse de un día para el otro, un poco parada en mi fracaso con Eduardo, aun me dolían sus recuerdos y solo no quería abrir mi corazón por miedo a volver a sentirme lastimada.
Además, no encontraba punto para criticarle a Nano, temía estar idealizándolo y ciertamente él era divorciado, y por algo tenía una historia pasada.
Solo dejé correr agua bajo el puente, que los días pasaran, el me visitaba seguido y mi pequeña ya intuía lo que pasaba, a veces venía con Nataly, y, por cierto, mi hija y su hija se llevaban de maravillas.
Fernando me dio un juego de llaves de su casa, fue tan tentador como peligroso, pero poco a poco me hice a la idea y lo visité muchas veces solo para tener un poco de su droga, su enorme y preciosa verga.
Solía sorprenderlo con mis visitas y en un día solita me metí en la boca del lobo, llegué y la sorprendida terminé siendo yo, él no estaba solo, estaba con Brenda, su ex, y compartían una charla amena.
Me sentí fatal, incómoda, por un lado, entendía esa relación de ex, Fernando me había recalcado que estaba en muy buenos términos con Brenda y que naturalmente podía asumir que tuvieran cosas por discutir, en especialmente acerca de Nataly, su relación no había sido tóxica como la mía, pero por otro no podía sentir profundos celos al verlos juntos, y temer por mi isma, emocionalmente no estaba en mi mejor momento y mis inseguridades me agobiaban.
Me excusé y propuse pasar en otro momento, pero mi novio no lo permitió, dijo que era una buena oportunidad para que nos conociéramos y así empezó nuestra historia.
Brenda era una mujer que delgada, de mediana estatura, cabellos oscuros que usaba corto a la nuca y piel cobriza, sencilla, ese día lucía un pantalón ancho en un rojo apagado y una camisa holgada, con un hombro descubierto que dejaba ver el bretel del sostén dándole un toque sexi, pero solo eso, estaba a cara limpia y unos diminutos aros en forma de perla daban un toque a sus orejas, en resumen, ella se me hizo un mujer normal, bastante parecida a mí y dejando en claro el tipo de mujeres que le atraían a Fernando.
Era la primera charla formal que tendría con ella, porque ya la conocía de vista, del colegio, o del barrio, y lo mismo pasaba con ella, me dijo que me había visto muchas veces, pero que nunca había tenido la oportunidad o el valor de hablar conmigo.
Creo que pasamos dos horas hablando los tres, historias pasadas, vida presente, proyectos futuros y quedamos en alguna otra reunión sin fijar fecha.
Dos años después la situación sería la siguiente, Nano y yo teníamos ya vida de pareja, formal, bajo el mismo techo, me había acostumbrado a amarlo cuando estaba conmigo y a extrañarlo a horrores cuando se ausentaba, no me gustaba estar sola.
Nataly y Lurdes eran amigas inseparables, y mis roces con Brenda se hicieron tan de costumbre que terminamos siendo muy buenas amigas.
Ella tenía en claro su rol, y solo aparecía cuando Nano no estaba, para que no se mal interpretaran las cosas.
Solíamos hacer cosas de chicas, no sé, paseos de compras, ir por un café, a veces me quedaba con las niñas para que ella hiciera sus cosas y a veces era su turno cuando yo necesitaba hacer algo.
Una tarde me dijo que necesitaba una compañera de paddle, yo le dije que era horrible para eso, pero me dijo que era solo para divertirnos, así en forma improvisada terminamos siendo equipo, compartir vestuarios, compartir duchas.
San Rafael es un pueblo chico, y ella fue mi apoyo en mis días de soledad, peligrosos días de soledad…
Una noche las chicas tenían una pijamada, eran todas compañeras del colegio, Brenda pasó a buscar a Lurdes, le dije que luego volviera, para cenar y ver alguna peli, odiaba estar sola y extrañaba demasiado a Nano, además ella no tenía compromisos y que más daba.
Nunca olvidaré esa noche, eran cerca de las diez cunado volvió a casa, había comprado unas pizzas y yo saqué unas cervezas del refrigerador, ‘noche de chicas’ dijimos, que importaban unos kilos de más. Cena de por medio salió un tema que nunca habíamos tocado, su separación, solo empecé a narrar como odiaba quedarme sola, cuanto odiaba su ausencia y como me angustiaba cada vez que el partía, y sin que yo lo pidiera, Brenda me narró con la mirada perdida, justamente ella no había podido con eso, soportar despedirse, extrañarlo, pensando que algún día podría no volver, solamente prefirió dar un paso al costado a vivir con una desesperación eterna.
Sus ojos se habían llenado de lágrimas, tomé sus manos con fuerza y la traje a la realidad, me dijo
A veces lo extraño, en la cama fue el mejor, supongo que lo abras notado…
Y eso solo dio pie para que nuestra charla tomara otro camino, empezamos a hablar de sexo, bueno, de la enorme verga de Nano, como me mataba y como la mataba a ella en sus tiempos, como se la chupaba y me narró la primera vez que se la dio por el culo, seguramente la cerveza se nos había subido a la cabeza, pero estaba teniendo una caliente charla sexual con la ex de mi marido, hablando de… mi marido.
Se hizo todo muy loco, muy caliente, muy raro, era tarde, fui al refrigerador y traje un pote de helado, un poco de crema vainilla, un poco de chocolate, una cuchara para cada una y nos acomodamos en el sillón para ver alguna película, pasamos de un lado a otro y quedamos en una cómica vieja, repetida, solo para pasar el rato, mientras metíamos cuchara tras cuchara en el pote que tenía sobre mis piernas.
En algún punto le hice un reclamo a mi compañera, es que solo comía toda la crema vainilla y me dejaba el chocolate para mí, así que sin responder metió la cuchara en la vainilla, sacó una gran cantidad y la metió en boca, no sé porque lo hice, pero la miré en una forma muy perversa mientras degustaba la crema sin soltar la cuchara, de hecho, tomé su antebrazo con mi mano para que no pudiera retirarla, solo se quedó observando, meditando, sin parecer entender.
Cuando al fin solté la cuchara, un tenso ambiente quedó entre nosotras, en un silencio sepulcral, ella respiro profundo y dijo en voz baja
Te chorreaste el labio!
Pero antes que reaccionara se acercó y pasó su lengua y sus labios por la comisura de los míos, fue increíble, fue indescriptible, pero ella se alejó avergonzada y me pidió perdón mirando al piso.
Era mi turno de jugar, o lo dejaba pasar, o recogía el guante, fui sobre ella y busqué sus labios con los míos, nuestras bocas se encontraron y nos besamos profundamente, me lancé sobre ella, sin pensarlo, era loco, muy loco.
Nos recorrimos como adolescentes inexpertas, poco a poco el piso se fue cubriendo con nuestras prendas y nuestros cuerpos perdieron la vergüenza al verse desnudos, era una nueva experiencia para mí, y entendí que también para ella, había visto muchos videos lésbicos pero jamás había estado con una, y traté de improvisar recordando lo que tantas veces había visto, rocé mis pezones contra los suyos, se sentían suaves ricos, una vez, y otra, ella hacía lo suyo, me llenaba de caricias, de besos, pero pude notar que también era su primera vez, se mostraba nerviosa y tal vez el hecho de ser mujer con mujer nos diera un plus, bajé por su cuello, fui por sus tetas, empecé a pasar mi lengua por ellas, por sus pezones, Brenda rechinaba en entre respiraciones profundas y jadeos contenidos, su rostro estaba de lado, con sus ojos cerrados, entregada, bajé un poco más, me detuve en su vientre y al fin llegué donde deseaba llegar, me acomodé, estaba nerviosa, sabia de memoria toda la sexualidad femenina y cómo funcionaba, pero nunca me había encontrado en esa posición.
Pasé mi lengua, sabía a mar, me supo muy rico y fui por más, empecé a lamerla y a beber sus jugos, estaba toda mojadita y confieso que me encantó, comerla toda y sentirla vibrar bajo mi hechizo, sentía mojarme yo también, mientras se la chupaba acariciaba mis propios pezones y era todo muy fuerte, metí un par de dedos en su hueco, ella se contrajo, y acaricié los pliegues internos de su sexo, miraba su rostro de placer y me daba placer, Brenda se acariciaba sus pechos y me decía en forma entrecortada que no dejara de hacer lo que estaba haciendo, que sabía muy rico, hasta que no lo soportó más y explotó en mi boca, fue tan loco, tan único…
Me recosté sobre el amplio sillón, era su turno de pagar, ojo por ojo, diente por diente, me puse cómoda y abrí bien mis piernas, invitándola a pecar, ella vino por mí con una sonrisa en sus labios, me besó profundamente, y fue directo a mi conchita, sin rodeos, sin vueltas, fue mi turno de cerrar los ojos y solo dejarme llevar, Brenda no tuvo problemas en prenderse rítmicamente a mi clítoris mientras yo imaginaba que Nano, mi Nano, estaba presente, observando, a un lado, sin decir nada, como dos mujeres se amaban, su mujer, y su ex. Me dio mucho placer imaginar esa situación lo mío fue rápido, es que venía demasiado caliente y solo un roce, como la cabeza de un fósforo, fue suficiente para encenderme y consumirme.
Vino entonces a mi lado, en el pequeño sillón, lado a lado, nuestros ojos se cruzaron en la penumbra, nos abrazamos, nos besamos, su piel se pegó a la mía, acariciamos nuestras piernas, nuestros vientres, nuestros pechos, sus labios estaban pegados a los míos, una de sus manos se perdió entre mis piernas y volvió a jugar en mi sexo que aún se mostraba muy sensible, fui por sus nalgas y llegué a su culito, mis dedos índice y mayor se perdieron en el con demasiada facilidad, el calor brotaba entre nosotras y era imposible evitarlo.
Una vez más tomé la iniciativa, quería saber que se sentía, abrí sus piernas e hice lo propio con las mías, busqué de cruzarlas de manera que su conchita se pegara a la mía y empezamos a jugar con un roce improvisado, se sentía espectacular, apretando con fuerza una contra la otra, impregnadas en una mezcla de jugos, nuestras miradas se clavaban desafiantes una en otra y nuestros gemidos sabían a gatas en celo, seguimos, solo seguimos hasta llegar nuevamente al clímax, amor entre mujeres.
Nos relajamos, la película hacía tiempo que había terminado y el resto de helado se había derretido en una mezcla homogénea, Brenda recogió sus ropas y yo hice lo propio, eran las tres de la mañana y un dejo de resquemor y vergüenzas se apoderó de nosotras en ese momento, es que estaba mal, éramos mujeres, y ella no dejaba de ser la ex de mi hombre.
Ella me dijo de volver a su casa, pero la tomé de la mano, con fuerza, le dije que estaba bien, que no importaba, que ya no podíamos volver el tiempo atrás y que al menos por esa noche me hiciera compañía en la cama, que no quería dormir sola y así fue como Brenda, por primera vez ocupó a mi lado el lugar que naturalmente ocupaba Nano.
El ringtone de mi celular sonó a las siete de la mañana, como cada mañana, en esos primeros instantes pensé que había tenido un hermoso sueño, intenté acurrucarme junto a Nano, pero las cuervas de Brenda me trajeron a la realidad, ella solo se dio vuelta quedándose boca abajo y solo me quedé unos instantes observando las líneas de sus curvas.
Me levanté en silencio, aún era temprano, pasé por el baño y luego fui a la cocina, a calentar un poco de leche, unas tostadas y a preparar café, puse un mantel sobre la mesa, servilletas, manteca y algunos dulces.
Estaba en medio de esos preparativos cuando Brenda apareció de imprevisto, tenía una camisa banca de Nano que le quedaba demasiado grande, sin abrochar ningún botón con lo que me dejaba saber que sus pechos estaban desnudos y apenas lucía su culotte negro, sus piernas se veían apetecible y el estar descalza le daba todo un toque sexi
Tomé esta camisa – dijo- espero no te moleste…
Está bien – respondí – te vez espléndida.
Me senté a la cabecera, ella a mi lado, a desayunar, y mientras lo hacíamos discutíamos sobre lo que había sucedido, dejando en claro de ambas partes que todo había sido una confusión, un mal entendido, que lo dejaríamos en el pasado y no volvería a repetirse.
Lo cierto, es que minutas más tarde, un desayuno abandonado a mitad camino, fue testigo involuntario de un nuevo encuentro lésbico entre dos mujeres, esta vez, arriba de la mesa.
Solo la hice sentar sobre la misma, y yo en una silla entre sus piernas, me decía que estaba loca pero la imagen que me regalaba era irresistible, pasé mis manos bajo la camisa, llegué a sus pechos, sus pezones estaban duros, se los acaricié dulcemente mirando la dulzura de sus ojos, Brenda se perdió rápidamente, sus piernas se aflojaron, besé su vientre, fui más abajo y sutilmente desnudé su conchita, era un imán, me encantaba chuparle la verga a Nano, pero esto también era espectacular, y solo me prendí a su botoncito hasta hacerla explotar en mi boca.
Brenda, que había empezado con muchas dudas y negativas, había terminado desparramada sobre la mesa, inconexa, respirando con dificultad, sumergida en placer.
Vino por mí, como había sucedido la noche anterior, se incorporó y me hizo recular hasta una de las paredes, me aprisionó contra ella y me besó profundamente, sentí su lengua casi en mi garganta, me sujetó con fuerza simulando una rica violación, y me dejé violar, me besaba la boca, la cara el cuello, su mano libre se había perdido entre mis piernas y me masturbaba con fuerzas, era rico sentir la mano de una extraña haciendo un trabajo perfecto, estaba toda mojada, jadeando, ella me miraba con rudeza, sus ojos me quemaban y me decía que era una puta, que la hacía calentar demasiado y que no estaba bien lo que hacíamos, y me sentí explotar, otra vez, nuevamente…
Cuando terminamos era demasiado tarde, Brenda aún tenía que pasar a buscar a las chicas por la pijamada, y antes de despedirse me dijo algo que me causó mucha gracia
Necesito darme una ducha, no soporto el olor a concha que tengo, y a esta altura querida, ya no se si es tuyo o es mío!
Solo cruzamos los labios por última vez, y la vi alejarse, las cosas estaban de cabeza y necesitaba entender que estaba sucediendo, volvimos a jurarnos no volver a esos juegos entre mujeres, pero, podríamos lograrlo?
La situación entre Fernando, Brenda y yo se transformaría sin querer en la historia más disparatada que pudiera imaginarse, se suponía que naturalmente yo debía odiarme a muerte con la ex de mi pareja, pero, por el contrario, teníamos una relación lésbica y clandestina y justo a espaldas de mi hombre.
Nano era todo en mi cama, pero poco a poco dejé de extrañarlo en su ausencia, Brenda estaba siempre dispuesta a ocupar su lugar, ella se transformó en mi amiga, mi confidente, en mi compinche, en mi amante, una locura total.
Todas las piezas se acomodaron en forma perfecta, y hasta el propio Fernando se mostraba sorprendido por lo bien que nosotras nos llevábamos, claro, el ignoraba una parte de la historia, y nosotras miles de veces buscamos la forma de decírselo, pero miles de veces las palabras se atoraron en nuestras gargantas.
Cuando Nano estaba en San Rafael los cruces casuales con su ex eran casi cotidianos, por temas de colegio, por amistad conmigo por lo que fuera, cualquier hombre hubiera intuido que al menos la situación no era lógica, pero mi hombre era un poco tontito para estas cosas, para insinuaciones entre mujeres que a cualquiera hubiera llamado la atención, pero no para él, él solo veía a su mujer y a su ex, como grandes amigas.
Y como suele suceder, Brenda terminó entrando por el sitio que se les entra a todos los hombres, por los ojos…
Nataly terminaba sus estudios secundarios, viernes por la noche, graduación en el colegio, entregas de medallas, diplomas, aplausos, cerrar un ciclo para dar comienzo a otro.
Ese anochecer hacía un calor bastante sofocante producto del verano que ya se avecinaba, la noche se mostraba serena, sin viento, con un cielo renegrido cubierto de infinitos puntos titilando su brillo infinito, cerca de las nueve de la noche nos pusimos en camino, Fernando estrenaba un traje azulino, camisa blanca y corbata roja, para cortar un poco los colores, estaba feliz, su hija era su orgullo y la sonrisa se le dibujaba de oreja a oreja, yo me puse un conjunto de blusa y pantalón en color negro, mi favorito, con algunos apliques con brillos, tacos altos y por supuesto no podía faltar su mejor amiga, Lurdes, ella con un look adolescente en medio de una discusión socarrona e interminable con mi hombre, puesto que ella se había teñido los cabellos en tonos de verdes y Nano aprovechaba cada oportunidad para mofarse de ella.
Miré a Lurdes, diablos, que grande estaba! era toda una mujercita, si su padre la hubiera visto, pero él ya era parte de un pasado distante.
Llegamos al colegio, nos saludamos con algunos padres con los cuales compartíamos año tras año de estudio, algunos apenas conocidos, otros con alguna amistad. Al fin nos cruzamos con ellas, Nataly estaba muy crecida, sus formas de mujer habían reemplazado al cuerpecito de niña que había conocido a mi llegada a San Rafael, con unos pechos turgentes y unas caderas marcadas, llevaba un vestido muy llamativo, adherido al cuerpo dejando notar toda la juventud que emanaba por sus poros. Las chicas se saludaron y como era previsible se perdieron de nuestro alcance.
Solo quedamos con Brenda, estaban mamá, papá y yo. Nos saludamos y Nano no pudo contener un halago al cual preferí ignorar.
Ella estaba hermosa, con su cabello corto engominado, los ojos pintados delineando sus pestañas y los labios en un llamativo rojo pasión, a pesar de estar llegando a los cuarenta mantenía una silueta armoniosa, tenía un vestido acorde a su edad, en tono pastel, a media pierna, sin ser llamativo era casi imposible que pasara inadvertida, con una fragancia imposible de resistir y unos aros brillantes que casi llegaban a sus hombros.
Nano mordió el anzuelo, y noté que aún había cenizas encendidas en un fuego que aparentaba estar consumido, Brenda siempre me había dicho que el motivo del distanciamiento fue solo porque ella no soportaba estar sola, y supe que esa noche podría ser una gran noche, me puse a un lado de mi esposo, y dejé que ella estuviera al otro, después de todo, tenían una hija en común.
Después de la ceremonia, todos los chicos recién graduados decidieron seguir festejado por su lado, y ahí fue Nataly, y con ellos fue Lurdes, solo nos quedamos los tres en soledad, en silencio.
Propuse ir a la costanera, donde hay varios bares al paso y aun no habíamos cenado, teníamos vacías las tripas y ya era bastante tarde, Brenda eligió uno entre tantos, que se comía muy bien, y ahí partimos los tres, como amigos, aunque nosotras sabíamos que íbamos por algo más.
Nos sentamos a una mesa un tanto apartada, nosotras a un lado, él al frente, pedimos unas hamburguesas con papas, nosotras agua mineral sin gas y él una cerveza grande, y solo empezamos a jugar juegos de chicas, miradas, toques, le di una papa en la boca, ella me abrazó y todo ese espectáculo de simulada inocencia puso en alerta a mi marido, es que él al fin notó que sin decir nada, nosotras estábamos proponiendo algo más, las risas decían más que las palabras y las miradas sabían a pecado, parecía increíble que con toda la libertad y confianza que tenía con Nano, me resultara imposible ser directa e ir al grano.
Se hizo tarde, la atmósfera estaba densa, una música suave cubría el lugar y a un lado, un tanto apartado y en penumbras locos enamorados bailaban abrazados, las siluetas de parejas desconocidas se dibujaban en el fondo del pub.
Lo tomé por la mano y lo llevé a mi lado, empezamos a bailar, apretados, el me aferraba por la cintura y yo lo rodee por los hombros, muy erótico, y más viendo cada tanto como ella estaba atenta, observándonos, lo besé, solo para que Brenda viera y lo que hacíamos, y sentí mis pezones duros bajo mi ropa interior y sentí como mi sexo se humedecía poco a poco.
Le hice un guiño y le indiqué que se acercara a nosotros, en segundos se había unido y le cedí mi lugar, solo fue mi turno de observar como ellos bailaban muy apretados, como Nano parecía disfrutar con ella como disfrutaba conmigo y adiviné que solo mi presencia impedía que él tratara de besarla, era todo demasiado caliente…
Brenda me sorprendió entonces, dejó a Nano y vino a mi lado, me abrazó y fue nuestro turno, mujer con mujer, con miradas clavadas, la una a la otra, sentir sus curvas entre mis manos, desear sus labios, sentir su aliento, su respiración, y sin tener la intención nos transformamos en centro de miradas indiscretas de una sociedad que aún no está preparada para muchas cosas, como por ejemplo ver a dos mujeres dándose amor
Una de las personas que atendía en el lugar se acercó a Nano y le hablo al oído, era obvio, estábamos pasando la línea, no hacía falta que nos dijeran, así que, al fin, él dijo que ya era tarde, y que debíamos regresar, pagó la cuenta y fuimos caminando hacia el auto, como en la reunión, una a cada lado, solo que ahora la situación era más caliente, él nos llevaba amarradas por nuestras cinturas, y el tono de la charla era caliente, entre risas y palabras cómplices
Subimos al coche, esta vez, dejé de lado mi asiento de acompañante, y fui al trasero junto a Brenda, en el camino de regreso empezaron los juegos, nosotras nos dejamos llevar, nos besamos, nos tocamos y solo buscamos de calentar el ambiente, metiendo nuestros dedos inquietos en sitios prohibidos, sabiendo que Nano estaba delante conduciendo y aun incrédulo trataba de no perder nada espiando por el espejo retrovisor, visto en retrospectiva, una locura, podríamos haber provocado un accidente, sin embargo, en ese momento, nuestra excitación podía mas
Te gusta papi? – dijo ella con voz sensual – te gusta cómo me como a tu mujercita?
Tranquilo mi amor! no hay prisa! – agregué yo notando que el aceleraba el ritmo del coche más allá de lo aconsejable
Llegamos a casa, bajamos de auto y él ya estaba hirviendo, me tomó por mi hombro derecho, yo por la cintura, al otro lado hizo lo mismo con Brenda, me dio un enorme beso luego fue su turno y me resultó sexi, entre risas y bromas nos metimos dentro, en tinieblas, fuimos por un champagne, y un vino espumante, a pesar de todo no era una situación fácil y sentíamos un poco de incomodidad, no sé, bloqueos mentales, como tomaría él una relación de dos mujeres? y que una era su ex, y la otra la actual, y como sentiría yo que ella pudiera quitarme lo que yo tenía? y como sentiría ella meterse al medio de una pareja consumada siendo la tercera en discordia? y como funcionaría un trío en la cama, porque al menos yo, jamás había experimentado uno, y había una sola manera de bajar esas ansiedades, con un poco de alcohol en las venas.
Tomamos, reímos, propusimos, imaginamos, jugamos, era sexi ver como ellos se besaban, como se tocaban, como él observaba cuando nosotras cruzábamos nuestras lenguas y cuando parecíamos competir buscando los labios de Fernando.
En una danza improvisada fuimos camino al dormitorio, perdiendo nuestras prendas en el camino, buscando llegar a esa intimidad perfecta en esa desnudez cómplice.
Los labios se cruzaron, las manos se enlazaron, piernas, torsos, brazos, sexo.
Brenda se recostó y empezó a mamarle la verga a Nano, el por su parte vino entre mis piernas y yo fui a la carga sobre ella, fue un líndo triángulo, me perdía en el placer que le daba a ella, y en el placer que me daba el, fue un buen inicio para lo que vendría.
Ella vino sobre mí, me arrastró a su lado, casi olvidándose de que éramos tres, dejando al macho solo para que tomara sus propias decisiones, ella quedó de espaldas y yo sobre ella, mis ojos se llenaron con las facciones de su rostro, mis pechos pegados a los suyos, sentí su vientre bajo el mío y sin querer estaba cabalgándola, pero claro, ella no tenía pene, pero había alguien que si lo tenía
Las fuertes manos de Nano llegaron a mis nalgas, y fueron por mi cintura, solo se acomodó y embistió con fuerza para arrancarme un grito, era un animal, empezó a cogerme con fuerza y sentía como me partía al medio, en ese dolor tan justo, tan perfecto, ella me tomó por la nuca y me forzó a ahogar mis gritos en su boca, sentía su lengua invadirme en medio de mis jadeos descontrolados, me estaban matando, era todo nuevo, mi lado femenino, mi lado masculino.
Nano decidió cambiar, lo sentí sacar su verga y dejarme caliente, con ganas de más, y también vi en el rostro de Brenda como llegaba su turno, arqueó su columna y cerró sus ojos con fuerza, fue su turno de jadear y yo la dejé hacerlo, preferí ir por sus pechos, me encantaba lamérselos, sus pezones estaban duros como pequeñas piedras y trataba de engullirlos por completo.
Las ideas se agolpaban una tras otra en mi cabeza, era mi primera vez y quería hacer todo, no perderme de nada, cambié nuevamente, me senté sobre el rostro de Brenda, casi obligándola a que me chupara la concha, honestamente don el movimiento de las caderas llevaba el juego donde quería llevarlo, Nano la seguía cogiendo al otro lado, solo que ahora yo disfrutaba sus besos y miraba extasiada como su enorme pija entraba una y otra vez en la conchita de su ex.
Nos revolcamos, pecamos, nos llenamos de orgasmos, de gemidos, de arañazos, había sabor a verga, a concha, sexos calientes, sexos excitados, placer, palabras que solo se entrelazaban para describir una situación tan loca como perfecta.
No sabía cómo había llegado a esa posición, pero había quedado por debajo, Brenda invertida sobre mí, dándome sexo oral, Nano cogiéndome, y yo asfixiándome con la regordeta y jugosa concha de ella perdida en mi boca, mis manos acariciaban su linda cola, llevaba los dedos de su hueco húmedo a su culito que ofrecía poca resistencia a mis persistentes intentos de perforarlo, honestamente se me hacía difícil poder disfrutar en tantos frentes, como el me cogía, como ella me la chupaba o simplemente como mi boca se llenaba con los jugos de Brenda, era todo cuestión de piel, entendí que esto no se trataba de sexo como animales, me día cuanta que amaba a Mano, y también amaba a su ex, y también comprendí que ellos jamás habían dejado de hacerlo.
Nano vino por detrás, se acomodó en cuatro y mi cabeza quedó prisionera entre sus rodillas, lo vi abrirle las nalgas e intentar metérsela por el culo, hecho que no consiguió en el primer intento, ni en el segundo, pero luego de unos pequeños forcejeos su culito se comió la enorme verga de nuestro macho, era sumamente caliente verlo desde mi posición, yo seguía chupándole la conchita, y ahora me estiraba para seguir por lo que alcanzaba del tronco y sus ricas bolas, cada tanto él se la sacaba y me la metía por la boca para que se la chupara un buen rato, lo había visto muchas veces pero jamás había imaginado realizarlo.
Ella no dejaba de lamerme la conchita, sentí sus delgados dedos de mujer llegar a mi culito, a acariciármelo, era virgen por ahí, pero el hecho de ver como ella se lo comía todo me daba mucha intriga, me hacía fantasear, y hasta la idea de animarme, así que solo la dejé hacer, y mis gemidos se hicieron más notorios en el cuarto.
De pronto, el sacó la verga y comenzó a eyacular sobre el esfínter dilatado de Brenda, muchos chorros, con fuerza, invadiendo todo a su paso, morí en placer al ver eso, y pronto el semen caliente como la lava fu cayendo hacia abajo, corriendo por su esfínter, por su culito, por sus carnosos labios, por su clítoris, hasta llegar a mis labios, mi lengua, mi boca, estaba exquisito, era erótico, caliente, y jugué en mi boca con su sabor, un poco, otro poco, con mi propia saliva y trago a trago lo deje pasar por mi garganta.
En fin, solo seguimos jugando hasta caer agotados, rendidos, felices…
Al abrir los ojos el blanco del techo fue lo único que vi, me dio paz, no recordaba mucho, y un momento imaginé que solo había sido un sueño, giré un poco la cabeza, las piernas de Nano oficiaban de almohada improvisada, su enorme verga desnuda descansaba a pocos centímetros de mi cara, miré su rostro, irradiaba una mezcla de paz y felicidad, miré mi cuerpo, estaba desnuda, por completo, al igual que él, en el cuarto había ese olor tan sucio y tan rico, ese aroma a pecado consumado, esa mezcla de flujo y leche, esa mezcla de pija y concha.
Recordé a Brenda, levanté un poco más la cabeza y la vi tras el cuerpo de nano, también dormía, plácidamente, con cara de puta satisfecha, miré su desnudez, su armonía femenina, sus cabellos, sus facciones, lo bonita que era.
Me senté, me dolió el culito, recordé entonces que no había podido resistirlo y ya no era virgen, me reí y con gusto acepté pagar las consecuencias, me levanté, me puse apenas una remera sin mangas y una tanga para ir a preparar el desayuno, ellos no tardarían en despertar.
Pero algo se nos había pasado por alto a los tres, Nataly y Lurdes, en esos instantes ellas llegaron de bailar, y sus ojos vieron lo que termino de narrar, eran ya grandecitas, y fue obvio que notaron el sexo entre los tres.
En un principio fue todo muy complicado, porque la razón no entiende lo que puede el corazón, para Lurdes estaba el hombre que había elegido su mamá, pero resultaba que ahora también estaba la ex, y mamá estaba con otra mujer, y para Nataly, bueno, había sufrido mucho con la separación de sus padres, y ahora parecía acomodarse todo, pero que hacía yo es toda esta historia? y asumir que su mamá ahora también quería a otra mujer, eso no parecía estar del todo bien, y Nano? nano con dos mujeres? que loco no?
Ni siquiera para nosotros fue fácil intentarlo, la sociedad no está mentalmente preparada para aceptar diferencias, los vecinos, las amistades, los parientes, el barrio, hay modelos establecidos de lo que es políticamente correcto, sin embargo, fuimos por todo.
En poco tiempo, los cinco vivíamos bajo el mismo techo, Brenda, Nano y yo, con las chicas, un matrimonio de a tres, y justamente las chicas, seguramente por su juventud fueron quienes se hicieron a la idea antes que nadie, y éramos lo más reservados que podíamos en nuestra intimidad, pero a veces Nano dormía con Brenda, a veces conmigo, otras Brenda y yo estábamos juntas, y en los mejores momentos, cuando Nataly y Lurdes no estaban, aprovechábamos para jugar los tres juntos, para conocernos, para amarnos, para formar uno.
Y pasó el tiempo, le ganamos a todos, muchos lo aceptaron, muchos lo rechazaron, pero lo importante es que estamos acá, mi novio, su ex y yo
FIN
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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…
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