Relato xxx de mi primer trio mhm con mi novio, su amiga y yo

Tenía poco más de veinte años en esos tiempos, me sentía toda una mujer dispuesta a comerse el mundo y ahora veo cuan chiquilla, inmadura y hasta tonta era en esos días. Con toda la furia en la sangre que corría por mis venas, eran tiempos de definir mi personalidad, de vivir experiencias, de viajar por el mundo, de disfrutar y vivir la vida, de beber hasta emborracharse y porque no, fumarse alguna hierva.

Quien me conoce, no daría crédito que solo seis años después estaría en una prometedora carrera en un prestigioso banco internacional, casada con un ejecutivo adinerado y con un embarazo de dos meses.

En esos días la sexualidad desinhibida y loca se me hacía demasiado intrigante, aunque nunca llegué a materializar todas mis fantasías, solo una vez, solo una terminé en un trío revolcándome con quien en ese tiempo era mi novio y su amiga.

La historia de hacer un trío no era algo que me quitara el sueño, apenas era una fantasía como muchas que no buscaba concretar.

No me gustaba imaginarme con dos hombres, por lo que pudieran hacerme, tal vez porque me asumieran como puta y una situación así hasta podría sentirme violada.

Ahora, un hombre, otra chica y yo, bueno, eso sí me atrapaba, por imaginar que con otra mujer podríamos llevar el control de la situación, o por qué no decirlo, siempre había tenido curiosidad sobre ese lado lésbico que en menor o mayor medida creo que toda mujer tiene.

Esa oportunidad solo se daría, fue ese momento en que todo coincidió y solo sucedió, no volvió a repetirse, una linda experiencia y ya, hoy en día, habiendo sentado cabeza, me sigue sonando excitante, pero no volvería a hacerlo. Es cierto, nunca le comenté sobre ese día a Mariano, mi marido, no creo que tenga porqué saberlo, en esos tiempos aun no nos conocíamos.

En esos días vivía un noviazgo tóxico con Jesús, un chico bastante mayor que me llevaba trece años. Era una relación condenada al fracaso donde ambos sabíamos cómo terminaríamos. La diferencia de edad entre nosotros fue un problema desde el principio, él era más serio, más centrado, con los pies sobre la tierra, era de razonar las cosas, y muchas veces para el terminaba siendo una mocosa inmadura. Yo en cambio quería volar, vivir en la luna, probar cosas nuevas y para mi Jesús terminaba siendo un hombre un tanto aburrido.

Además, él era casado y tenía una niña, vivía conmigo una relación clandestina y sus promesas de dejar su familia para vivir junto a mi jamás resultaban creíbles.

Así vivíamos en una montaña rusa, a veces éramos el uno para el otro, la mejor de las parejas, a veces estábamos como perro y gato, ni nos hablábamos. Fuimos y vinimos, rompimos la relación en medio de insultos para jamás volver a vernos, meses sin hablarnos, y un día, volvíamos a estar juntos, una vez, otra vez, y otra más.

Preguntarán porque seguía atada a un tipo mayor, con familia, en una relación enfermiza, fácil, Jesús me cogía como nadie, era espectacular en la cama, tenía un no se que para llevarme al clímax y me arrancaba orgasmos que me dejaban al borde del desmayo, era la peor de las drogas y mi odio hacia él era tan grande como el amor que le tenía.

Jesús trabajaba en un call center, y Lara, quien sería la tercera en cuestión, era una de sus compañeras de trabajo. En nuestros primeros cruces nos sacamos chispas, es que ella era muy llamativa y mi primer pensamiento fue que ella también compartía cama con mi hombre, pero las cosas cambiaron conforme pasó el tiempo y pude conocerla, hasta formamos una amistad que perdura hoy en día.

Jesús era casado, tenía familia, yo era su amante y Lara hacía de puente entre ambos para disimular cualquier actitud, ya que su mujer nunca sospecharía de ella pos ser una casual compañera de trabajo.

Recuerdo que al principio me daba muchos celos, pero fue Jesús quien me explicó lo que sucedía, a Lara nunca la habían visto con ningún hombre, por lo bajo se rumoreaba que en verdad ella era lesbiana y que disimulaba muy bien sus gustos, por lo que era la persona indicada de quien nadie sospecharía, incluso su propia mujer.

Y Lara era de ese tipo de mujeres que les gusta llamar ser centro del huracán, ya de por sí lo hacía, casi un metro ochenta, de largos cabellos morenos, delgada, de caminar insinuante, de vestir elegante, de lindas curvas, ella siempre llamaba la atención y creo que disfrutaba mucho en ese rol de diva inalcanzable, ella se divertía haciéndose desear por los hombres que jamás la poseerían puesto que lo suyo eran las chicas. Por si fuera poco, se había operado el busto, luciendo dos tetas enormes que a mi gusto eran desproporcionadas y hasta grotescas, pero claro, los machos solo veían dos enormes tetas y con eso se enloquecían, y ella disfrutaba esa excitación por dentro.

Fui una de su primera seguidora en Instagram, cuando esa plataforma estaba en pañales, y ciertamente me divertía con las fotos que ella subía, fue una pionera del erotismo al límite y en explotar sus atributos, siendo mujer me excitaba viéndola, así que imagino que sucedía con los hombres.

En esos días yo no estaba en la mejor sintonía con mi amante, un poco cansada de que siempre su esposa estuviera por sobre mi, y aunque yo sabía que era la segunda opción, no podía dejar de sentirme molesta por la situación.

Jesús inventó entonces una excusa para su esposa, un tema de trabajo en otra ciudad por un par de días, eso le dijo a ella, aunque en verdad serían un par de días en un hotel en la ciudad, solo el, solo yo.

Y ahí era donde Jesús sabía jugar sus cartas, no reparaba en gastos y eran los momentos en que me hacía sentir importante en su vida, el hotel era hermoso, la habitación era hermosa, el lugar era hermoso, el entorno era hermoso, Jesús tenía esos detalles, sabía cómo hacer brillar el sol en medio de una tempestad.

Dejamos nuestros bolsos de mano, acomodamos las prendas cada uno en su lugar y pasado el medio día me consultó que deseaba hacer, salir a caminar, ir el gym, a la piscina climatizada, o tal vez hacer el amor.

El amor se haría después, no me regalaría al primer intento, la piscina climatizada me pareció la mejor opción.

Ahí fuimos, cortésmente en la administración nos dieron un par de batas blancas y el sitio era sencillamente increíble, una jaula vidriada, tanto paredes como techo, que se cubría de copos de nieve del exterior, por los laterales podíamos ver como nevaba sin parar sobre un piso completamente blanco, por dentro una temperatura casi sofocante, y el agua de la piscina que evaporaba ese humito tan tentador.

Nos metimos un rato, nadamos, y fuimos sobre una de las tantas reposeras disponibles, Jesús me dijo si quería algo, pedí un licuado de frutilla con leche y él una cerveza.
Fue cuando ella apareció, todo fue casualidad, o tal vez no, nunca lo sabré, las razones que me dio nunca me resultaron convincentes, y Jesús se desentendió de todo, hoy visto en retrospectiva me animo a decir que lo planificaron, ella para estar conmigo, el para estar con las dos.

Y pasó lo que adiviné que iba a pasar, Lara dejó de lado su bata para empezar a caminar de lado a lado solo con su traje de baño en color negro, una tanga que se perdía entre sus nalgas y un sostén donde todo parecía desmadrarse en cualquier momento, sus pechos enormes sobraban por todos lados, no solo al medio, también a los laterales, contra las axilas todo parecía estar un peligroso equilibrio.

Es cierto, ella no tenía el mejor de los traseros, incluso el mío es mejor, se le marcaban estrías y una pronunciada celulitis, pero Lara tenía un no sé qué, tenía actitud, y se paseaba como pavo real bajo la atenta mirada de los casuales concurrentes del lugar, los hombres esperaban que en un movimiento sus tetas se escaparan, cosa que nunca sucedería, y ella jugaba al límite segura de si misma. En su lugar, me hubiera avergonzado caminar de esa manera, casi desnuda, con cadencia, ante mirada indiscretas, pero ella estaba en su salsa, mostrarse era lo suyo.
Compartimos una tarde muy amena, me pidió que le tomara algunas fotografías para su Instagram, y así pasó el tiempo, entre charlas y deseos velados.

Eran cerca de las siete de la tarde cuando decidimos subir a nuestro cuarto, era tiempo da una ducha y prepararnos para la cena.

Mientras pasaban los minutos Jesús y yo teníamos un tema recurrente, Lara.

Bajamos al comedor, eran cerca de las diez de la noche, nos sentamos frente a frente y solo seguimos charlando, esperando a que ella bajara – habíamos quedado en cenar juntos –
Lara llegó minutos más tarde y como era previsible acaparó todas las miradas, con un vestido color petróleo ceñido al cuerpo donde destacaba un terrible escote redondo por donde sus enormes tetas parecían hacer un desastre al menor movimiento, ella era así, y solo me reí por dentro al ver la cara de los hombres, incluida la de mi amante.

Como si fuera lo más natural del mundo y pareciendo no notar lo que provocaba, se sentó a un lado en la pequeña mesa, a mi derecha, y a la izquierda de Jesús.

Si bien toda la seducción había empezado en la piscina, la parte fuerte para terminar los tres en la cama sucedería en esa cena, los temas recurrentes de conversación fueron sobre sexo, de amores, de amantes, de chicas con chicas y hasta el mentado trío, entre risas peligrosas y en disimuladas inocencias, con miradas pícaras y palabras calientes. En algún momento, Lara, como tanteando mi reacción pasó una mano bajo el mantel y la apoyó en mi muslo, la sentí cálida y si bien parecía solo casualidad, era evidente que no lo era.

Apreté mis piernas como acto reflejo porque sentí humedecerme, ella sabía jugar el juego, así que poco a poco fue subiendo por mi pierna y si yo no decía nada ella no pararía.

Empecé a morderme nerviosamente los labios, Lara parecía ignorarme puesto que hablaba con naturalidad con Jesús, pero por debajo de la mesa hacía su trabajo, subía y subía, centímetro a centímetro, yo me mojaba a mares y hasta me sentía nerviosa porque literalmente me sentía desbordada por mis jugos, me sentía toda húmeda, incluso en mis movimientos notaba todo mi pubis embadurnado y todo se me hacía incontenible.

Los inquietos dedos de Lara que acariciaban mi muslo estaban bajo mi pollera a escasos centímetros de mi conchita, ya no pude más, detuve su mano con la mía y le dije a Jesús

Amor, subimos al cuarto?

Pero ella apuró a decir

Vamos un rato al mio? es temprano todavía y yo estoy sola

Era obvia la invitación, y en minutos subíamos por el ascensor a la habitación de nuestra compañera y compartía sentimientos de intriga, deseos, expectativas, ansiedad, y todo se hacía un nudo en mi estómago.

Llegamos, y apenas la puerta se cerró ella tomó la iniciativa, vino a mi lado, me llevaba unos treinta centímetros, me intimidaba, Jesús solo miraba a un lado en una situación que se le hacía sexi, los pechos enormes de Lara estaban a la altura de mis ojos y noté su deseo a que los acariciara, y así lo hice, discretamente por donde podía tocarlos, sin desnudarlos mientras sus manos acariciaban mis cabellos. Ella levantó mi rostro para que la mirara directo a los ojos, me sentí tranquila, llamativamente tranquila, pasó una mano por mis cabellos, me besó la frente, luego mi nariz, mis pómulos, al final sentí la piel de sus labios rozar los míos, y luego los apretó, naturalmente abrí mi boca y sentí su lengua invadirme, era mi primera vez, pero empecé a besar en la boca a esa mujer, y los besos tenues pronto se hicieron más y más profundos, deliciosamente calientes.

Empezamos a jadear hasta que mi hombre me la arrebató, la llevó a su lado y le bajó el vestido, sus enormes tetas siliconadas quedaron a su alcance, tenía unos pezones oscuros y puntiagudos y Jesús solo empezó a perderse entre ellos, a tratar de devorar algo que era demasiado para él y yo me quedé observando ese cuadro, y a su vez ella me miraba a mi, en esa postura de siempre tener todo bajo control, como disfrutando que yo disfrutara observándola.

Fui sobre ellos, empecé a besar a mi hombre, y a ella, y ella a él, y llegamos a un enorme beso compartido entre tres, y no se como sucedió, pero sin darme cuenta me encontré chupándole los pechos a Lara, como una bebota, me supieron ricos, dulces, hasta que Jesús nuevamente estaba fuera de escena.

relato trio con novio y amigaSentí sus palabras llamándome, él estaba desnudo con su rica verga parada, bien dura, me senté sobre la cama y me tiré de espaldas, entonces el vino sobre mi rostro y empecé a lamérsela, tan rica, tan preciosa, ese glande rosado, me encantaba chupársela hasta beberme todos sus jugos, pero ella estaba ahí, sobre mi cuerpo, sus ojos a centímetros de los míos, solo mirándome, tomé la verga de mi hombre y la convidé, ella también se la chupó un rato, y luego yo, y ella, y ambas, nuestras lenguas se cruzaban compartiendo ese pene duro y caliente, era todo tan sensual, tan erótico, tan caliente, imposible narrar las sensaciones de estar con el, y con ella, todo en uno, perdida, entregada.

Ella se cansó del jugo y bajó un poco, desnudó mis tetas y fue su turno de lamerme, acariciándome, tocando todo a su paso, mientras yo seguía aferrada a la verga de mi hombre, sabia como seguiría la historia, Lara fue a besar mi vientre mientras levantaba mi pollera, fue cuando sentí vergüenza, mi ropa interior de algodón estaba empapada, literal, hasta los elásticos, ella levantó lentamente el frente y un líquido transparente y pegajoso se interponía entre la tela y mi piel, sentía explotar mi clítoris, no podía retenerlo y me daba pudor que una mujer fuera a colarse entre mis piernas, pero ella estaba decidida, me desnudó y pareció enloquecerse con mis jugos, a lamer esa pegatina olorosa, a comerme los labios, el culito, el pubis, mi clítoris y ya solo no podía, más lo hacía y más sentía como involuntariamente escapaban más y más jugos de mi sexo.

No pude retenerlo, me olvidé de la verga de Jesús, cerré los ojos y en espasmos terminé en un terrible orgasmo, fue hermoso.

Ella vino a mi lado para darme un beso enorme, para compartir todos mis jugos.

Jesús aún estaba ahí así que volvimos a chuparle la verga, pero mi novio tenía una obsesión marcada con las tetas de Lara, así que fue solo a chupárselas muy rico, perdido entre ellas, no podía divisar su rostro, ella se masturbaba pero lo caliente de la situación fue que ella mantenía contacto visual conmigo en todo momento, y me hacia desearla y era raro, en ese encuentro de a tres me sentía mas a gusto con ella que con el, era ella la que me estaba excitando y llevándome al límite, mi concha seguía caliente, metía mis dedos en ella buscando mis jugos para luego meterselos en la boca a ella.

Lara se liberó un momento y fue a buscar entre sus cosas, revolvió un poco y sacó un arnés con una sugerente prótesis, se la calzó y era obvio como seguiría el juego, ella acaparaba toda mi atención, caminó en forma sexi contorneando su figura y se recostó en la cama, esperando mi acción, la enorme verga de juguete apuntaba al techo, no dudé en ir a cabalgarla, me la metí toda, hasta el fondo y solo empecé a mecerme sobre ella, era todo muy sexual, veía sus labios, sus ojos, sus cabellos, sus grandes tetas, su vientre transpirado, cada tanto ella me atrapaba y llevaba mi boca a la suya, nos fundíamos en besos interminables, sentía sus filosos pezones acariciar los míos y era muy loco, la forma en que jugaban nuestros cuerpos desnudos invadidos por gotas de sudor.

Jesús no pensaba quedarse fuera del juego, mientras todo esto sucedía el por detrás acariciaba mi culito, mi esfínter, y colaba sus dedos, me incorporé y giré mi torso lo que pude, el también merecía unos besos calientes de mi parte, y le regalé una sonrisa cómplice dejándole saber que podía tomar lo que quisiera, y por si no quedara claro me esforcé por susurrarle al oido algo así como ‘dale bastardo, que esperas, partirme el culo!’

Su reacción no se hizo esperar, en un abrir y cerrar de ojos me estaba penetrando por detrás.

Fue mi primera y última doble penetración, fue sexi, original y lo disfruté a los gritos, clavando inconscientemente mis uñas en el cuerpo de mi compañera de turno. Era demasiado, sentía que me romperían por ambos lados, esas dos cosas entrando por mis agujeros en forma frenética una y otra vez sin parar, no duraría demasiado.

De repente mi novio salió de donde estaba conteniendo apenas la eyaculación, se colocó de lado y empezó a acabar muy rico sobre las tetas de Lara, a ella le encantó y las juntó entre sí para recibir el semen caliente que fue blanqueando todo a su paso mientras yo solo miraba la escena.

Cuando todo había terminado me incliné sobre ella y comencé a jugar con sus enormes tetas, mi lengua recorrió con cadencia el líquido que las cubría, disfruté ese sabor a hombre, se las chupé todas hasta que mi boca se llenó de esperma, entonces volví sobre sus labios para darle un profundo y enorme beso con sabor a hombre.

Luego de una pausa seguimos revolcándonos hasta el amanecer.

Pasó el fin de semana, y el siguiente día, y los siguientes, meses después terminaría definitivamente mi relación de amor y odio con Jesús, el me cortó, me dijo que ya no podía jugar a dos puntas conmigo y con su esposa, y como era previsible, yo era la que sobraba. Seguí adelante, por mi camino, hasta que Mariano, mi esposo llegaría a mi vida.

Con Lara aun nos seguimos escribiendo cada tanto y aun la sigo por Instagram, ella aún se siente centro del mundo y sigue explotando sus atributos con fotos muy jugadas, al borde del infarto. Después de ese trío en el hotel, y después que rompiera con Jesús, ella intentó mas de una vez de ir mas lejos conmigo, buscando una relación profunda entre nosotras, me sentí halagada pero no podía ser, a mí me gustaban los hombres y poco a poco renunció a esa idea.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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