Relato erótico de los juegos con mi amiga Ceci y su pareja

Me considero una mujer liberal, no me gusta demasiado atarme a relaciones muy largas, no quiero ser posesiva y tengo miedo a los amores de película, tal vez porque me han herido algunas veces.
Como sea, hoy en día no me van esas personas celosas, tediosas, que se apoderan de su pareja como un bien preciado. Esa clase de personas se me hacen tóxicas y prefiero evitarlas.

Naturalmente soy hetero, me encantan los hombres y lo que tienen entre sus piernas, lo masculino complemente mi parte femenina, adoro coger y la sexualidad de pareja arman mi universo perfecto, diría que, en un noventa por ciento, los hombres llenan mi vida.

Pero también dejo un diez por ciento restante dedicado a las chicas, no es una situación de amor, algo que fantaseara hacerlo eterno, las mujeres solo representan un juego, una diversión, un pasatiempo. Y no es que cualquiera me diera lo mismo, no, apenas había estado con tres o cuatro, una noche de sexo, y tenían que tener algo especial para verme atraída.

De esas historias, rescato la sucedida hace un par de años, cuando conocí a Cecilia, y a su pareja.

En esos días yo soñaba con ser azafata, quería volar, conocer el mundo, pisar cada aeropuerto que existiera sobre la tierra, era joven y me sabía bonita, y además tenía muchas fantasías con respecto a los pilotos, tener sexo con total libertad, sin barreras, sin fronteras, me apasionaba.

Tenía las mejores calificaciones, y mi inglés era perfecto y fluido, pero mi vuelo duró poco, oficialmente el cupo estaba cubierto y no había lugar para mí, pero supe que fui rechazada por mi físico, buscaban chicas más altas, y mi trasero generoso era demasiado llamativo para la imagen de una azafata.

En fin, fue duro el golpe, pero debía seguir adelante con mi vida, en ese entorno hice algunos contactos, amigos, conseguí recomendaciones y terminé en una agencia de viajes, turismo y cambios de monedas.

Fue un poco loco como se dio todo, no era no que yo quería, jamás había imaginado terminar tras un mostrador asesorando a terceros, mis viajes alrededor del mundo se concretarían solo en mi cabeza, pero tomé todo lo positivo de esa experiencia, el lugar de trabajo era confortable, con horarios concretos, sin muchas presiones y la paga era más que buena.

En mi primer mes de trabajo, me asignaron a una persona como mi tutora, quien me haría las inducciones iniciales y me daría las capacitaciones de todos los temas de los cuales debía estar al tanto, su nombre? Cecilia

Y Cecilia fue de esas pocas chicas que encendían mi curiosidad, apenas unos años mayor que yo, de largos cabellos lacios y morenos, de piel blanca y un rostro de facciones angelicales, era muy femenina en su forma de hablar, muy prolija en su aspecto y siempre olía bien, y eso me encantaba de ella, además, Ceci tenía dos tetas impresionantes, enormes, había reparado en ese detalle al momento de conocerla, era imposible no hacerlo, le tuve sana envidia en lo bien que venía por arriba.

Y fuimos compañeras de empleo, y nos hicimos amigas, cómplices, en nuestros ratos libres hablábamos de cosas de mujeres, le había contado toda mi vida, ella la suya, que estaba en pareja hace un par de años, su chico se llamaba Marcos, tenía un gimnasio, y llevaban una relación bastante abierta, como del tipo que a mí me gustaban.

Hablamos de sexo, historias profundas, congeniamos muy bien, ella también había tenido algunos besos con chicas, pero no mucho más que eso, y hablamos de sus tetas, objeto de deseo de los hombres, me contaba como sacaba provecho de ellas con pronunciados escotes y demás cosas típicas de chicas, también le dije que me encantaban y que me despertaban muchas fantasías, a las que ella solo respondía con sonrisas y sonrojos en sus cachetes. Ceci también fue directa conmigo, me dijo que mi trasero había ganado popularidad entre los varones compañeros del trabajo, algo que yo ya me había dado cuenta, mi culo jamás pasa desapercibido.

Poco después conocería a Marcos, una tarde ella me lo presentó a la salida del trabajo, con cabellos muy a la moda y barba prolijamente recortada, de ancha espalda y altura considerable, muy simpático y entrador con sus palabras, hablamos un rato, y quedamos en salir a tomar algo algún día, los tres juntos, y tal vez el pudiera presentarme algún amigo.

Y en unos días las cosas solo se fueron dando, como engranajes que se van hermanando, Ceci metió a su chico en el juego.

Marcos solía enviarle WhatsApp preguntándole por mí, y no eran del tono que imaginan, no, él iba al hueso, le decía a ella que me dijera a mí que tenía un culo precioso, Ceci se reía a carcajadas y me mostraba directamente lo que él le mandaba, era muy sexual y caliente todo, porque a veces yo le respondía a ella ‘decile que le voy a comer la verga’ y ella jugaba el juego. Otras veces, sin embargo, también le decía cosas como ‘me voy a coger a tu chica’ y en esos momentos Ceci me miraba con hambre contenido.

Todo pasaba por esos juegos de palabras, insinuaciones y provocaciones por escrito, entre ella, él y yo, pero ninguno de los tres daba el siguiente paso, hasta ahí eran todas fantasías, y jamás se había dado siquiera esa reunión para tomar unos tragos, pero el pedía insistentemente fotos de mi culo, abiertamente, Cecilia me contaba que quería masturbarse con mis fotos y a ella la excitaba toda la situación, y en algún punto, de las palabras pasamos a los hechos.

Esa mañana había sido todo muy caliente, demasiado, supuse que estaría ovulando puesto que me hervía la concha, estuve mojada todo el día y Ceci estaba demasiado juguetona, con el tema de las fotos para Marcos y esas cosas, insistiendo que me dejara fotografiar desnuda para calentar a su chico. Fui por todo, en las instalaciones teníamos una pequeña oficina privada en la planta alta, era reservada para ocasiones especiales donde había transacciones con mucho dinero, donde era seguro y reservado.

Le dije a Ceci que me acompañara, todos estaban ocupados en sus quehaceres y no notarían nuestra ausencia por un corto tiempo, ella vino conmigo sin imaginar de que se trataba.
Llegamos al cuarto, cerré la puerta con llave, fui directa, puse mi celular sobre la mesa, en modo cronómetro y disparé

Diez minutos, me dejas que te chupe las tetas por diez minutos y me sacas una foto para Marcos

Cecilia se rio con nerviosismo, no dijo que sí, pero tampoco dijo que no, la había descolocado con mi propuesta, y sabía que debía aprovechar el momento de confusión que ella tenía, puse el cronometro en marcha, me acerqué, ella estaba apoyada sobre el escritorio, la mire fijamente a los ojos, solté el corbatín del uniforme que se ajustaba el cuello y luego uno a uno los botones de la camisa, su pecho dejaba en claro la forma en que ella respiraba, tomando grandes cantidades se aire, llenando sus pulmones con aire, solté su corpiño, sus tetas eran solo gigantes, con las aureolas oscuras más grandes que viera en mi vida, las acaricié, me incliné y fui a pasar lentamente mi lengua por su pezón, llenándolo de saliva, muy rico, luego al otro, y solo me perdí entre ellas, eran suaves, maternales, dulces.

Los gemidos contenidos de Ceci me dejaron saber que todo iba bien, subí un poco para besar su cuello y ella trató de besarme en la boca, pero la evadí, para que se retorciera en su deseo, volví a sus tetas y poco a poco la tuve bajo mi poder, bajo control, una de mis manos fue a jugar en sus muslos, y poco a poco ella dejó acceder, arriba, más arriba, llegué con mis dedos a su conchita, pero su ropa interior y sus medias de nylon me impidieron avanzar, solo pude notar que estaba mojada y caliente. Ceci tenía sus piernas abiertas, me apretaba la cabeza contra sus pechos y sus gemidos se hacían imposibles de contener, yo misma me sentía hervir, tenía un volcán entra las piernas expulsando lava sin cesar y solo refregaba con mis dedos la entrepierna de mi amiga.

El ringtone del celular nos trajo a la realidad, habían pasado los diez minutos pactados y me separé como un resorte de su lado, ella me miró con cara extrañada y reclamó

Qué haces perra? no me vas a dejar así! terminá con lo que empezaste!!!

No no… – dije con una sonrisa – tratos son tratos…

Cecilia no había acabado, la había dejado al borde, y preferí que así fuera, dejarla bien caliente, incluso yo lo estaba, pero en ese momento, la jugada salía perfecta.

Me aparté de su lado mientras ella acomodaba sus ropas aun maldiciendo, me puse de espaldas y bajé mi pantalón para que ella me fotografiara, y le dije

Decile a Marcos que estoy muy caliente y tengo unas ganas terribles de coger

Ella sacó su móvil y tomó algunas fotos cerrando la parte del trato, aunque era obvio que Ceci estaba molesta puesto que no la había dejado llegar a su orgasmo, pero íntimamente yo sabía que estaba en lo correcto.

Volvimos a nuestro trabajo, confirmamos que nadie había notado nada, solo era un secreto entre nosotras.

En el tiempo que quedó de la jornada, Ceci estuvo más atenta a su móvil que a su empleo, es que al otro lado Marcos había quedado impactado con las fotos y le decía a ella, que me dijera a mí, que yo tenía un culo espectacular y que solo quería rompérmelo.

Y mi amiga, ofició de interlocutora entre su pareja y yo, porque a cada provocación que él me hacía yo le pagaba con la misma moneda, y si ellos no ponían límites yo me terminaría revolcando con ambos al mismo tiempo.

Los juegos de erotismo continuaron por una semana, donde día a día íbamos más y más a fondo. El viernes, al finalizar la jornada, Marcos estaba esperándonos en la puerta, para hacer un after office, y fuimos a un pub de la zona que solíamos frecuentar.

Nos sentamos a una mesa, a beber unas cervezas, en un juego que los tres sabíamos a donde conducía, es que en verdad Marcos era un chico muy guapo, de mirada seductora y un torso muy bien trabajado en gimnasio, ese día lucía una remera rosa pegada a su cuerpo que dejaba poco a la imaginación, con unos bíceps llamativos y unas manos grandes y sexis.

Él hablaba lo justo y necesario y se encargaba que nuestros vasos siempre estuvieran llenos, y entre risas y más risas sus manos recorrían con inocencia y discreción las curvas de su chica, y también las mías.

Después de un par de horas mi concha hervía, así que miré a los ojos a Cecilia y le dije

Me lo prestas? solo le quiero chupar la verga un rato…

Cecilia miró el entorno para asegurarse que nadie nos prestara atención, se acercó y con rapidez me besó en la boca, apenas un toque, con un dejo de vergüenza, de esa manera en que hacían sonrojar sus mejillas.

En un abrir y cerrar de ojos habíamos pagado la cuenta, nos habíamos escabullido en el coche y estábamos entrando al departamento de mis casuales compañeros.

relato juegos con una parejaNo hubo tiempo para detalles, apenas se cerró la puerta Marcos se me echó encima como un depredador lo hace con su presa, casi sin darme tiempo a nada, sus manos me invadieron, me arrastró contra la pared y metió su lengua profundo en mi boca, casi no podía respirar, llené mis manos con sus músculos, con sus brazos tan varoniles, me sentí cobijada en su amplio pecho, llené mi olfato con su exquisita fragancia, solo me derretí sin remedio. No dejaba de besarme, en un momento pasó de mi boca a mi cuello, eso se me hacía muy rico, y en esos intentes de tregua que me dio, giré mi cabeza buscando a Cecilia, ella estaba sobre un lateral, había dejado toda su ropa a un lado, completamente desnuda, miraba con entusiasmo lo que sucedía, una espectadora de lujo, noté como se mordía los labios, como su mano izquierda recorría con delicadeza sus enormes pechos, como su mano derecha se perdía entre sus piernas.

A todo esto Marcos era una locomotora sin freno, era un pulpo, tomó mi camisa y tiró con fuerza, los botones repiquetearon por el piso, fue muy sexi, sus manos se colaron bajo el corpiño, mis pechos quedaron pequeños en ellas, me giró a la fuerza, apoyó una de sus manos en mi espalda y me sostuvo inmóvil con mi pecho y mi rostro contra la pared, con la otra levantó mi pollera y lo sentí soltar su hebilla y acomodarse, solo se acomodó y me la enterró toda, me arrancó un gemido y solo empezó a cogerme, con fuerza, con locura, me susurraba al oído lo buena que estaba, como deseaba cogerme y como le gustaba mi culo, además me decía que mirara a Cecilia, a su mujer, a mi amiga, a la cornuda consciente.

Todo ese juego de casi violación consentida a la que me sometía, con las palabras justas llegando a mis oídos, con esa verga entrando y saliendo de mi conchita, con mi amiga masturbándose a un lado, con mis propios gemidos llenando la habitación, hicieron que con el solo roce del frente de mi tanga en el clítoris me arrancara un interminable orgasmo, entre gritos al borde de la locura.

En un descuido de Marcos me escapé de sus garras y fui sobre mi amiga, me arrodillé y le di un interminable, dulce y tierno beso de lengua, me supo demasiado rico, me llené las manos con sus tetas una vez más y sentí tenerla bajo control, casi en un susurro le dije

Me muero de ganas de chuparte la concha…

Ella no respondió, solo me dejó hacer, bajé un poco y otro poco más, me perdí entre sus piernas, su sexo sabía muy rico, estaba toda mojada, me encantó su sabor, entre ácido y dulzón, pasé la punta de mi lengua por su clítoris y ella se contrajo en respuesta, lamí sus labios, estaba muy caliente, ella, yo, había deseado hacerlo desde el día en que la había conocido y ahora se hacía realidad, me dispuse a darle la mejor chupada de concha que le hubieran dado en su vida, y Cecilia se perdía irremediablemente.

Las manos de Marcos se aferraron por mi cintura, no lo vi por detrás, pero pude sentirlo, yo estaba en cuatro patas y mi conchita recibió sus besos, el me daba lo mismo que yo le daba a Cecilia.
Era muy rico, solo que el poco a poco subió y empezó a chuparme el culito, se centró solo en mi esfínter, metiendo su lengua, haciéndome desear, y empecé a gemir mientras seguía pagada al sexo de Cecilia.

En un momento, como si ellos lo tuvieran ya preparado, Cecilia al borde del orgasmo le dijo

Dale… rompe….pele … el cu… lo a es… ta perra…

Marcos entonces solo se acomodó nuevamente y esta vez deslizó su pija por detrás, sentí mi esfínter apretarse sobre ella, y en esas últimas lamidas Cecilia se acabó en mi boca, gimiendo como puta, al borde del desmayo. En unos segundos el placer que me daba Marcos por detrás había acaparado toda mi atención, ya no podía hacer otra cosa más que disfrutar en la forma rica en que el me hacía el culo, y él me decía al oído, en esa forma tan rica que tenía de jugar con las palabras.

Te dije que no pararía hasta romperte el culo, puta hermosa…

Marcos empezó a alternar entre mi conchita y mi culito, cambiando de lado a lado a su antojo, era demasiado rico y me moría en gemidos, más cuando Ceci, quien estaba fuera de juego, vino a mi lado a besarme y a acariciarme los pechos, era demasiado, todo al mismo tiempo, hasta que al final él llegó al final, sacó su rica verga y sentí como toda mi retaguardia era salpicada por sus jugos calientes, Marcos llenó mis nalgas, mi conchita, mi culito con más y más leche caliente, hasta caer rendido sobre mi espalda.

El, naturalmente necesitó un tiempo para recuperarse, y fue su turno de ser espectador, espacio en el que Cecilia y yo le regalamos un show lésbico, aunque para ser honesta, mi amiga solo se dejaba hacer lo que yo quisiera hacerle, ella me dejó que le chupara las tetas, el cuello, el vientre, que metiera mis dedos en su concha, en su culo, que recorriera sus piernas, que comiera sus labios, solo era hacer tiempo hasta que el estuviera de regreso.

En pocos minutos, su chico estaba nuevamente en juego, vino hacia nosotras con su verga dura y solo empezamos a chupársela muy rico, ella y yo tratando se juntar nuestros labios, solo que el glande de Marcos quedaba al medio, fue demasiado caliente puesto que Ceci y yo nos mirábamos fijamente, mientras buscábamos besarnos y comer esa verga tan rica, a veces yo se la chupaba y ella miraba, a veces era su turno, le comimos los huevos, el tronco y llevamos entre las dos a ese chico a la locura.

Marcos se retorcía de placer y su placer era nuestro placer.

Era solo cuestión de tiempo, su semen empezó a brotar lentamente, sentimos su sabor, y un poco más, y otro poco, fue muy excitante dejarlo chorrear, llenarnos nuestros labios, nuestras lenguas, besarme con Cecilia, compartir el sabor de su hombre, seguir y seguir, hasta limpiar todo, hasta que no quedara nada.

Recuerdo que en ese punto ya estaba satisfecha, pero seguimos un par de horas más, hasta que nuestros estómagos hambrientos nos hicieron notar que era hora de cenar.

Seguimos adelante, pasó el sábado, y el domingo, llegó el lunes y con eso volver a ver cara a cara a Ceci, y fuimos dueñas de nuestro perverso secreto, miradas, gestos, indirectas.

Solo que ella se mostraba un tanto perturbada, sentía que la situación había ido demasiado lejos, que se había escapado de sus manos, yo era su amiga, él era su hombre y habíamos intimado, y lo que era peor, ese lado lésbico que no sabía que tenía. Solo la calmé le dije que estaba bien, que no había problemas y que ya no lo repetiríamos si tan perturbada se sentía.

Una semana después repetíamos la historia, y a la siguiente por tercera vez. Luego Ceci entró en sus días femeninos y pusimos un alto al juego, y cuando ella salía yo entraba en los míos, se produjo una distancia natural.

Como dije al principio, soy mente abierta, como un ave, no me gusta verme enjaulada y no atarme a nadie, y en esos días miré hacia atrás y pude ver el futuro, de seguir adelante las cosas con Ceci y Marcos empezarían a complicarse, porque tarde o temprano los sentimientos entrarían en juego, comparaciones, celos, problemas.

Solo les dije basta, había sido perfecto como había sido, mejor dejarlo en ese punto y recordar lo mejor de esos tres encuentros, Ceci estuvo de acuerdo, y Marcos, el más reticente, tuvo que resignarse y aceptarlo.

Hoy, seguimos siendo compañeras de empleo y mejores amigas, con Marcos todo quedó en orden y salimos los tres solo por unas copas, solo hasta ahí, aunque bueno, el sigue enamorado de mi culo, y cada tanto le regalo una foto.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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