Era sábado por la noche y esperaba a que mis amigas pasaran por mí. Rebeca y Verónica llegaron a eso de las 10:30 y nos dirigimos a la fiesta de cumpleaños de José, para nuestra decepción la fiesta estaba aburridísima y comenzamos a pensar en excusas para poder zafarnos rápido de ahí.
Un chavo que supongo es amigo del cumpleañero apagó la música y nos ordenó que fuéramos todos a la sala, éramos unos 15 aproximadamente. Intrigados nos dirigimos hacia donde nos indicó, buscamos donde sentarnos y esperamos a ver cuál era la urgencia, con toda sinceridad nos dijo:
— Esta fiesta se está tornando aburrida y tediosa, ¿a poco no?
Todos en coro gritamos que si con todas nuestras fuerzas. El chavo propuso un juego para hacer aquello más ameno, comenzamos con el típico “yo nunca nunca”, si no has escuchado este juego te explico.
Un juego para hacer la fiesta mas divertida
El juego consiste en decir “yo nunca nunca…” y ahí dices algo que has o no has hecho, si lo has hecho tú y todos los participantes toman de su trago, si no lo has hecho no tomas nada.
Por ejemplo: “yo nunca nunca he estado en un trio sexual” si le tomas a tu bebida es que si lo has hecho y si no pues es que no. En este juego se detectan muchos pervertidos y experimentados sexuales, ya que todos lo toman como declaraciones sexuales.
Al parecer mis amigas y yo no éramos para nada unas santas y comenzamos a ponernos un poco ebrias con aquel juego sexual. Después de este juego jugamos a pasarnos las cartas con la boca y fueron eliminando gente.
Quedé en la ronda final con Verónica, estuvimos cerca de darnos un pequeño beso sin querer, los hombres animados querían ver más, como es de esperarse. Jugamos acercando los labios, pero sin besarnos, es divertido tener a todos a la expectativa de que haces.
La fiesta se va calentando un poco más
El siguiente juego consistía en decir “Yo quiero” y decir algo que siempre has querido o algo que querías o deseabas mucho en ese momento. Este juego mezclado con varios tragos encima era una peligrosa combinación para todos.
Como es de esperarse los comentarios se tornaron sexuales, “Yo quiero estar en un trio alguna vez”, “yo quiero hacerle sexo oral a un chico”, “yo quiero hacerlo por atrás”.
De repente un chico dice, ¿no sería más interesante cumplir los deseos?, de que sirve decirlos, todos comenzaron a reír y alguien dijo :
— Vale, “Yo quiero que tú me la chupes”.
El chavo sonrió y fue hacia él, aquel burlón se quedó trabado cuando lo vio ir hacia él e intentar bajarle el pantalón. De inmediato pensé que aquel momento de diversión se iba arruinar y terminaría en golpes entre hombres y así parecía ser, el chavo dio un salto y le dijo:
— No inventes, era broma!
— ¿Seguro?, yo no bromeo y si en verdad lo quieres, lo hago. No deberías jugar con algo si luego no eres capaz de hacerlo.
Tal vez fue por orgullo o por que en verdad deseaba aquello, el chavo que había pedido la chupada levantó las manos y le dijo: “adelante”.
El joven le bajó el pantalón, se hincó ante él, le saco el pene y se lo metió en la boca. Estaba sorprendida, volteé a ver a Rebeca y a Verónica, tenían la boca abierta, estaban sorprendidas al igual que yo. Sin embargo más allá de la sorpresa había algo más en su rostro… había morbo.
Todos estaban gritando, ¡dale dale!, hasta que el chico acabó en la boca de aquel joven y todos comenzamos a aplaudir.
La fiesta se calienta mucho y el morbo aumenta
¿Qué rayos acaba de pasar aquí?, me decía a mí misma y sin embargo podía sentir como me hervía la sangre y me palpitaba el clítoris.
Rebeca y Verónica se levantaron por un trago y me ofrecieron traer uno. Cuando las vi caminar las vi de una manera diferente, no sé si fue en aquel momento que descubrí que me sentía atraída hacia ellas o si solo fue la mezcla del alcohol con aquel juego sucio que me despertó mi parte lésbica.
Verónica era un poco más alta que Rebeca, Verónica media 1.62 cm y Rebeca como 1.57 , ambas eran muy guapas y sexys, traían zapatillas negras de tacón mediano de aguja.
Rebeca tiene su cabello negro a la altura de donde termina el cuello, cae desde atrás hacia enfrente, lacio y brilloso, le da a su cara una perfecta simetría, sus ojos medianos color grises, su nariz pequeña y sus labios rojos brillantes la hacían ver tan sensual.
Verónica tiene el pelo largo, chino y color rojo, tiene unos ojos grandes color miel, con el delineado negro le da un efecto dominador a su mirada, ni siquiera yo podía mantenerle una corta mirada, su boca es grande y carnosa y traía un tono morado con rosa muy llamativo y sexy.
Ambas lucían vestidos cortos y un poco escotados del busto, Rebeca tiene pechos medianos pero bien formados y Verónica tiene los senos grandes y llamativos, imposible desviar tu mirada.
Todos esos detalles no los había notado tan bien hasta aquel momento, cuando llegaron sonreí coqueta y ellas dijeron ¿y tú qué?, nada chicas, conteste. Escuché mi nombre, vamos Gissel, vas tú, escuchaba mi corazón, comenzó a palpitar fuerte. Sentí un calor recorrerme y una gota de sudor perlando mis mejillas, estaba nerviosa por lo que iba a decir:
— “Yo quiero besar a Rebeca y Verónica”.
Me animo a besarme con mis dos amigas
El bullicio no se hizo esperar, gritos y ánimos del público presente, aquellas chicas sexys que eran mis amigas comenzaron a reír, pero se acercaron a mí con los ojos un poco perdidos por los estragos del alcohol, Verónica me miro y me dijo:
— ¿Segura que esto quieres?, ¿mis besos no son fácil de olvidar?
La tomé del cuello y la acerqué a mis labios. Primero fue de piquito y después abrió sus labios, comenzó a besar muy lento y poco a poco daba un roce de su lengua a mi boca hasta que la metió completa.
Sentí un escalofrió de placer delicioso, sin darme cuenta de cuánto tiempo había pasado nos despegamos, inmediatamente volteé a ver a Rebeca, estaba tímida pero deseosa atrás de Verónica. Se acercó a mí y me sonrió, le devolví la sonrisa y le besé la mejilla hasta acercarme poco a poco a su boca, le mordí su labio inferior y comencé a besarla. Ella respondió de inmediato, lengua, mordidas, saliva y más lengua se hicieron sentir en aquel beso.
Cuando terminamos nos dimos cuenta que había un silencio, todos estaban atentos y excitados viéndonos . Tragué saliva y dije:
— ¿Qué turno sigue en el juego?
Todos rieron y la fiesta se puso más erótica y atrevida, un chico dijo:
— “Yo quiero meterle mi polla a Rebeca”
Y la reunión termina en una fiesta sexual morbosa al 100%
Aquello sonó demasiado fuerte pero ya todos estábamos muy calientes y la reunión se había convertido en una fiesta sexual. Creo que ya ninguno tenía limites, Rebeca nos volteó a ver como pidiendo la aprobación de sus amigas. Me levanté, le bajé la tanga, la incliné y mostré su vagina.
Rebeca sorprendida y excitada gimió, el chico se levantó, se bajó el pantalón y sin pensarlo se la insertó a Rebeca. Yo seguía ahí de pie a un lado de ellos, disfrutaba la vista, debo confesar, Rebeca no tenía donde apoyarse así que se apretó de mi pierna fuerte mientras se la metían.
Verónica llegó y comenzó a tocarme los pechos, yo me dejé llevar y de repente todo se había descontrolado. A mi alrededor había personas teniendo sexo de mil maneras, teniendo sexo oral, de perrito, tríos, cuartetos, dos chicos una chica, dos chicas un chico, dos chicos, dos chicas, anal, embarrados de alcohol, de crema, besos, semen desbordado…
Mientras yo probé la vagina de Verónica y Rebeca, hundí mis dedos en ellas, por todos sus orificios disponibles. El chico me hizo suya al igual que a mis amigas, me vine como 5 veces de diferentes maneras.
También hice venir a mis amigas y al chico que nos acompañaba. Se sumaron chicas y chicos, iban y venían, terminaban en nuestra boca, nos aventaban fluidos en la cara, en las nalgas, en las bubis, nos lamiamos, nos saboreamos, vivíamos la vida…
Aquella noche ha sido la más salvaje que he vivido en esa fiesta sexual y a aquellas deliciosas amigas las sigo saboreando de vez en cuando.
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