Relato erótico de un matrimonio por conveniencia y relaciones de tres…

Hacía tiempo que conocía a la familia Rosales, muchas veces la señora de la casa me había contratado para renovar sus ambientes, soy diseñador de interiores y me gustan muchos las plantas, tenía pactado un abono mensual por el cual entre el primero y el diez de cada mes asistía un par de días a ver como marchaba todo.

Son gente de dinero, Eugenio Rosales, el hombre de la casa siempre fue un importante empresario del pueblo, había empezado despachando combustibles en una estación de servicios, fue encargado, luego socio minoritario, tuvo su primera estación, luego dos y en poco tiempo había hecho dinero, compró parte de un frigorífico de la zona y abrió una cadena de supermercados, también creó un estudio legal contable para que arreglaran sus problemas y llevaran sus números adelante, y claro, pronto ese estudio creció atendiendo a muchísimos clientes de la zona.

Eugenio Rosales, un tipo que sabía de negocios y que la plata llama a la plata, había empezado a codearse con jueces, políticos, gente con dinero y poder. Hacía un tiempo ya que lo venían tentando para postularse a la intendencia de la ciudad, lo que abriría camino a una futura gobernación de la provincia, y el hombre se veía muy entusiasmado con la idea, ya no era por dinero, era por poder. Su hijo mayor hacía tiempo que se había radicado en Estados Unidos, había estudiado en Harvard, su mujer, una importante y reconocida neuróloga que brillaba con luz propia, pero había una oveja negra en la familia, Mónica, o Moni como la llaman, su hija.

Mónica estaba cerca de los treinta y era la mancha que Eugenio Rosales debía limpiar para poder tener futuro político, es que Mónica era una rebelde narcisista, renegada de su familia, con ideales socialistas y lo que era aun peor, su reputación, soltera, pero como se rumoreaba, ‘de concha facil’, era sabido que a ella le encantaba la pija y se había acostado con medio pueblo.

Las cosas no le cerraban a don Eugenio, fue cuando se le ocurrió la idea, una mañana me llamó y fuimos a su despacho.

Me hizo sentar, me ofreció un café y me explicó que si no cambiaba la imagen pública de su hija, su carrera política estaría muerta antes de comenzar, entonces, si Mónica formara una familia como la sociedad demanda, todo sería mas facil, era solo pura propaganda.

Y claro, habían pensado en mi para montar el espectáculo, tendría mis ventajas, una mensualidad mas que acomodada para dormir tranquilo, casa, coche, sería un eterno mantenido, pero claro, también tenía que firmar un contrato pre nupcial donde me comprometía a respetar muchas cosas, ser un hombre correcto, buen esposo, padre ejemplar si llegara a darse el caso, y lo mas importante, en caso de divorcio no tendría derecho a reclamar una centavo de toda la fortuna.

Mónica estaba al tanto y era parte del proyecto, una chica petisona y gordita, simpática y amable, al menos las veces que habíamos cambiado palabras, de cabellos oscuros, y ojos negros, digamos ese tipo de chicas con demasiado busto, bastante cola y bastante abdomen, con un poco de sobrepeso para su edad. De todas maneras, a mi me interesaba mas su forma de ser, para tener una buena convivencia, las mujeres no me interesaban demasiado así que por mi estaba bien, solo deberíamos preocuparnos por mantener el show para las cámaras, pero cuando se apagaran las luces cada cual podría vivir su vida a su antojo.

Así fue como todo empezó entre nosotros, un casamiento que duró dos días con media ciudad invitada, en su mayoría conveniencias políticas, recuerdo mi sorpresa al ver al mismo gobernador en cargo de esos días, sin dudas Eugenio Rosales sabía jugar sus cartas. Y llegó la convivencia con ella, fuimos compañeros, amigos, dormíamos juntos y hasta tuvimos sexo, pero siempre llegaba alguien a casa a reparar algún electrodoméstico, o por el servicio del cable, o un compañero del partido, solo pantallas para el exterior, puertas adentro veía como Mónica se revolcaba como cerda, con uno, con otro y en verdad a mi no me importaba, a decir verdad me daba un poco de envidia porque veía mi sexualidad demasiado acotada a esas paredes.

Generalmente a la hora de ir a la cama, mi mujer por compromiso me daba detalles de sus amantes, como la cogían, como la chupaba, como se la daban por el culo, y todas esas cosas que supuse eran mas charlas pícaras entre amigas que para hablarlas con su esposo, pero como fuera, muchas veces me terminábamos calentándonos y revolcados entre las sábanas.

Pasó el tiempo, llegó el momento de renegociar el contrato, el padre de mi esposa seguía creciendo en el ambiente político, hacíamos bien nuestro trabajo, su esposa había sido galardonada por un trabajo en su especialidad, su hijo estaba de paso por Argentina dando conferencias en economía y aparecía en todos los medios, y claro, era como que nosotros deberíamos también aportar nuestra parte para ser noticia y equilibrar la balanza. Un nieto, Eugenio Rosales quería un nieto, sabía que con eso ganaría los votos indecisos de muchas mujeres, en especial de las de avanzada edad.

Todo implicó mas dinero, incluso más del que podía gastar.

Pero también implicó negociar a solas con mi mujer, pensando a futuro no tenía ninguna intención de ser padre, no quería dejarle la semilla en su útero, porque si alguna vez todo este palacio de cristal se rompiera, no cabía dudas de que su padre me borraría del planeta en un abrir y cerrar de ojos, y seguramente ya jamas podría acercarme a mi hijo.

Convenimos que fuera otro, quien sea, no tendría porqué enterarse jamás, en una vida de tramposos una mentira mas no dañaría a nadie, solo puse una condición, yo quería ser parte de esos encuentros.

Mi gordita en un principio se opuso, la hija del futuro intendente haciendo orgías, pero le hice notar que si la olla se destapaba algún día, todo volaría por los aires y esa sería la menor de sus preocupaciones.

Sergio Cardinale pareció ser el candidato más potable, quien reunía todas las condiciones, poco mas de veinte años, un rubio de cabellos en bucles, ojos celestes, un tanto avispados, conocido como ‘diente de lata’ por tener un implante en unos de sus dientes superiores en color plateado, visitaba seguido a mi mujer con la excusa de ser su personal trainer, pero se ganaba la vida dando ‘servicios pagos’ a mujeres que necesitaran los mismos, y mi esposa, estaba muy necesitada.

Con una musculatura de gimnasio muy llamativa, de piel bronceada y numerosos tatuajes y según Mónica, una verga increíble, por lo larga, por lo gruesa y por la forma en que acababa, ella decía que tenía la pija de un burro, que era caliente como un toro y la cogía como un tigre, y además, ‘le daba’ a lo que se cruzara en su camino.

Convenimos una noche, una cena en casa, debíamos ser lo mas discretos posible con este tema, era la hija del futuro gobernador.
Pasé a buscarlo por su domicilio y tuve que camuflarlo en la parte trasera, entre los asientos, lo tapé con una manta, era todo tan loco, volvimos con discreción, metí el coche en el garage y de ahí derecho al comedor por la parte interna.

Saludó a Mónica en forma muy efusiva apretándole las nalgas, ella no se quedaría atrás, directamente manoteando su entre pierna, el era enorme a su lado, parecía un oso.

Nos sentamos a cenar, Sergio, como todos los amantes que ella tenía no entendían muy bien como funcionaba todo, y mientras menos supieran mejor era, pero esa noche, entre los platos de la cena ella acomodó muchos billetes, y le dijo que seríamos tres en el juego, el joven se largó a reir, me miró y poniendo su mano en mi muslo dijo

Vos también querés? no hay problema viejo, todo bien.

En verdad estaba intrigado por lo que sucedería, el ambiente se había puesto muy meloso entre los tres, habíamos bebido demasiado y mi gordita estaba pasada de copas, la conocía bien, en esos casos ella empezaba a reírse por cualquier cosa, también empezaba a actuar por instinto, bajando los naturales bloqueos mentales, y así fue como se sentó sobre las piernas de Sergio y empezó a besarlo como puta caliente, había colado una de sus manos bajo la camisa y se llenaba con los músculos del pecho de nuestro rubio amante, él por el contrario se dejaba besar, pero parecía mantener su rol de invitado, muy justo, muy correcto y por mi parte solo me puse como espectador, como calentado motores para un juego que ya era inminente.

Los invite pasar al dormitorio, los tres, para jugar y ver que salía, Sergio y Mónica empezaron a besarse muy rico y en esos primeros segundos me sentí quedar una poco al margen del juego, claro, los roles de heterosexualidad estaban bien definido, pero yo jugaba para ambos lados un poco me incomodaba la situación.

Mi esposa se percató de lo que sucedía y me llamó

Vení mi amor, no te quedes afuera… tengo muchas fantasías con este juego…

Fui al encuentro y donde se abrazaban dos, ahora éramos tres, por un lado acariciaba los cabellos de Mónica mientras le daba un hermoso beso, luego ella alternaba con su amante, y yo observaba, mientras que con el otro brazo acariciaba la enorme y musculada espalda de Sergio, pasaron así varios minutos, donde ella jugaba con uno y con otro, muy rico, llenos de caricias y toqueteos tan sugerentes como indecentes, ella se liberó de sus prendas y sus enormes tetas quedaron colgando llegando a su barriga, las refregó por el pecho desnudo y perfecto de su amante, y noté que rico se veía.

Mónica entonces fue de rodillas, solo estaba interesada en el, vi como desnudó su sexo para empezar a chupársela muy rico, Sergio realmente tenía terrible pija, era gigante, no pude quitarle los ojos de encima y morir en deseo, miraba su sexo, miraba su rostro, con ganas de buscar su boca, pero no pude animarme por miedo al rechazo, acariciaba sus pectorales, sus bíceps y el en un gesto provocativo hacía lo propio en mis nalgas.

relato matrimonio de convenienciaMi mujer me sacó del letargo, sentí que me tomaba por la mano con la suya invitándome a bajar, y no perdí tiempo en complacerla, fui de rodillas a su lado, ella entonces me miraba saboreando esa verga como una rica crema helada, notaba el deseo en mis ojos, me convidó con una perversa sonrisa en sus labios.

Fui a chupársela un rato, estaba riquísima, enorme, dura y jugosa, era tan grande que había para compartir, ella lo masturbaba y me daba para que yo lo hiciera, pero también se encargaba ella se usar su boca.

Sentí la mano de Sergio en mis cabellos buscar hacer la penetración mas profunda, era muy excitante y sentí en mi paladar ese exquisito sabor del pre orgasmo, recordé entonces el objetivo principal del encuentro.

Forcé abortar el juego, Mónica se recostó, abrió sus piernas y permitió que el la cogiera rico, yo me puse de lado, muy cerca de su concha y de su verga, mi mujer solo me acariciaba la verga dura mientras mi vista recibía un primer plano de la cogida y mis oídos los ronroneos de gata de mi linda gordita.

Sergio se la metía toda hasta el fondo, cuan larga y gruesa era, cada tanto la sacaba y me la daba para que se la chupara un rato, pero yo volvía a metérsela en la cochita, tenía que llenarla de leche si queríamos conseguir el ansiado embarazo.

Y no tardaría mucho en suceder, el se contrajo y eyaculó todo en el interior de mi esposa.

Fue a relajarse unos minutos, a recuperar el aire, yo estaba con mi pija dura esperando mi parte, fue cuando los ronquidos de Mónica llamaron mi atención, lo miré a Sergio, el había notado lo mismo, solo nos reímos, como explicarlo, era un clásico de mi esposa, cuando se pasaba de copas hasta ponerse ebria, y después de un buen polvo, solo se quedaba dormida.

Lo bueno es que ahora esa pija enorme sería solo para mi, fui a gatas, el estaba a un lado, me colé entre sus piernas y se la mamé con devoción, con locura, sentí mi verga muy dura en un rico deseo de jugar, pero preferí no tocarme para retardar mi orgasmo.

Cuando logré que él estuviera nuevamente bien erguido, me dijo

Ahora es tu turno…

Solo me sonreí, me puse en cuatro pero fui entre las piernas de mi gordita, ella seguía ajena a todo, el semen de Sergio estaba chorreando por su conchita y solo empecé a chupársela, que rica estaba, tenía sabor a mujer, tenía sabor a hombre, estaba tan concentrado que mi amante me sorprendió por atrás arrancándome un quejido de dolor, es que era demasiado gruesa, aun para mi.

Poco a poco me relaje, y no tardaría en penetrarme y empezar a hacerme la cola, que rica pica que tenía ese bastardo! me hacía bufar! era tan grande, tan larga, tan gorda!. Yo sentía que me daba mucho placer, demasiado, y si bien me encantaba estar chupándole la conchita llena de leche a mi esposa, asumí que debería dejar de hacerlo para concentrarme solo en lo que recibía por detrás.

Después de un rato, el se sentó he hizo que lo cabalgara, lo hice sobre sobre su pija, pensé que me mataría, y solo forcé que mi culito se la comiera toda. Empecé a moverme, él me ayudaba con sus manos, y me decía al oído que le encantaba dármela por atrás, si yo era su putito y demás cosas que solo me enloquecían.

Mónica abrió los ojos y nos sorprendió en ese jugo, ella era así, admiraba la paz interior que tenía, podía quedarse dormida a mitad de un juego sexual, para luego despertarse y seguir como si nada hubiera pasado.

Se quedó a un lado, observando como esa verga enorme penetraba una y otra vez a su esposo, y le gustó lo que veía.

Mi gordita empezó a tocarse a un lado, con sus ojos llenos de placer, con sus oídos invadidos por mis constantes quejidos de placer.

Fuimos sobre la cama, ambos de lado, mi verga estaba dura y mi esposa empezó a chupármela muy rico, pero que diablos, Sergio me la daba por detrás, y ella estaba prendida por delante, era exquisito, estimulado por ambos frentes, no podría resistirlo mucho tiempo.

Fue Sergio quien me giró a la fuerza y me arrastró con el, ambos quedamos mirando al techo, yo por encima, que su pija bien enterrada en mi culo, y mi esposa vino nuevamente sobre mi, pero esta vez abrió sus piernas y solo se sentó.

Ella llevaba el ritmo, empujando y empujando bien abajo, comiéndose toda mi verga y a su vez, logrando que las penetraciones de Sergio sean demasiado profundas, lo suficiente para hacerme gritar en cada movimiento.

El ritmo se fue acelerando, los gemidos, los movimientos, sentía la conchita de mi mujer aun inundada por los jugos de su amante, me sentí venir, ella lo intuyó, se acariciaba los pechos y su clítoris, me vine en su interior al tiempo que Sergio llegaba por segunda vez.

Había sido suficiente, por ese día, mi mujer estaba impregnada por la mezcla de semen que le habíamos dejado entre amante y esposo y yo, yo solo trataba de recuperar el aliento, sentía mi culito dulcemente adolorido, abierto y llenito de leche.

Meses después, Mónica y yo recibíamos a los medios del país en nuestra bonita casa, la parejita perfecta había escrito la cartita a París y la cigüeña estaba en camino, ella lucía una incipiente pancita de tres meses y las elecciones para la intendencia estaban a la vuelta de la esquina. Nos mostramos como la familia perfecta, vendimos la imagen que el votante necesita comprar.

Y termina esta historia con un final feliz, Eugenio Rosales se transformaría en el nuevo intendente, y ya empezaba a mirar la gobernación, Mónica tendría un hermoso y regordete varoncito, tal vez algún día me diga papá, veremos, pero nadie sabe quien es el padre del pequeño bastardo, tal vez yo, tal vez Sergio, o tal vez alguno de nuestros tantos amantes que pasaron por nuestra cama.

Vivo una vida perfecta, de holgazán mantenido, lleno de lujos y monedas, compartiendo hombres con mi gordita, en mi matrimonio por conveniencia.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

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