Relato erótico de la venganza a su esposo de una mujer herida

Siendo sincera nunca fui la chica ejemplar, mi excelente figura siempre me puso en una posición de privilegio cuando los machos debían elegir y ante la competencia frente a otras hembras, ganaba la supervivencia del más fuerte.

Nacida bajo el signo de virgo, hace un poco más de dos décadas, de cabello negro azabache, lacio, cortado un tanto desprolijo a la altura de los hombros, cara redonda y chata, de grandes ojos verdes, nariz diminuta y labios carnosos, mi rostro está bañado en sutiles pecas. Soy bastante alta, pasando el metro setenta, vientre chato, pechos grandes, aunque siliconados, anchas caderas, piernas torneadas y una cola maciza, grandota y apetecible, digna de las mejores actrices de películas pornográficas.

A eso hay que sumarle mi total desinhibición por cualquier tipo de práctica sexual, oral, vaginal, anal, todo me encanta, el ‘no’ no está en mi vocabulario en la cama.

Mi objetivo de vida era claro, buscaba un macho con plata para que me mantuviera por el resto de mi vida, así deambulaba noche tras noche por bares nocturnos, donde frecuentaban los tipos de billeteras gordas buscando las mejores putas.

Así más de una vez terminaba enredada con desconocidos que me daban muy buena plata a cambio del mejor sexo, como no disfrutar una buena pija y más si encima te pagan?.

No me molesta si piensan que soy una puta fina, de hecho, lo asumo en mi intimidad.

Así fue que en una oportunidad conocí a Rodrigo Echenique, un importante empresario, muy conocido que después de la primera cogida quedó hipnotizado conmigo, cuando me visitó por segunda vez supe que había mordido el anzuelo, así sus visitas fueron tan frecuentes hasta que no pudo escapar de la trampa, al poco tiempo solo cogía con él y terminamos casándonos.

El objetivo parecía estar cumplido, como en un cuento de hadas pasaba a ser rica de la noche a la mañana.

Pero en un par de años me daría cuenta que no todo era tan fácil, la fortuna de Rodrigo no parecía tener límites y yo podía gastar todo el dinero que quisiera, pero nada era gratis, él era un tipo sumamente poderoso, sus tentáculos alcanzaban las altas esferas del poder, políticos, jueces, policías, gente corrupta y mafiosa, sin escrúpulos, su poder era más grande que su fortuna, y ante los medios y reuniones yo debía mantener la fachada de mujer perfecta, sonreír a todo el mundo, aunque yo supiera que él tenía muchas mujeres con las que se revolcaba y no dudaban en querer ocupar mi lugar.

Su poder no parecía tener horizontes, no había lugar donde escapar, no había lugar donde ir, el sin duda me encontraría, una tragicomedia, estaba prisionera en mi castillo de cristal.

Se había transformado en un déspota conmigo, como sus coches, sus caballos de carrera, y su ropa italiana, yo formaba parte de su colección. Me había obligado a colocarme esas enormes siliconas, a depilarme definitivamente la vagina, a tatuarme varias partes del cuerpo, piernas brazos, espalda, pechos y hasta sus iniciales en el pubis lampiño. Se excitaba mirándome, tenía que improvisar shows para él, como una golfa, metiendo enormes objetos en mi concha y en mi ano.

Yo hubiera hecho estas cosas con él y por él con sumo placer si tan solo hubiera existido una poco de amor entre ambos, pero poco a poco lo fui odiando más y más y estaba decidida a hacer lo necesario solo para verlo sufrir.

La vida me daría una oportunidad, esa noche volvíamos de una cena política, era cerca de las dos de la mañana, el chofer nos llevó de regreso a nuestra mansión, todo parecía normal, saludó a la custodia como de costumbre, nada hacía suponer que la traición era inminente.

Llegamos a nuestra habitación, casi en silencio, entramos y al encender la luz Rodrigo fue sorprendido por un certero puñetazo que lo derribó al suelo, asustada, me quedé paralizada al ver un tipo enorme, con músculos de acero, que nos amenazaba empuñando un arma.

Mientras Rodrigo aún estaba en el suelo me dijo

  • Señora, pórtese bien, el tema no es con usted, es con esta basura!

Y mientras decía eso le aplicó una patada en el vientre a mi esposo, a continuación, empezó a decirle que lo mandaba vengarse un tal ‘Alture’, por unos negocios en que lo había estafado y no sé cuántas cosas más que yo no entendía, Rodrigo se sintió acorralado y trató de disuadirlo:

  • Pará! pará! Tengo mucho dinero… negociemos…
  • Ja! ja! basura… no hay dinero que pueda comprarme…

Rogó en varias formas, en todas las posibles, tratando de negociar, pero el extraño se mantenía inmutable, fue cuando mi esposo jugando una última carta pronunció las palabras que jamás pensé escuchar:

  • No se… podes usar a mi señora… es muy bonita! No me hagas daño…

Yo no podía creerlo, maldito cobarde, típico de un miserable, en ese momento el extraño en silencio me miraba pareciendo analizar la propuesta, hasta que sentenció:

  • De acuerdo, vamos a jugar los tres, a mi manera…

Y tomándolo a Rodrigo de los pelos prácticamente lo arrastró hasta una silla obligándolo a sentarse sobre ella para luego esposarle las manos por detrás de manera que no pudiera moverse. El se sentó a su lado y me dijo:

  • Bueno jovencita, tendrás que salvarle el trasero a tu esposo, así que más te vale que seas complaciente conmigo, vamos quiero ver que tenemos…

En ese momento estaba con una tensa calma, incómoda pero excitada, nerviosa pero expectante, aflojé la cremallera de mi vestido celeste dejándolo caer al suelo, quedando solo con una diminuta tanga transparente y mis enormes pechos desnudos, solo que ahora Rodrigo parecía haber cambiado de opinión y me pedía que no le hiciera caso, que no siguiera, casi desnuda ante la mirada de los dos hombres, estaba entre la espada de la pared, negarme por el pedido de mi esposo, ó seguir ante el extraño que aún empuñaba el arma? El deseo de venganza fue más fuerte…

Me pidió que girara para ver mi culo, lo hice, escuché halagos a mi figura, me excitaba lo que estaba pasando, era increíble pero mi concha se mojaba más y más. Creo que el intruso había asumido que yo no haría nada en su contra, por lo que dejando el arma a un costado me llamó a su lado, me acerqué, estando el sentado llegaba a la altura de mis pechos, así que se dispuso a lamerlos, su lengua filosa pasaba por ellos dejando un húmedo rastro de saliva tras de sí, llegaba a mis pezones rozándolos apenas, sus manos se perdían en mi entrepierna, una por delante atacando la tanga sobre mi pubis y la otra por detrás se colaba bajo ella acariciando mi caliente anillo marrón, todo sutilmente como para hacerme desear demasiado, sin penetrar mi trasero, solo por el contorno, sin tocar mi clítoris, solo por encima de la seda transparente, sin comer mis pechos más de lo necesario. Trataba de disimular mi placer mirando discretamente a los ojos de Rodrigo quien seguía protestando.

Mi amante casual era muy guapo, cansado de este jueguito previo tomó el elástico de la pequeña tanga entre sus poderosas manos y tiró de ella hasta arrancarla dejándome totalmente desnuda, al observar mi pubis depilado con las iniciales tatuadas ‘RSE’ miró con desprecio a mi esposo y lo increpó:

  • Tan poco hombre eres para tatuarle tus iniciales a tu mujer? que te hace pensar que te pertenece?

El no respondía, solo gemía protestando, el macho comenzó entonces a lamer mi zona íntima, dándome besos cerca de mi placer, mojando sus dedos con mis jugos, lentamente, mi clítoris lo deseaba, era increíble la experiencia que estaba viviendo, gozaba con el sufrimiento de mi marido, los segundos pasaban, dos dedos se habían colado en mi concha que rebalsaba a mares, gesto inequívoco del momento de placer que estaba atravesando, otros dos se habían introducido en mi trasero, movía ambas manos jugando en ellos, su aliento caliente rebotaba en mi botoncito, no podía mantenerme en pie, no podía mantener los ojos abiertos, no podía dejar de agitarme, no podía dejar escapar gemidos, no podía, solo no podía…

Rodrigo se dio cuenta de mi estado y comenzó a insultarme:

  • Eras una sucia prostituta! te gusta? negame que te gusta! zorra hija de puta!!!

relato la venganza de una esposa dolidaSimplemente lo ignoré ya que en ese momento el extraño me llevó a la cama haciéndome arrodillar con mis rodillas juntas y mi culo hacia arriba, me hizo inclinar arqueándome de modo que mis tetas quedaron contra el colchón, mi esposo tenía el primer plano de toda mi apetecible retaguardia, el intruso se desnudó, de reojo vi una hermosa verga que se preparaba a someterme, escupió su mano y empezó a jugar en mi trasero, tomé aire, se preparaba para dármela por el culo, era mucho para mí, pero solo de imaginar la cara de mi marido esperé deseosa a que lo hiciera.

Se paró en la cama sobre mi posición con una pierna a cada lado, para luego ir bajando lentamente su miembro sobre mí hasta sentir la punta posarse en mi esfínter, empujando lentamente.

La verdad es que mi culo se había comido tantas pijas que casi sin perder tiempo había ingresado toda por completo, imaginen como gozaba mientras me hacía la cola, sintiendo esa carne dura entrando y saliendo, me apretaba los pezones, mis gemidos se mezclaban con las protestas que llegaban del otro lado

  • Hijo de puta! No le hagas el culo!!!… y vos… perra! Dejá de gozar!!! Los voy a matar a ambos!!!

Cuando creyó suficiente me llevó sobre la silla, forzándome a sentar sobre las piernas de mi esposo, frente a frente, cara a cara, quería que me viera, quería que me sintiera, el se colocó atrás y ahora me llenaba toda la concha con su verga, inmediatamente mis gritos de placer escaparon de mi boca.

  • Ayyy!!! ayyy!!! ayyy!!!

Su verga arrancaba orgasmos de mi concha, sintiéndola llegar bien profundo, la situación de que el bastardo sufriera con mi goce me enloquecía, mi argolla largaba fluidos a mares, sus palabras se mezclaban en el aire

  • Dale nena, llevá tu mano al clítoris, mastúrbate!
  • No! no le hagas caso! Maldita perra calienta pijas!

Obviamente llevé la mano a mi entrepierna y me masturbé, lo abracé fuertemente por la nuca y poniendo mi boca casi en su oreja dejé los gritos del orgasmo más terrible y profundo que recuerde en mi vida, estaba feliz…

Faltaba el toque de distinción para que la venganza sea completa, el intruso me hizo arrodillar y abriéndome la boca se masturbó a centímetros, me dijo que me acabaría en la boca, pero no debería tragar una gota, solo mantenerlo hasta que el me indicara que hacer. Mientras el otro seguía insultando en todos los idiomas, yo no le quité la vista de encima mientras el líquido amargo y espeso iba llenando mi boca, me ocupé de contener todo como me había pedido.

Tomó el arma, fue donde estaba Rodrigo y poniéndola en su cabeza le dijo

  • Cagón! cobarde!, abrí bien la boca porque te vuelo la cabeza

Ya se imaginan como terminó, se hizo sentar nuevamente sobre mi esposo y darle un enorme beso de lengua, gigante, terrible. La leche ya se había mezclado con mi saliva, sin embargo, por efecto de la gravedad dejé caer todo en su boca, haciéndolo tragar todo hasta la última gota, cuando separé los labios miré su cara de asco y no puede evitar sonreírme, era un cobarde.

Rodrigo se había orinado en los pantalones, empezaba a toser por la situación y terminó vomitando lo que había ingerido y yo? yo irradiaba placer por los poros.

El extraño me dio entonces la llave de las esposas para cuando él se retirara, hablo bien claro con mi esposo, le dijo que tenían suficiente información clasificada para hacerlo volar del planeta, que yo cogía muy bien, y que en adelante el debería permitir que me cogiera cuantas veces quisiera, y que nada debía pasarme, sería la única manera de mantener el statu quo.

Rodrigo, con lágrimas en los ojos mezcla de impotencia con bronca aceptó la propuesta, no dudaría en hacerme coger cada cinco minutos si era necesario con tal de salvar su pellejo.

Y así termina mi historia, ahora tengo un amante que provoca los mayores placeres en mí y las rabietas más increíbles en un hombre que pasó de ser un tigre a un cordero.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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