Relato erótico de encuentros peligrosos en nuestra luna de miel

Cuando conocí a Sofía apenas tenía catorce años, yo solo era dos años mayor que ella, era la hermana menor de una compañera de cursos. Solo empezamos como esos amores juveniles, puros, inocentes, de invitarla a tomar un helado y en un descuido, con la excusa de limpiar sus labios manchados con crema de vainilla, le robé un primer beso. Fui su primer hombre, ella mi primera mujer y aprendimos juntos todo sobre el amor.

PARTE 1

Pasados los veinte decidimos probar convivir y empezamos a recorrer un camino de pareja, ella con sus ocupaciones, yo con las mías, éramos uno para el otro, puro amor, esos amores platónicos, de película.

El tiempo pasó demasiado rápido, casi sin darnos cuenta Sofía llegaba a treinta años, y como obsequio de cumpleaños me pidió algo especial, quería formalizar ante el altar, la novia vestida de blanco, la fiesta, el viaje oficial de luna de miel, tantas veces postergado.

Y nos pusimos manos a la obra, civil, iglesia, buscar salón, seleccionar invitados y toda esa parafernalia que resultó fantástica.

El viaje de bodas, queríamos algo especial, único, Sofía soñaba conocer Europa, pero hubiera sido endeudarse en demasía, preferimos dejar ese viaje para el futuro e ir a algo más cercano. Desestimamos Chile y Uruguay por la cercanía, Recife y Bahía parecía ser una buena opción, pero Sofía tenía un poco de miedo por el idioma y lo desconocido. A su turno, también tachamos de la lista las playas de Cuba y de Isla Margarita en Venezuela, por la situación política de ambos países. Todo fue cerrando para elegir a México para tomar una semana de placer.

Y entre todas las cosas que estábamos programando en esos días previos a la boda nos encargamos de ver vuelos y parajes disponibles en la tierra Azteca.

Y ahí fuimos nosotros, los eternos enamorados, el uno para el otro, el sol y la luna, la tierra y el mar, dos almas gemelas que eran uno para el otro en un viaje que, sin saber, cambiaría muchas cosas.

Recuerdo que la primera vez que vi a Roxanne fue en el free shop del aeropuerto, había ido por unos chocolates para calmar a mi esposa, sería nuestro primer vuelo y la idea la atemorizaba bastante, ella estaba ojeando unas revistas y solo no pude dejar de observarla, es que era de esas mujeres que naturalmente llamaba la atención, alta, demasiado alta, de largos cabellos recogidos, teñidos en un original pelirrojo, de ojos claros y rostro poblado por pecas, lucía unos aros llamativos, una chaqueta negra con delgadas líneas grises, entallada a su cuerpo, hacía resaltar un busto más que sensual, por debajo una pollera en gris apagado llegando a sus rodillas, le dibujaban un trasero sencillamente espectacular.

Fuimos a pagar casi al mismo tiempo, cortésmente con una sonrisa le di prioridad por ser mujer, ella me devolvió la sonrisa dejándome ver unos seductores dientes perlados. En esos segundos de cercanía me embriagué con su exquisito perfume, ella sin dudas vestía bien, olía bien, lucía bien, se despidió con un ‘hasta luego’ y la vi alejarse meneando de lado a lado sus caderas, mientras sus finos tacos repiqueteaban en los cerámicos del local.

Me olvidé de ella, volví con mi amor y poco después anunciaban el embarque para el vuelo AR-322 con destino al aeropuerto de Guarulhos en Brasil, donde deberíamos hacer conexión para seguir a México. Subimos al jet, para nosotros era toda una experiencia, buscamos nuestros asientos y nos relajamos mientras poco a poco se iba llenando.

Fue cuando una pareja se acercó a nosotros por los dos asientos libres que estaban a la derecha de Sofía, alcé la vista y era ella, la chica perfecta del free shop, ella también me reconoció, y me dijo algo como

Que casualidad! hace un momento nos cruzamos cierto?

Si, en el free shop, respondí mientras me paraba para cederle paso.

Nos presentamos por una mera formalidad, Roxanne era su nombre, Marcos el mío, Sofía mi mujer, Alexis su marido.

Las dos mujeres quedaron al centro, nosotros a los hombres a los extremos.

Llegó el momento del decolaje, Sofía estaba tan nerviosa que parecía arrancar el posa brazos, y fue un momento emocionante, el avión ganó altura y todo se tranquilizó de repente.

Roxanne y Sofía se pusieron a charlar en el vuelo, y se dio naturalmente que se conocieran sus historias y nuestras historias, ellos tenían algunos años más que nosotros y se la pasaban viajando por el mundo, de casualidad nuestro destino era el mismo y no solo eso, también el hotel que habíamos reservado. Mi mujer le comentó sobre todo el estrés que le generaba toda esta nueva experiencia y ella le dijo que se quedara tranquila, que ellos nos ayudarían en un viaje que conocían de memoria.

Llegó el aterrizaje, y a cambiar de avión, esta vez, Alexis fue quien se sentó a mi lado para tender lazos de cordialidad.

Nos contaos algunas cosas y él fue directo al grano, me preguntó si hacía mucho tiempo que éramos swingers a lo que respondí con una sonrisa

Swingers? como que swingers? de donde sacaste eso? – dije muy seguro de mí mismo

Nadie reserva en un hotel para parejas swingers si no son swinger – me respondió asumiendo que yo disimulaba

En resumen, en lo que quedaba de vuelo, nos enteraríamos que en nuestra ignorancia habíamos reservado habitación en un hotel para parejas que gustaban cambiar parejas, que ni siquiera imaginábamos que existieran este tipo de hoteles y que Roxanne y Alexis vivían su pareja de esa manera y que tal vez tendríamos problemas por resolver en poco tiempo.

Al llegar notamos que estábamos en el mismo paraíso, la temperatura del agua, la arena, los colores los paisajes, y realmente viviríamos una semana de ensueño. Pero esa semana tendría un plus que no habíamos calculado, la excitación de convivir con parejas que cambiaban día a día, en sentirnos observados, en recibir propuestas, y un sinfín de situaciones que potenciaban nuestras fantasías y hacían que cada encuentro íntimo con mi querida mujer fueran explosiones de chispas y electricidad.

Sofia y yo jugábamos muchos con situaciones hipotéticas de cruces con alguna chica, o con algún muchacho, mezclas enviciadas de ocultas fantasías con celos disimulados, pero al final, en la cama, solo estaba ella, solo estaba yo.

A todo esto, podría decirse que Roxanne y Alexis de alguna manera se habían transformado en nuestros tutores, ellos nos enseñaban un poco de su mundo de intercambios, pero sin pasar los límites, compartíamos alguna cena, algún paseo de playa, tardes de piscina, a veces Roxanne estaba con algún amigo casual y a veces era Alexis quien llevaba de la cintura alguna de las mujeres del lugar.

Y así vivíamos la luna de miel más caliente que puedan imaginar.

Si México nos había sorprendido por ese tipo de hoteles en el cual habíamos caído inocentemente, aun nos faltaban sorpresas, Roxanne invitó a Sofía y Sofía me vino con la consulta, ‘playa nudista’.

Nunca habíamos estado en una y cuando estábamos en Argentina preparando todo, aun antes del casamiento, algo había charlado con mi mujer al respecto, la idea me daba mucho morbo y excitación, una vez en la vida, probar la experiencia, pero Sofía había contrarrestado cada insinuación con un ‘no’ rotundo. Era evidente que algo estaba cambiando en ella, justo ahora ella era la que insistía en ir, con nuestros nuevos y casuales amigos.

Y quedamos en hacerlo, aceptamos el reto y sabíamos que en esto no tendríamos retorno.

Esa tarde estaba espectacular, fue uno de los mejores días, con un cielo celeste y limpio, con una brisa apenas perceptible en el rostro y muchos recuerdos nos traeríamos de esa jornada de amigos, Roxanne tenía un cuerpo escultural, decididamente perfecto, parecía una caricatura porno, se hicieron evidentes también sus pechos operados injertos de silicona, también lucía depilada por completo, Alexis por su parte no se veía muy atlético pero tenía una verga terrible que colgaba de lado a lado, también se depilaba por completo y el detalle de su tamaño no pasó desapercibido ante los ojos de mi mujer, quien cada tanto me codeaba disimuladamente sin poder creer lo que veía, ella me susurraba ‘pellizcame porque estoy soñando despierta’ en un juego íntimo de seducción y provocación.

Habría más cosas para recordar, como que mi mujer y yo éramos dos principiantes y que pasaríamos horas eternas de vergüenza, casi permanentemente tirados en la arena, boca abajo, envueltos en pudor, y que nuestros amigos vivieran con total libertad su desnudez, como todos los que estaban en ese lugar.

También hubo un poco de propuestas veladas, los ojos de Alexis cayendo y otra vez sobre el trasero de mi mujer, es cierto que ella tiene un culito respingón y muy apetecible, pero en la mirada de ese hombre se hacía evidente su deseo, descarado, sin importar que yo estuviera presente, pero a la vez, Roxanne parecía jugar conmigo, siempre estaba cerca, y como si no se hubiera dado cuenta, sus enormes pechos pasaban una y otra vez cerca de mi rostro, como casualmente, al punto de provocarme una erección que esmeré por ocultar.

Esa noche, mi mujer y yo cogimos como animales, era rara la situación, pero ella solo hablaba de la belleza y admirable perfección de nuestra amiga, y yo tenía entre ceja y ceja la enorme verga de Alexis, recuerdo que le dimos sin parar hasta quedaros dormidos.

Llegaba el día de nuestro regreso a Argentina, se terminaba nuestra caliente semana, Alexis y Roxanne tendrían todavía algunos días por delante, por lo que nos invitaron a una cena despedida, en un lugar que ellos conocían, donde había comidas típicas mexicanas y ponían temas musicales variados de todo centro américa, con ese ritmo caribeño tan rico.

Y ahí fuimos, muy natural, nada extravagante, recuerdo que él tenía una camisa floreada tipo hawaiana, un pantalón corto a las rodillas y esas chancletas de playa, ella por su parte, un short de jean despintado y un top amarillo, bastante llamativo, con unas zapatillas planas, era solo pasar el tiempo.

Cenamos, bebimos, reímos, hubo chistes, miradas peligrosas, y juegos de palabras que mi mujer y yo preferimos dejar pasar.

A media noche pusieron un poco de bachata y Roxanne salió despedida de su lugar, le encantaba el tema y quería bailar, intentó que su marido la siguiera, pero se negó, entonces vino por mí, y que demonios, soy de madera para mover los pies, así que no le quedó más remedio que llevarse a mi mujer a la rastra.

Alexis y yo quedamos bebiendo unas cervezas, el pasó la mano por mi espalda, tomándome del hombro más alejado, como amigos y me dijo

Qué lindas son las mujeres, no crees? son lo más lindo de la tierra, pechos, caderas, esos traseros…

No respondí nada, mis pupilas se llenaban con los movimientos de la mujer que amaba y de la mujer que deseaba, él prosiguió

Vamos, vamos a bailar un rato, conozco a mi chica, y si la dejo sola terminará llevándose a la cama a la tuya…

Sonreí, y no me quedó más remedio que ir a bailar un poco, pasó un tema, otro, al tercero, entre risas Alexis se robó a mi esposa, y se la llevó a bailar con él, pero yo no en quedaría solo, en un abrir y cerrar de ojos Roxanne estaba pegada a mí, moviendo con sensualidad sus curvas de infierno, llegó un tema lento, y su cuerpo se pegó al mío, demasiado apretados, estábamos a la misma altura, mis ojos clavados en los suyos, nos separaban unos pocos centímetros, podía sentir su respiración agitada con olor a cerveza llegando una y otra vez a mi nariz, sus tetas parecían incrustarse en mi pecho y mis manos se habían aferrado peligrosamente a su cintura, muy cerca del nacimiento de sus glúteos, me di cuenta que la deseaba, y que tenía una erección evidente refregándose en su bajo vientre, me sentí como que ya solo nosotros estuviésemos en el lugar, intenté besarla…

Roxanne reculó apenas para evadirme y advertirme

Si nosotros nos vamos, ellos se van…

Sonó a un golpe frío, desmotivador, era cierto, Sofia bailaba con su cabeza reposando en el pecho de Alexis, la conocía demasiado, sabía que estaba cediendo y era lógico que, si me iba a coger a Roxanne, Alexis se cogería a Sonia, de eso se trataba el juego.

Me di cuanta que no estaba preparado, así que discretamente volvimos a la mesa solo para que corriera el tiempo, todo había terminado.

El día siguiente emprendimos el regreso, el vuelo fue raro, diferente, Sofía es una chica de hablar en demasía, pero estaba sorprendentemente callada, mirando por la ventanilla del avión, encerrada en sus pensamientos, y yo estaba en una posición similar, repasando una y otra vez la semana que terminábamos de vivir, muchas cosas habían cambiado, deseos ocultos afloraron, y comprendí que mi esposa había sido mi única mujer, y estaba desesperado por probar otra cosa, otra chica, coger con otra, como una necesidad animal que yo mismo cercenaba, esa mujer pelirroja me quitaba el sueño, y también comprendí a Sofía, un poco le pasaba lo mismo, ella tenía sentimientos, necesidades, deseos, y sabía que solo yo había sido su hombre, entonces, no me extrañaba que fantaseara con alguna otra verga, y más, si era la verga de Alexis.

Pasaron los días, los meses, con nuestros amigos teníamos un grupo de WhatsApp y estábamos en contacto y había alguna necesidad velada de volver a encontrarnos, sus fantasmas se habían colado entre nuestras sábanas, y jugábamos abiertamente con mi mujer, a imaginar que habíamos cambiado pareja solo por placer y después de dos meses, los invitamos a cenar a casa.

Llegaron puntuales, mi amor se había encargado de preparar una entrada agridulce y yo asaba algunas carnes a la parrilla, ellos trajeron unas bebidas y un postre helado, recuerdo que ella estaba terrible, con un pantalón engomado negro pegado a su piel y una remera entallada que dibujaba sus tetas como dos pelotas, con el cabello recogido y esa sensualidad que era innata en ella.

encuentros peligrosos luna de mielSe hizo evidente el calor en el ambiente, es que ella estaba conmigo, y Alexis con mi mujer, pasó la cena, pasó el postre, traje algunas bebidas blancas y un mazo de naipes, formé pareja con Roxanne, y jugábamos contra su esposo y mi mujer, era como que todo se acomodaba, pero en verdad, nosotros nunca daríamos el paso al frente.

En algún momento de la noche, y notando que nuevamente todo quedaría en amagos, Alexis empezó a hablar, a contarnos historias de sus interminables cambios de parejas y que estaban en búsqueda de cosas nuevas, por ejemplo, formar tríos.

Nosotros no entendíamos, pero el siguió

Miren, estamos jugando a las cartas cierto? juguemos entonces. Supongamos un juego de azar, donde tres de nosotros iríamos a la cama para hacer un trío, alguien necesariamente, debería ceder su lugar, puesto que acá no hay engaños, no hay cosas ocultas, ni infidelidades.

Las palabras sonaban peligrosas en la boca de Alexis, y las miradas calientes parecían desafiarse en deseos contenidos, yo tenía una erección dolorosa bajo la mesa, los pezones de mi esposa marcados como botones la delataban y asumí que todos estaríamos más o menos igual, él hizo cortar el mazo a su esposa, quien estaba a su izquierda y repartió una carta a cada uno, entonces dijo

Recordando que esto es solo un juego, y en una hipotética situación, sería justo decidir que quien saque la carta más baja, quedaría fuera de juego, al menos en la primera mano.

Se hizo un silencio profundo, yo era mano, el primero en voltear, podría haber renunciado, voltear la carta sería solo aceptar el trío, porque en el fondo, esto era más que un simple juego.
Di vuelta, un tres de oros amargó mi noche, mierda, no tenía muchas posibilidades de salir bien parado, maldije mi suerte, siguió el turno de mi esposa, y de igual manera tenía el interrogante, Sofía sería capaz de voltear? estaba realmente dispuesta?

Un reluciente rey de oros le llenó la cara de sonrisas, la tensión se transformó en placer y volví a maldecir, ella ya estaba dentro, y yo no quería quedar fuera.

Turno de Roxanne, un dos de espadas pareció sentenciarla, y yo me sentí aliviado, estaba dentro, apenas, pero estaba dentro.

Ella tiró la carta con bronca, y Alexis cerró la vuelta con un siete de bastos, él la tomó por el brazo, y le dijo

Lo siento amor, quedas fuera, agradece que solo es un juego, cierto?

Preguntó a modo de desafío

Pasaron unos minutos más y definitivamente era muy tarde, al despedirnos, Roxanne me dijo

Estos juegos son peligrosos, me quedaría sola, pero bueno, a vos te cogerían a tu linda mujer, igual esto es un pacto, uno a uno iremos quedando fuera, yo seré la primera

Sus palabras sonaron a un frío puñal, como una advertencia, y solo se fueron.

Había sido una hermosa velada, con un final erótico, con un juego de azar, porque todo había sido un juego, o no?

PARTE 2 – MARGINADO

Era todo un juego, decíamos Sofía y yo cada noche, solo tirar cuatro cartas al azar que nada significaban, o tal vez sí.

Todo se hacía raro en nuestra convivencia, era como si hubiésemos navegado quince años juntos, manteniendo firme el curso, convencidos del puerto conde queríamos atracar, y de repente, una ola enorme nos hubiera dado un golpe de timón y ahora estábamos a la deriva, sin rumbo, perdidos, confundidos, incapaces de tomar decisiones.

Sabíamos que pasar de la imaginación a los hechos sería un camino sin retorno, y que tal vez meter a un tercero en la cama hiciera tambalear muchas cosas que dábamos por seguras.
Después de esa noche, Roxanne y Alexis, no volvieron a tocar el tema en nuestras charlas de WhatsApp, era como que ya habían tendido la trampa y con el olfato del cazador solo esperaban por su presa.

Yo seguía reticente, pero para mi sorpresa, mi esposa era la que más insistía, incluso me confesó sin reparos que, aunque me amaba y me era incondicional, estaba muy ansiosa por probar la enorme verga de nuestro amigo, quería saber que se siente, sacarse las ganas, además, después, la rueda seguiría rodando y yo también podría comerme a Roxanne, algo que honestamente me quitaba el sueño

Nos sentamos una tarde en el patio de casa, te con leche y galletitas de por medio para hablar como personas adultas, creo que de haber podido hacerlo ambos hubiéramos tratado de reescribir la historia y no haber viajado a México, no haber tomado ese avión, no haber cruzado palabra con Alexis y Roxanne, pero eso era imposible, y ellos se habían colado en nuestros huesos y las fantasías nos acosaban en nuestra cama cada vez que hacíamos el amor.

Pasamos un par de horas muy ricas, muy íntimas, con miradas profundas, habíamos tomado la decisión, nos tomamos de las manos y nos juramos que pasara lo que pasara nuestro amor estaría por sobre todas las cosas.

Preferí ser yo quien le daría la noticia, así que solo llamé a Alexis y le dije sin muchos rodeos que habíamos decidido que el tema de las cartas no quedara solo en un juego, que estábamos dispuestos a empezar la ronda y que solo quería dejar en claro algunas cuestiones para evitar malos entendidos, si ella decía ‘no’ era ‘no’, nada de violencia, nada de golpes, nada de sexo anal, nada de acabarle en la boca, Sofía tenía algunos reparos y no queríamos que ella se portara como una puta.

Alexis solo se reía al otro lado, me decía que se notaba que éramos unos novatos en el tema pero que estaba todo bien, que me quedara tranquilo y que tranquilizara a mi esposa, que él entendía y que no habría inconvenientes, antes de cortar me dijo que se alegraba que nos hubiésemos decidido, y me dijo si podríamos encontrarnos en ‘Big Tower’, un conocido pub de la ciudad donde se come, se puede hacer karaoke y también se puede bailar, le dije que confirmaría con mi mujer, pero en principio no habría inconvenientes.

Esa tarde fuimos de compras, Sofía se mostraba especialmente excitada y eso me ponía un poco en alerta, es que yo no conocía ese lado suyo tan de puta por así decirlo y eso me molestaba un poco y entendí que no sería fácil para mi tragar la píldora que debería tragar.

Fuimos de negocio en negocio, ella buscaba un vestido, alguno que la hiciera lucir bien, que resaltara un poco el poco volumen de sus busto y que a su vez disimulara un tanto la generosidad de sus caderas, entendí que mi mujer en verdad estaba luchando contra la perfección de Roxanne, en una lucha que tenía perdida antes de empezar, y entendí también que ella solo pensaba como seducir a el tipo que en breve se la cogería, casi sin importar que su esposo estuviera presente, tenía un nudo en el estómago que no sería fácil de desatar.

Mi esposa parecía no decidirse nunca, caminamos decenas de cuadras, entramos en cientos de negocios y se midió miles de vestidos, sentía un creciente fastidio puesto que parecía desesperada por impresionar a Alexis y me preguntaba si alguna vez ella hubiera actuado de igual manera para sorprenderme a mí.

Al fin se decidió por un vestido ceñido al cuerpo, tipo minifalda, que se le ajustaba bastante en la cola y dejaba sus hermosas piernas desnudas, en color rojo, muy llamativo. Tenía un detalle, entre sus pechos, desde el escote redondo tenía una abertura de unos diez centímetros y esa abertura bajaba por su vientre, pegando una delicada curva y bajando por su cadera por el lado derecho, esa abertura tenía ojales y esos ojales se unían por un grueso cordón negro entrelazándose en cruces como cordón de zapatillas.

Cuando me llamó al probador para mostrarme como le quedaba, me opuse de inmediato, es que se veía su piel desnuda en toda una lonja de su cuerpo, muy provocativa y para lucir ese vestido no debería usar ropa interior.

Sofía se largó a reír y me hizo notar que ese espacio en verdad estaba cubierto por debajo en una tela color piel, no se quien diseñaba esos vestidos, pero yo había mordido el anzuelo.

Volvimos a casa, ya no había tiempo para comprar zapatos así que decidió conformarse con algunos de los tantos que guardaba, aún tenía que ducharse, y pasar por la peluquería!
Sofía fue de su amiga de confianza para que le planchara los cabellos, yo tomé un baño bajo el agua y trataba de enfriar mis emociones, y apaciguar una erección que naturalmente se me había producido.
Volví al cuarto con el cuerpo aun húmedo, sobre la cama matrimonial, a su lado descansaba el vestido que se había comprado, además, un sostén armado blanco que le regalaría un busto más armonioso, haciendo juego con un culote blanco con sensuales transparencias, unos zapatos rojos con finos tacos de unos quince centímetros descansaban al pie de la cama.
Estaba excitado, y solo imaginar lo que vendría me daba muchos deseos de masturbarme, pero no quería desperdiciar municiones que más tarde necesitaría.

El ruido de la puerta me hizo notar su regreso, pasó casi corriendo al baño, estaba atrasada, me dijo que aún debía rasurar sus axilas y también emprolijar sus entrepiernas, yo solo me sonreí y con mi paciencia acostumbrada me preparé para salir, soy un tipo meticuloso y siempre tengo todo listo, todo puntual.

Sofía vino al dormitorio tan rápido como pudo, desnuda, descalza, tenía un peinado muy rico, de lado, dejando su oreja izquierda descubierta por completo, yo me aseguraba de los últimos detalles, billetera, tarjetas, dinero, celular, llaves del coche y de reojo prestaba atención a lo que ella hacía, como se puso ese culote, el sostén, el vestido, los zapatos, estaba preciosa, realmente preciosa, no podía dejar de mirarla y tenía un instinto asesino que no podía controlar

Te gusto? que te parece? – preguntó ella sabiéndose muy perra y sabiendo cuanto me gustaba

Fui a su lado de la cama, no dije nada, la giré y apoyé mi pecho en su espalda, sentí su embriagador perfume, besé su cuello, puse mi mano en su espalda y la obligue a reclinarse hacia delante, apoyando sus manos en el colchón, su llamativa cola parecía más grande, enfundada en rojo, me sentí un toro arremetiendo contra la capa de su torero, enceguecido, aunque eso me llevara a la muerte.

Levanté el vestido, y mi mujer notó que las cosas iban en serio

Pará! pará! – exclamo en torno de reproche – me vas a romper el vestido!

Pero me moví rápido para no darle tiempo a más reproches, en segundos había corrido su ropa interior y se la había metido toda, solo me moví como un animal en su interior, estaba toda mojada, y sus reclamos se transformaron en esos ricos gemidos que tanto me gustaban, como en las películas, un calor del infierno, imposible de detener, en un par de minutos que se me hicieron eternos le llenaba la conchita de leche, sabiendo que con eso, con ese suspiro, me quitaba todas las ganas, pero la dejaba a ella bien caliente, porque ella no había tenido tiempo suficiente para llegar al clímax.

Sos un estúpido! – dijo a viva voz – me dejaste llena de leche, ahora tendré que lavarme…

No! no! – respondí tomándola por el brazo – quedate así, así es más atractivo, así no me olvidarás…

Ella me miró con ternura a los ojos y me regaló una sonrisa en forma de asentimiento, me dijo que de todas maneras necesitaba colocarse un protector íntimo y que si no le soltaba el brazo pronto empezaría a chorrear.

Emprendimos el viaje, la noche de primavera era perfecta, con una temperatura justa, nada de viento. Las luces de los faroles de la calle pasaban uno tras otro pegando en el parabrisas del coche, Sofía parecía encerrada en sus pensamientos y el silencio se me hacía insoportable, solo una canción de Dua Lipa sonando en la radio me mantenía en una falsa compañía, que diablos, estaba a punto de entregar el amor de mi vida a otro hombre, y empecé a sentir un dolor en mi estómago, un sentimiento de asfixia, estaba comprobando que las verdades pueden distar demasiado de las fantasías.

Al llegar, pedimos por nuestra mesa reservada con anterioridad, Alexis aún no había llegado, nos sentamos, pedimos unos tragos y para mi pesar, los sentimientos que había vivido en el auto solo se potenciaban, me costaba respirar, tuve la intención de abortar todo, pero para mí decepción el rostro de expectativa que me regalaba mi mujer no me dejaba abrir la boca

Minutos más tarde el llegaría, nos saludó a la distancia, vino a la mesa, me dio un fuerte abrazo y después fue el turno de mi esposa, la miró de arriba a abajo y le dijo

No puedo creerlo! estas hermosa!!!! que sexi vestido! no me digas que no usas ropa interior!

Ella me miró y nos reímos cómplices, él también había mordido el anzuelo!

A todo esto, Alexis sostenía muy fuerte a mi mujer por la cintura, llevándola contra su lado y no me hacía gracia lo que estaba viendo.

Nos sentamos, una mesa circular, Sonia al medio, el a la derecha, yo a la izquierda, pedimos comida, charlamos, jugamos, en algún momento Alexis dijo

Que hermosas y suaves son tus piernas mujer!

Comprendí que el la manoseaba por debajo de la mesa, mi esposa tomó su brazo inquieto para ponerlo por sobre la mesa, y decirle

Paciencia, no te apures a comer todo de golpe que la noche es larga

Llegó la hora del Karaoke, pasó uno, otro, alguien bailaba por acá, otros por allá, y mi mujer empezó a comentar lo bien que yo cantaba, y que lo hiciera, mi turno y una cosa y otra casi que me empujaron a hacerlo.

Elegí ‘No se tu’, un tema muy triste de Luis Miguel que yo solía cantarle a Sofía, era un tema muy nuestro, porque cuando éramos adolescentes, ella me había regalado su primer orgasmo escuchando esa canción.

Empecé a cantar, solo empecé a hacerlo, y sucedió que por primera vez sentí que cantaba esa canción con el corazón, se la cantaba solo a ella, intentando desesperadamente cambiar el curso de la historia, le estaba hablando en esas líneas, le estaba diciendo, ‘detente! te amo demasiado!’ pero mi amor era tan grande que solo quería verla feliz, y se estar con Alexis era su felicidad, pues yo sería feliz con eso.

Fue evidente que mi mujer y yo no pensábamos lo mismo, a media canción ellos se pusieron a bailar, muy juntos, muy pegados, ella rodeándole el cuello, el por la cintura y sus manos iban peligrosamente camino a sus nalgas, Sofía se estiró en puntas de pies para buscarle la boca y fundirse en un beso que me supo eterno, Alexis me miró entonces como sobrando la situación, se me hizo un nudo en la garganta y casi no puede terminar las ultimas estrofas.

Todo estaba hecho, me dije a mi mismo que debía disfrutar el momento, basta de comportarse como un sentimentaloide, ya tendría mi revancha con Roxanne.

Pagamos, emprendimos el regreso, llegamos a casa y segundos después Alexis hizo lo propio, sin rodeos, fuimos al cuarto, los tres, mi esposa estaba extrañamente excitada, no parecía la mujer de la que me había enamorado, se había enredado en brazos de Alexis, perdida, jadeando en deseo contenido

Alexis, quiero tu verga, quiero tu verga! – exclamó ella sonando muy puta

Alexis la envolvía como un pulpo, con sus brazos, le había levantado el vestido a la cintura y sus manos se llenaban con las generosas nalgas de mi esposa, ella le refregaba la verga por sobre la ropa y le regalaba su respiración candente

Vamos Marcos! que esperas? – dijo Alexis animándome
Si, si, ahora me sumo – respondí en voz baja

Es que muy a pesar, me daba cuenta que eso no era un trío, mi esposa solo se estaba cogiendo a nuestro amigo y sentía que sobraba en ese juego de a tres. Ella estaba de rodillas chupándole la verga, muy golosa, perdida. Mi mujer parecía atragantarse, su saliva comenzó a chorrear por su boca, entonces le dijo cosas como

Dale! metémela hasta los huevos! dale! tirame de los pelos!

Parecía perdida

Te gusta cómo te la chupo? Seguro nadie te la chupó como yo!

Para mi empezaba a ser humillante, había quedado en un rincón, en penumbra, observando como mi mujer se daba el gusto, porque algo me decía que ella había quedado encandilada con la verga de Alexis desde aquel día de la playa nudista.

Alexis volvió a invitarme a la fiesta, y volví a decirle que esperara un poco, que me gustaba observar.

El entonces tomó la iniciativa y terminó de desnudar a mi mujer, le dio una fuerte nalgada, algo que en principio estaba prohibido, pero ella reaccionó como una leona caliente.
El la llenó de besos, por la boca, por el cuello, se detuvo un buen rato en los pequeños pechos de mi esposa, bajó por su vientre y se perdió entre sus piernas, solo lamió y lamió y solo se detuvo cuando ella explotó.

Cogeme animal! rompeme toda! – apuró ella –

Alexis le levantó las piernas y se la enterró toda, arrancándole un grito sordo

Ayyyy!!!! sos un animal!!!! si si si!

Sofía solía ser muy recatada a la hora del sexo, pero ahora estaba desatada, poseída y eso pegaba muy duro en mi hombría, si antes solo quería abortar el encuentro, ahora solo me estaba molestando, mi amor se transformaba poco a poco en odio.

Giraron, ella se sentó sobre la enorme verga de Alexis, centímetro a centímetro se la comió toda hasta que desapareció en su interior

Que verga hermosa que tenes! me encanta!

Ella no hacía más que gemir, gritar y adorar la pija que se estaba comiendo, rebajada como una perra miserable, solo moviendo sus caderas de arriba a abajo, una y otra vez, y ya era notorio que yo solo era parte del decorado, no tenía lugar, no estaba en el juego, mi mujer siempre se lo había querido coger, y vaya que lo estaba haciendo.

De pronto ella cambió de posición, y volvió a chupársela, él se estaba retorciendo y noté como su verga se contraía rítmicamente, como el rostro de Sofía se transformaba y su entrecejo se arrugaba, un sostenido ‘mmm… mmm… mmm…’ me dejaba saber que le estaba llenando la boca de leche, y que por cierto se la estaba tragando, hasta que no hubo más, entonces solo dijo

Qué rica que estaba!

Te gustó? – preguntó el

Si! mucho, el primer chorro llegó a mi garganta y casi me ahogo.

Fue lo último que escuché, ya no quería saber más nada, había otra regla que ella mismo había impuesto y no era de extrañar que le pidiera que se la diera por el culo. Fui al otro cuarto, me recosté en el sillón, puse la tv casi sin volumen solo para que me hiciera compañía hasta quedarme dormido

La luz del sol entrando por las rendijas de las persianas me trajeron al nuevo día, miré el reloj, habían pasado las nueve.

Me levanté masticando bronca, fui a mi cuarto con sigila, Alexis dormía boca arriba, mi mujer a su lado, de costado, acurrucada en su pecho, completamente desnudos, saciados de sexo, felices.

La idea de estos tríos no había empezado de la mejor manera, tendría mucho que hablar con mi mujer, había pasado una de las peores noches de mi vida, solo me consolaba mirar adelante, tendría mi oportunidad, mi chance, estaba al alcance de mi mano, se llamaba Roxanne…

PARTE 3 – PIEDRA, PAPEL O TIJERA

En los días siguientes las cosas cambiarían en el seno de mi relación con mi esposa, alguien me había dicho alguna vez que cuando metes terceros en la cama, sus fantasmas te acompañaran por siempre.

No podría describir mis sentimientos hacia el amor de mi vida, rozar su piel me daba asco, pero al mismo tiempo la necesitaba a mi lado, cuando le hacía el amor no podía evitar recordar lo vivido esa noche, y solo me comparaba con Alexis, era imposible no hacerlo y más cuando notaba que Sofía era diferente conmigo, me hubiera encantado sacar esa puta para mí, pero por alguna extraña razón ella era más timorata de lo que había sido con él.

Mi mujer por su parte, vivía la vida como si nada hubiera ocurrido, según sus palabras esa noche de sexo había sido solo eso, buen sexo, probar algo diferente y ya, no había que confundir la sexualidad con el corazón, y si lo vivido a mí me molestaba, pues era un estúpido y yo tenía el problema producto de mi inseguridad.

Discutimos mucho, no me cansaba de recriminarle que se suponía que era un trío y que sencillamente sentí que se había olvidado de mí, que solo quería cogerse a Alexis porque estaba cegada por su pija desde el momento en que se la había visto en la playa nudista, ella contra atacaba, que yo solo me había apartado de ellos y que nadie me había echado, además pronto tendría mi revancha con Roxanne, porque ella no era tonta y también notaba como yo la comía con la mirada, claro, todo esto asumiendo que no me arrepentiría nuevamente.

Solo tragaba saliva una y otra vez maldiciendo, recordando ese vestido que tan bien le quedaba, ese baile mientras yo cantaba, sus gemidos, sus actos, sus gozos, y no me molestaba en el fondo que ella gozara, porque era feliz con su gozo de mujer, no podía ser tan castrador, pero las cosas solo no estaban bien, y solo dejé rodar la bola porque apenas habíamos gastado el primero de los cuatro cartuchos, y me juré a mí mismo que la próxima vez sería diferente.

Quince días después acordamos ir a un complejo a ver una película al cine y luego compartir algunos tragos en el paseo de compras, los cuatro juntos, era hora de girar la rueda.
Roxanne, que mujer llamativa, una minifalda de cuero tan corta que ni el mismo demonio podría haberla diseñado mejor, botas caña larga, pasando sus rodillas, una remera tan ajustada que parecía quitarle la respiración, por donde sus enormes tetas amenazaban escapar por el exagerado escote, su andar, su fragancia, su hablar, como describirla con palabras, era centro de atención de miradas, era una bestia salvaje, tan atractiva como peligrosa.

Miramos la película, aunque mi mente estaba en otro sitio, solo pensaba en esa mujer, mi obsesión, y si algún remordimiento podría haber sentido, después del comportamiento de mi esposa ya nada me importaba.

Fuimos por unos tragos, otra vez una mesa redonda, Alexis al frente, mi esposa a mi izquierda y mi deseo a la derecha, apenas si comentamos la película que terminábamos de ver, en verdad se hacía tarde y era todo un preámbulo para lo que vendría.

Alexis sacó el tema, haciendo referencia a lo sucedido en el primer encuentro, contándole a su mujer lo buena que era Sofía y la forma en que yo me había quedado fuera del juego, no era necesario, era obvio que ya se lo había contado todo y que solo estaban jugando

Marcos, Marcos… – dijo Roxanne – imagino que conmigo serás diferente cierto?

Roxanne, por debajo de la mesa, sin que nadie lo notara, había tomado mi mano con la suya y discretamente la llevó entre sus piernas, la falda era tan corta que no había ningún inconveniente en llegar a su paraíso, pero para mí absoluta sorpresa noté que no tenía ropa interior, mis dedos acariciaron suavemente su vagina lampiña y jugosa, ella me quemaba con la mirada y una sonrisa perversa se dibujaba en sus labios, Alexis dijo entonces

Marcos, todo bien?

Ellos eran expertos, todo estaba fríamente calculado, eran ajedrecistas que evaluaban cada movimiento antes de llevarlo a cabo.
Se hacía tarde, y Roxanne apuró la jugada

Bueno gente – dijo con aire de superioridad – me parece que acá sobra alguien, no? y ese alguien no soy yo
Es cierto, – agregó mi mujer – pero hoy no tenemos naipes
Ya sé, – tercie yo – juguemos a piedra, papel y tijera

Hice una pequeña trampa en esa oferta, la fortuna suele estar de mi lado en ese tonto juego y rara vez perdía, me sentí seguro y solo quería tener mi revancha, y por, sobre todo, quería cogerme a esa mujer.

A la cuenta de tres, todos fuimos por piedra, sentía mi corazón palpitar por los nervios, repetimos, Alexis y yo fuimos por papel, pero mi mujer por tijera, ella estaba dentro.
Quise morirme, ella pegó un grito contenido de alegría y me recordó a la puta de la noche con Alexis, no podía creer mi suerte, ni siquiera podía imaginar quedar fuera, no esa noche, no poder cogerme a la pelirroja asesina, que el vergudo de Alexis se cogiera nuevamente a mi mujer, que mi mujer volviera a portarse como una perra y por, sobre todo, volver a casa solo, amargado y frustrado a ver alguna película al azar.

Y si algo faltara en ese momento fue sentir la mano de Roxanne acariciando mi muslo

Fui por todo, a cara o cruz, Alexis eligió tijera, yo fui por mi amada piedra, había ganado, tendría a las dos mujeres esa noche.
Nuestro amigo dijo entonces

Bien, se cuándo es hora de retirarse

Besó la mano de mi esposa como un caballero, luego un beso en la boca a su mujer y dándome unas palmadas en el pecho agregó antes de partir

Vamos tigre, no me defraudes, confío en vos

Invité a las chicas a cenar a un restaurante céntrico, tal vez sería mi única oportunidad de presumir dos bellezas, y más si una era un animal como Roxanne.
Fuimos al coche, esta noche sería mi noche, en los diez minutos de recorrido imaginé lo que tendría por delante, quería cogerme a Roxanne, pero quería también que mi mujer sufriera lo que yo había sufrido, solo dejarla fuera, solo ignorarla, sonaba perverso, pero así imaginaba las cosas.

Llegamos, elegimos una mesa cerca de la ventana, esta vez eran cuadradas, así que ellas fueron a un lado y yo solo al frente, me sentía el rey, el dueño del universo, al fin tendía mi oportunidad, la recordé desnuda en la playa, en mi primer encuentro en el free shop, en las cenas, en sus perfumes, tendría esa perra para mí, solo para mí.

Pero ciertamente Roxanne era una caja de sorpresas y como yo tenía en mente como sería la película que estábamos por vivir, se hizo obvio que ella también tenía la suya. Lejos de mostrarse timorata, ella empezó a apuntar los misiles contra mi mujer, poco a poco fue bombardeando sus defensas en un juego erótico de seducción, palabras, gestos, miradas, en las que prontamente Sofía se fue enredando sin remedio.

Era muy excitante para mi observar ese juego de seducción entre mujeres, algo que nunca había visto y con el plus de que una de las chicas fuera mi esposa, era todo muy sexual y yo tenía una erección bajo la mesa.

Luego de comer el postre, ellas dijeron que necesitaban pasar por el baño, las vi alejarse a ambas, muy risueñas, despampanantes, y me quedé solo, así que pedí la cuenta para apurar los tiempos.

En esos minutos, estuve encerrado en mis pensamientos, ellas tardaban, cinco, diez, quince minutos, que diablos hacían? estaba solo, no sería que yo no entraría en el juego? otra vez Sofía repetiría la historia? ahora con una mujer? y si todo fuera un plan y solo se reían a mis espaldas? las dudas me asaltaban y me ahogaba la paranoia.

Todo se disipó cuando regresaron a la mesa, mi mujer vino a mi lado, me dio un rico beso, puso discretamente su prenda íntima en mi mano y me dijo

Mirá amor, ahora estoy igual que ella, te gusta? – Sofía sonaba muy perra – ahora quiero ver yo como te la coges toda, es lo que querías, cierto?

Vamos chicos? – interrumpió Roxanne – tengo unas ganas locas de coger!

No esperaría a que lo repitieran, guardé la bombacha de mi esposa en el bolsillo y acaricié mis dedos entre sí, impregnados en sus ricos jugos de mujer.

Emprendimos el regreso, en un abrir y cerrar de ojos estábamos en nuestro cuarto, solo era cuestión de disfrutar, como dije al principio del relato, Sofía había sido mi única mujer y en un abrir y cerrar de ojos estaba participando en un trío

Quise avanzar pero Roxanne me puso un freno, me dijo que tuviera un poco de paciencia, que no me apresurara, ella se sacó las botas para estar parejas en alturas, era más alta que mi mujer, se pegaron frente a frente, se abrazaron y empezaron a tocarse, muy rico, Roxanne empezó besándole el cuello, por la garganta, suavemente, Sofía cerró los ojos y se dejó llevar, poco a poco sus labios se fueron acercando y ante mi incrédula mirada llegaron profundos besos de lengua, no me extrañaron por parte de nuestra amante, pero si por el lado de mi mujer, jamás habíamos tocado un tema así, ni siquiera en nuestras fantasías, solo se mostraban muy complementadas una con la otra, se acariciaron, por debajo de las ropas, las manos de una recorrían las curvas de la otra, muy sexual, yo me desnudaba a un lado con una terrible erección, esta vez no me quedaría al margen, empezaron refregarse los pechos, a tocarse las vaginas, Roxanne se inclinó un poco para pasarle la lengua por los pezones a mi mujer, era todo muy porno

Ella vino por mí, me besó profundamente en la boca, con un beso tan perverso como su estampa de mujer asesina, luego me rodeó y quedó por detrás, apoyó sus ricos pechos en mi espalda y sentí la humedad de sus labios en mi nuca y en mis hombros, casi en un susurro dijo

Quiero ver cómo te la chupa.

Sofía vino de rodillas a mi lado y solo empezó a chupármela, muy rico, muy audaz, nuestra amante seguía refregando sus tetas en mi espalda, había pasado sus brazos bajo los míos solo para acariciarme el pecho y el vientre, mi mano derecha estaba en la cabeza de mi esposa, solo para forzarla a metérselo en la boca tan profundo como pudiera, la izquierda la tenía atrás, acariciando la concha depilada de Roxanne, metiendo los dedos en agujero desbordado de humedad. Ella volvió a hablar y dijo

Ahora es tu turno de chupársela.

Parecía quedar claro que ella sería quien llevaría la voz de mando, mi mujer entonces se recostó sobre la cama y yo me arrodillé en el piso, al borde, para chuparle la conchita, estaba jugosa como nunca, caliente, y en verdad no dejaba de sorprenderme por el estado de excitación en el que caía mi mujer con estas situaciones. Una mano de Roxanne en mi pija me tomó por sorpresa, yo estaba en cuatro y la tiró hacia atrás entre mis piernas con fuerza hasta hacerme doler, empezó a chupármela y a pajearme, alternando entre boca y manos, luego solo dejó su mano en mi verga y la sentí comerse mis testículos, y eso no sería todo, su lengua viperina llegó a mi ano, y solo se quedó chupándome el culo mientras me masturbaba lentamente, solo la dejaba hacer, se sentía rico, y trataba de no dejar de darle placer a mi mujer.

Tomé a Roxanne por la fuerza y la recosté junto a mi mujer, lado a lado, fui entre sus piernas, y fue su turno de recibir sexo oral, me pegue a su conchita, estaba jugosa, con un flujo apetitoso, metí mis dedos en ella, lamí su culo, ella jadeaba, volví por mi mujer, recibió los dedos de mi mano libre, jugué con una, con la otra, abiertas para mí, note que ellas se besaban en la boca, llegaba el momento que tanto había soñado, fui sobre Roxanne, acaricie un par de veces su clítoris con mi glande y solo se la metí hasta el fondo, empecé a cogerla, a gozar con ella, a sentirla gozar conmigo, la aferraba por las piernas, conchita depilada se me hacía irresistible y sus enormes tetas se movían acompasadas en cada embate, veía su rostro desencajado por el placer y solo ignoré a mi esposa, tal vez fuera inconsciencia, tal vez fuera una venganza por la noche de Alexis, o tal vez fuera solo porque Roxanne encarnaba la perfección en el cuerpo de una mujer.

Pero mi mujer no era como yo, decididamente no se quedaría al margen y se sumó al juego, solo se sentó sobre el rostro de Roxanne para recibir su lengua, me sentía acabar, me recliné hacia adelante y llené mi boca con las enormes tetas de la pelirroja, pasé por mis labios sus afilados pezones, eran hermosas, las manos de Sofía y sus gemidos me recordaban que ella estaba presente, y tuve una loca idea que imaginé condenada al fracaso.

Volví a mi posición original, tomé de los hombros a mi esposa y la invité a dejarse caer hacia delante, imaginando un rico sesenta y nueve entre mujeres.

Para mi sorpresa, ella aceptaría el reto, y empezaba a lamerle el clítoris, mi mujer, mi hermosa mujer, esa santa, jugando de lesbiana.

Saque mi verga y la apoye en el clítoris de Roxanne, la lengua de mi mujer se encargaba de degustar toda la zona, se la metí en la boca, y en la concha a la otra, y volví a la boca, y fue suficiente, me retiré apenas para terminar con mi mano el trabajo, la leche caliente saltó con una fuerza descomunal, bañando el rostro de mi mujer, sus labios, su boca, también el pubis de nuestra amante, sus piernas, su vientre.

Me retiré un poco más, para observar mi obra de arte, Sofía le limpiaba la concha embadurnada a Roxanne, luego volvió a sus labios, a besarse, ambas, con sabor a mí, mi amada cruzó una pierna entre las de la colorada y empezaron a refregar sus clítoris, uno contra el otro, con el adicional de sentir mi semen entre ellos, se tocaban por todos lados, sus pechos, los enormes de una, los pequeños de la otra, mi esposa estaba fuera de sí, parecía que no era la primera vez que estaba con otra mujer y sentí sus gemidos muy femeninos cortando el aire denso de la habitación, se revolcaban sobre la cama, de un lado a otro, se masturbaban cada una por su lado, o mutuamente, me estaban enloqueciendo, las sentí llegar.

Mi mujer cayó a un lado, con la respiración agitada, inconexa, mirando el techo, la otra, boca abajo parecía más tranquila, me estaba mirando, notando que mi verga ya estaba dura nuevamente, yo solo miraba las curvaturas de ese trasero del infierno, ella lo notó y dijo

Alguien que yo se tiene ganas de hacerme la cola… y yo tengo unas ganas!

Que mierda, nunca había hecho sexo anal, era tema prohibido para mi esposa, y justo ella me lo venía a pedir, que tipo afortunado.

Ella se puso en cuatro, su esbelta cola quedó disponible a mi antojo, su esfínter estaba visiblemente abierto, perra, y me excito solo ver como se habría ante mis ojos, lubriqué apenas, lo indispensable, entró fácil, sentí mi pija comprimida, era rico, en si no sentía demasiada diferencia a cuando se lo hice vaginal, pero entendí que la diferencia estaba en mi cabeza, en el morbo de sodomizarla, el lugar prohibido, me sentí dueño del juego, la tomé por la cintura y solo me moví en su interior.

Sofía vino a mi lado, a ver lo que yo veía, sus manos recorrieron sus glúteos y mi pecho, mis cabellos y su voz provocativa me susurraba en el oído

Te gusta mi amor? que rico se ve – me decía calentándome el oído – disfrutalo papi…

Era demasiado, me sentí venir nuevamente, se la saqué del culo y con mi mano libre empuje a mi esposa sobre Roxanne, perdieron el equilibrio y cayeron ambas desparramadas sobre el colchón, yo me paré sobre el mismo y desde un punto elevado me masturbé para ellas, las llené de leche a ambas, por todos lados, una eterna lluvia de esperma.

Seguimos cogiendo toda la noche, me sacaron todo el semen que pudieron sacarme, me exprimieron, me dejaron seco perdí la noción de cuantas cosas locas llegamos a hacer, y no recuerdo cuando me quedé dormido

Cuando abrí los ojos ya era de día, sentí mi brazo derecho adormecido, adolorido, de esa forma horrible en que uno no puede moverlo, soportaba todo el peso de mi mujer quien dormía plácidamente de lado, voltee la cabeza hacia la izquierda, el enorme culo de Roxanne estaba casi en mi rostro, la situación fue un tanto risueña, estaba invertida, quien sabría como terminamos así.

Lo peor de todo es que me dolía la verga de tanto coger, literal, sin vueltas ni falsas modestias.

Me moví un poco, naturalmente ellas se despertaron, Sofía quería seguir durmiendo, pero Roxanne se sentó sobresaltada, era demasiado tarde, o, mejor dicho, era temprano.
Pasó por el baño, y luego a recoger sus prendas, fue cuando recordó que había salido de su casa sin ropa interior y la situación se tornó risueña
La tranquilicé, le dije que yo la llevaría hasta su casa y así fue.

Los días siguieron pasando, sensaciones encontradas, en la boca sentía un dulzor especial, jamás había imaginado que terminaría en la cama con dos mujeres, y que una fuera mi esposa, y que otra fuera una bestia como Roxanne, me enloqueció descubrir ese lado lésbico en mi mujer, y también realizar fantasías que pocos pueden concretar, había tenido por primera vez en mi vida sexo anal, estaba extasiado, viviendo en el paraíso.

Pero también era cierto que tenía un amargor inocultable, ella había estado con otro hombre, yo con otra mujer, estaba tambaleando todo nuestro pasado perfecto del uno para el otro, la fidelidad, el amor eterno, el futuro empezaba a ser incierto y en nuestras charlas de pareja Sofía y yo coincidimos en que nos estábamos redescubriendo como individuos, nuestras emociones, nuestros sentimientos.

Y sabíamos que tarde o temprano Roxanne y Alexis harían girar la rueda nuevamente, que vendrían por todo, y que, lanzado a la suerte, mi mujer y yo estaríamos por primera vez en nuestras vidas separados en la cama, uno estaría cogiendo con ellos, el otro pasaría las horas en soledad.

Esa situación nos creaba conflictos internos, celos, desconfianzas y recelos, estando juntos en la cama, ya sea con Alexis o con Roxanne podríamos controlarnos mutuamente, pero ahora, ahora alguien quedaría a ciegas.

Y ese día, llegaría más rápido de lo imaginado.

PARTE 4 – MIS FANTASMAS

Ese viernes estaba terminando mi jornada cuando recibí un audio de WhatsApp de Alexis, traté de ignorarlo porque podía adivinar de que se trataba, hacía varios días que mi esposa y yo veníamos evadiéndolos con tontas excusas, que teníamos otra reunión planeada, que ella estaba en sus días, que yo estaba con demasiada carga laboral, y demás cosas que sacábamos al azar, pero las tontas excusas empezaban a agotarse y se hacía evidente que solo estábamos dilatando el encuentro.

Cuando llegué a casa, llamé a mi mujer, le comenté lo que sucedía y recién ahí escuchamos el famoso audio. Ciertamente el matrimonio Calcaterra nos invitaba a cenar, sábado por la noche, y ambos sabíamos cómo terminaría la historia.

Afrontamos la situación, Sofía y yo lo analizamos como adultos, en algún momento habíamos aceptado el juego y ahora deberíamos seguir jugando, sabíamos que uno de los dos seguramente se volvería solo, con las manos vacías, y también sabíamos que fuera quien fuera, luego tendría su revancha.

Solo aceptamos, convenimos en llevar algunas cosas y nos aprontamos para lo que vendría.

Ese sábado sería diferente, raramente ninguno de los dos estaba con la adrenalina de las veces anteriores, tal vez porque ambos sentíamos esa pizca de culpa por tener la posibilidad de disfrutar dejando al otro de lado.

Yo me encargué de ir a comprar unas bebidas y mi mujer de hacer un postre casero, tenía muy buenas manos para eso.

Cuando caía el sol fuimos por turnos a ducharnos, ella fue primero, siendo mujer siempre necesita más tiempo para arreglarse.

Busqué ropa casual, una remera celeste, jean negro, zapatillas, nada extravagante, no tenía que impresionar a nadie. Sofía estaba en el mismo camino, una camisa blanca de prender por delante, un jean celeste claro tirando a despintado, y zapatitos marrones tipo borceguíes. La miré como siempre la miraba, en verdad le faltaba busto y en verdad le sobraban caderas, me sentí un bastardo, ella siempre había sido perfecta para mí, pero ahora la comparaba con Roxanne y ahora le encontraba defectos.

Al llegar, esa percepción solo se incrementaría, es que Roxanne siempre estaba impecable, lucía unos zapatos tacos altos y medias en red en color negro, un vestido tipo látex, tan ajustado como provocativo, con unas tetas y un culo pintado a mano, en rojo sangre, como el color de sus labios, con sus ojos pintados en celeste, estirado hacia los lados y las pestañas arqueadas y ennegrecidas.

Aun la recorría con la vista cuando ella me besó en la mejilla emborrachándome con su perfume, realmente era de esas mujeres de ficción, esas mujeres idealizadas por muchos hombres pero que en verdad eran más estereotipos masculinos que realidades femeninas.

Ella se movió con cadencia meneando las caderas de lado a lado y fuimos donde estaba Alexis, el lucia más terrenal, más común, pero no pude evitar olvidar lo que tenía entre las piernas, y con eso, asumí que seguramente Sofía estaría pensando en lo mismo.

Hablamos, siempre hablábamos, nos sentamos a cenar, ellos a un lado de la mesa, nosotros al otro, las chicas frente a frente y nosotros lo propio. Hablamos de muchas cosas, pero siempre en torno a toda esta historia que estábamos viviendo, arrancando por el free shop, pasando por el trío con Alexis, por que habíamos hecho con Roxanne, por lo que haríamos en breve y por como adivinábamos que seguiría la historia.

Creo que todo es palabrerío fue un poco calentando el hielo que tenía en el pecho, y me di cuenta que otro tanto sucedía con mi mujer, tomamos algunas copas, y Alexis trajo unos cigarros para para fumar, mi mujer y yo jamás fumamos, compartían un cigarro de boca en boca en una forma muy caliente, era como que ellos estaban en otra sintonía, como que vivían la vida de otra manera, sin perjuicios, sin reglas, y cerca de las dos de la mañana el aire estaba tan enrarecido por el amargor del humo que me sentí fumando del ambiente sin querer hacerlo.

Había llegado el momento, Roxanne sugirió que era tarde, y uno de nosotros dos debíamos retirarnos, nos preguntó si teníamos alguna preferencia, si lo habíamos discutido, mi esposa me miró y yo solo me encogí de hombros, es que no lo habíamos debatido.

Alexis tomó un escarbadientes del palillero, lo partió en partes desiguales y lo acomodó entre su dedo pulgar e índice, de manera que no pudiéramos saber cuál era cuál, nos miró y lanzó

Vamos, el largo se queda, el corto se va, quien saca?

Le dije a Sofía que escogiera, tomó el de la derecha y fue evidente, había escogido el más largo, hice cara de resignación, de todas maneras, yo hubiera elegido el otro, esa noche quedaría libre.
Terminé la cerveza que estaba tomando, saludé a Alexis, luego a Sofía, por último, a Roxanne, le besé la mejilla y al mismo tiempo le acaricié su generoso culo sintiendo la pequeña tanga que ocultaba bajo tela de látex, con la suficiente desinhibición para que los otros dos vieran lo que hacía, y entonces advertirles en tono jocoso.

Se cuando me toca perder, solo recuerden que tendré revancha

Le dejé las llaves del coche a Sofía para que ella regresara tranquila cuando estuviera satisfecha.

Le dije a mi esposa que tomaría un taxi y derecho a casa, pero la noche estaba en pañales y sabía que difícilmente podría dormirme, preferí caminar sin rumbo fijo, el calor del incipiente verano se hacía insoportable, me mezclé en la vida nocturna, la juventud, los boliches, coches a gran velocidad y adolescentes emborrachándose por aquí y por allá, seguí mi camino, había llegado sin querer a ‘Le Monde’, un conocido club de stripper que se disimulaba en el subsuelo de una galería de compras.

Entré a pasar el rato, me senté en una mesa un tanto apartada, un par de chicas bailaban casi desnudas en el caño en una pasarela elevada. Antes de los cinco minutos un par de coperas se habían pegado a mi mesa como garrapatas, una se sentó a mi derecha, la otra, más osada directamente se acomodó sobre el muslo de mi pierna izquierda y abrazándome por el cuello me dijo al oído

Hola guapo, nos pagas unas copas?

Asentí con la cabeza, sabía cómo jugar el juego, ellas intentaban jugar conmigo, hacían su trabajo y me sacarían hasta la última moneda que tenía encima. La niña que tenía en mis faldas llamaba mi atención, a pesar del maquillaje adiviné que era muy joven, demasiado

Cuantos años tienes? – pregunté en forma casual –

Cuantos crees? – respondió ella

Seguí haciendo preguntas y solo obtenía más preguntas como respuestas, ella sabía el libreto de memoria, sacar dinero y no dar información. Empecé a perderme en mis laberintos, mi mente se fue a las curvas de Roxanne, acaso estaba buscando en estas prostitutas de poca monta la perfección de esa mujer? era imposible, y pensé en mi amada esposa, que diablos estaría haciendo? ella era una caja de sorpresas, y si no le importó mostrarse como una cualquiera en mi presencia, que estaría haciendo ahora? y Alexis? sería mejor que yo con las dos mujeres al mismo tiempo?
La niña me trajo a la realidad, era hora de un nuevo trago, era la forma de pagar mi tiempo en ese lugar.

Como te llamas? – preguntó ella – estás bien? te veo triste.

Era cierto, no estaba bien en ese sitio, ni sabía por qué me había metido ahí, pagué las últimas copas y seguí mi camino.

Llegué a casa, me recosté, el reloj marcaba ya las cuatro de la mañana, cerré los ojos, di vueltas para un lado, para el otro, la cama matrimonial me resultaba enorme, era la primera vez que Sofía no estaba a mi lado, tenía un revuelto en el estómago.

Todo había cambiado desde nuestra luna de miel, mi vida tranquila se había transformado de pronto en una montaña rusa, pasaba en un abrir y cerrar de ojos desde la más extrema euforia del placer a la más baja depresión por mis propios fantasmas.

Y en esos instantes, en mi soledad, en mi oscuridad, sentí que demasiados fantasmas me acosaban, incertidumbre, temor, ansiedad, pánico, sufrimiento, depresión, ira, resignación, todos y cada uno tenía distintas caras, distintos matices. Estaba claro que las cosas cambiaban vertiginosamente, Sofía no era la misma, yo no era el mismo, nuestra relación no era la misma.

No supe en que punto me quedé dormido, solo el regreso a casa de mi mujer me trajo a la realidad, vino a la cama y se desplomó a mi lado

Hola amor – apenas pronunció – estoy agotada, quiero descansar…

Aun me estaba ubicando en tiempo y espacio cuando ella ya estaba dormida, había quedado boca abajo, ladeada, con camisa, con ese jean celeste, apenas si había dejado sus zapatos al lado de la cama, miré la hora, habían pasado las once de la mañana.

Me levanté, me afeité, me duché, y me preparé el almuerzo, sería el domingo más largo y solitario de mi vida, miré algún que otro programa por tv y después fui un rato a entretenerme con mi notebook, a adelantar trabajo para el día siguiente, escuchando música por mis auriculares para que el resto de la casa estuviera en perfecto silencio. A media tarde fui por unas frutas, me asomé al cuarto y ella seguía sin moverse, en la misma posición, con ese jean ajustado que tan bien le marcaba la cola y que tanto me gustaba, solo que empezaba a aburrirme y sentí que nuevamente mis fantasmas empezaban a acosarme, terrible cogida le habrían pegado para estar casi muerta, y si le habría gustado demasiado? y si la estuviera perdiendo? y si esto se le hiciera costumbre?

Le preparé la tina con agua tibia, como a ella le gustaba, habían pasado las siete de la tarde y pronto anochecería, fui a la pieza, me senté a su lado, y la moví apenas por los hombros para que no se asustara, entreabrió los ojos y me regaló una sonrisa en medio de un prolongado desperezo

Buenas tardes remolona! – dije en tono cordial – se ve que la pasaste bien

Holi amor – apenas audible –

Arriba! vamos que tenes el agua calentita esperándote…

Esperá Marcos – dijo sosteniéndome el antebrazo – tengo que mostrarte algo, un regalo de Alexis para vos…

Mi mujer soltó entonces el jean, y lo bajó juntamente con su ropa interior, su enorme trasero quedó desnudo y observé que en su culo tenía un plug anal inexpulsable, con una base diamantada verde esmeralda, me quedé sin saber que decir, ella dijo entonces

Mierda, esa gente son unos malditos bastardos degenerados!

Escuché sus palabras, no era en tono de reproche, su rostro irradiaba una felicidad absoluta, plena, satisfecha y me recordó a las prostitutas de Le Monde, tragué saliva, ella tendría mucho por contar.

La dejé que se bañara, mientras yo preparé la cena.

Nos juntamos a la mesa poco después, ella vino descalza, con sus cabellos mojados aun chorreando agua, lucía una camisa mía, una blanca de mi empleo, estaba abierta al frente, no tenía sostén, sus pezones se traslucían, por debajo un culote borravino que era de mis preferidos, se sentó con una pierna recogida y por debajo de ella y la otra levantada, apoyando el talón en la silla y la rodilla en su quijada, estaba exquisitamente sensual.

Ella se encargó de servir el guisado que había preparado, estaba tan bonita como peligrosa, llené los vasos y apagué la tv, era momento de hablar y que ella largara el rollo

Amor, que quieres que te diga, Alexis y Roxanne son unos malditos perversos, yo ya había bebido demasiado, y el humo de esos malditos cigarros me había dado vuelta la cabeza, cuando te fuiste me llevaron al dormitorio y resultó que tenían un armario lleno de juguetes sexuales, perecía un sex shop. Roxanne me empezó a acariciar en una forma muy sugerente y me dijo si había algo que me atrajera en especial, y entre tantas cosas había algunas esposas, látigos y cosas por ese estilo

Pero a vos no te gusta eso – repliqué conociendo sus gustos

Tal vez, no, tal vez sí, te dije que me sentía embriagada y no tenía entera dimensión de lo que sucedía en derredor. Nos desnudamos poco a poco, y me pidieron que solo me dejara llevar, Alexis me puso un antifaz, me dejó privada de la visión y me llevaron sobre la cama, me recostaron y sentí que me esposaban las muñecas, sabía que estaban uno a cada lado, extendieron mis brazos y me aferraron a los lados del espaldar de la cama, estaba recostada, casi sentada y me sentía crucificada, no sabía que esperar, ni que iban a hacer, se suponía que debía estar incómoda, pero en verdad era sumamente excitante

En esos momentos ambos habíamos dejado la cena de lado, ella narrando, yo escuchando, se me hacía tan peligroso como caliente

Yo no sabía que esperar, imagina la situación, amarrada, desnuda, ciega, mis oídos estaban alerta y sentí algunos movimientos en el cuarto, los sentí volver y noté como se acomodaban cada uno a un lado, a mi nariz llegaba una rica fragancia, algo estaba llenando el ambiente, pero no alcanzaba a captar de que se trataba. Mi pecho izquierdo entonces recibió una gota, estaba helada, me provocó un escalofrío que me erizo el pezón, largué un quejido contenido de placer, no salía de mi asombro cuando mi pecho derecho recibió una gota de cera hirviendo, que mierda.

Estaba nuevamente en esa montaña rusa, llegaba el momento del éxtasis y tenía ya la verga dura bajo la mesa, ella prosiguió

Te das cuenta no? uno de los dos tenía un trozo de hielo, el otro una rica vela encendida y ese era el aroma que yo había sentido. Alexis y Roxanne jugaron conmigo, por todo mi cuerpo, alternando gotas heladas con gotas candentes, era pasar de un extremo a otro, era no saber que me tocaría en suerte, ni donde caerían, pies? piernas? abdomen? pecho? empezaba a retorcerme en deseo, era muy erótico, muy sado. Yo deseaba tocarme, pero mis manos estaban atrapadas, yo quería ver peor mi vista estaba cegada, yo quería coger, pero ellos llevaban el ritmo. Me dejé llevar, me entregué solo deseaba que me hicieran loe que quisieran hacerme

Entonces? – apuré to dado que estaba muy impaciente

Entonces ellos se saciaron a voluntad, los sentí como dejaban las cosas a un lado y lo próximo que recibiría sería la enorme pija de Alexis en mi boca, yo no podía verlo, pero sabía que estaba a un lado y me hacía desear, era como que me arrimaba su glande hasta los labios, pero me obligaba a estirarme para chupársela, solo me endulzaba y manejaba la situación, sentí sus manos llenarse con mis pechos y jugar con mis pezones. Adiviné también que Roxanne se había colado entre mis piernas para darme un rico sexo oral, ciertamente ella sabe chupar una conchita y sentí sus manos acariciar mi vientre, mis muslos, y solo no podía con tanta provocación, no tardé mucho en venirme en una forma muy descontrolada, estaba rendida.

Definitivamente ninguno de los dos cenaría esa noche, no era el momento, solo quería escucharla, y notaba que nuevamente se estaba excitando recordando todo lo vivido.

Ella retiró el antifaz bajándolo a mi cuello, me preguntó si me había gustado y también si me gustaba mirar, puesto que seguía atada y no tendría otra opción. Alexis había ido por un vibrador de los tantos que había en el cuarto, se recostó boca arriba y ella al otro lado, de manera que yo pudiera ver todo, Roxanne empezó a chupársela, muy rico, muy apetecible, se la besaba, se la comía, me miraba a mí y solo pretendía que yo deseara, de hecho me moría de ganas, Alexis estaba entregado y le decía que era una rica puta y ella solo se la comía más y más profundo, con su mano libre puso a vibrar el juguete y para mi sorpresa poco a poco se lo enterró en el culo a su marido

Yo escuchaba incrédulo cada palabra de mi amor, ella ponía mucho énfasis en sus palabras y gesticulaba con sus manos, con sus brazos y con su rostro.

Y ahí estaba yo, solo observando, Alexis estaba con sus piernas abiertas hacia mi lado, el juguete le había entrado casi por completo y su gigantesca verga era demasiado para su esposa, ella era muy hábil coordinando lo que le hacía por delante y lo que le hacía por detrás, y de pronto el solo empezó a acabar llenándola de semen, Roxanne seguía el juego y noté en su rostro como retenía todo en su boca, lo que hiciera falta. Entonces ella vino a mi lado, tomó mis cabellos y los jaló con fuerza hacia atrás, naturalmente en esa posición mi boca quedó abierta por el peso de mí quijada, ella se acomodó sobre mí, a unos centímetros, y asegurándose que ahora su esposo estuviera como observador, dejó caer poco a poco la mezcla caliente de leche y saliva en mi boca, tuve que tragar poco a poco no tenía otra opción y honestamente era excitante hacerlo. Ella vino sobre mi para darme un enorme beso metiendo su lengua hasta mi garganta, teníamos un sabor especial, un amargor especial, un beso que sabía a Alexis

Yo escuchaba impávido, es que mi mujer ponía tanto énfasis en el relato que realmente se notaba cuanto lo había disfrutado.

Sentía las manos adormecidas, les pedí que me liberaran, pero ellos tenían otros planes, Roxanne tomó un arnés con una verga enorme y las calzó entre mis piernas, me veía ridícula, por primera vez tenía una pija colgando, imaginas? Ella vino entonces a cabalgarme, se sentó sobre mí y empezó a mecerse, yo solo veía su rostro de placer, Alexis fue por detrás y se la metió en el culo, en un juego de doble penetración que parecía ser demasiado para ella. Roxanne empezó a perder la cordura, de a momentos me besaba las tetas muy rico, de a momentos ponía las suyas en mi boca para que lamiera sus pezones, o a veces solo me daba enormes e interminables besos de lengua, y sentía el placer de sus orgasmos en mi boca, era todo tan caliente, que no puedes llegar a imaginarlo.

Sofía narraba todo con tanta vividas que era imposible no tener la verga dura bajo la mesa, siguió transitando con lujo de detalles todas y cada una de las locuras a las que la sometieron

Contame del plug anal – dije intrigado – pensé que esas cosas no te gustaban.

Es que no se si fueron los cigarros, el alcohol, la sexualidad o tal vez una mezcla de todo, nunca me había sentido así y cuando ya habíamos realizado casi todo, Alexis lo tomó, lo untó con lubricante y solo me lo metió, me dijo que era un obsequio para vos y que vos sabrías que tendrías que hacer, que se te ocurre?

Era evidente el pecado en sus ojos, su rostro no era el de la dulce Sofía que yo conocía.

Fui a su lado, la hice parar y recosté su pecho sobre la mesa, levanté la camisa, bajé le culote que lucía, escupí en su esfínter y le di unas buenas nalgadas, al punto de que en sus blancas carnes quedaran pintadas de rojo las palmas de mis manos, ella contuvo sus gemidos, saqué mi verga y se la metí por detrás, ella entonces se mordió los labios con un ‘mmmmm’ contenido. Y fui profundo, una vez y otra, y una nueva nalgada, le dije que era una puta, que le estaba rompiendo el culo, si eso era lo que quería, y otro empuje y otra nalgada, y en pocos minutos le llenaba su trasero se semen, creí que el corazón me saldría por la boca.

Nos miramos, nos besamos, nos amamos, pero después, nuevamente bajaría en mi montaña rusa, las dudas volvieron a ahogarme, ella no era así, yo no era así, sexo anal? nalgadas? insultos? nos estábamos conociendo nuevamente? esta era nuestra nueva sexualidad? rica pero peligrosa?

Solo quedaba pendiente mi encuentro con Roxanne y Alexis para cerrar el círculo, solo que en este juego de a cuatro nos encontraríamos con una mala perdedora, alguien que ya quería salirse del juego, alguien que no quería quedarse, fuera, mi esposa, Sofía…

PARTE 5 – PERDIENDO EL CONTROL

Conocía muy bien a mi mujer, sus virtudes y sus defectos, y para los juegos siempre había sido una mala perdedora, de esas que siempre trataban de modificar las reglas a su conveniencia, y en este juego de parejas, no sería la excepción.

El azar quiso que ella fuera la última en quedar fuera, había empezado compartiendo cama con Alexis y conmigo, luego le había tocado en suerte acostarse con Roxanne y conmigo, y recientemente, unos palillos habían querido que ella tuviera sexo con nuestra pareja amiga. Cada uno a su turno, había respetado las reglas, pero ahora, todo terminaba y era ella quien debería quedar al margen.

Sofía solo ya no estaba de acuerdo, y empezó a presionarme para que ya no siguiera adelante, y tuvimos nuestros primeros roces y nuestras primeras discusiones, lo cual encendieron algunas alarmas puesto que siempre éramos muy compinches, veladas amenazas, tiros por elevación, indirectas filosas.

Desde el día de las charlas en el avión a México, era la primera vez que se molestaba por el culo y las tetas de Roxanne, era la primera vez que la escuchaba hablar de fidelidad, era la primera vez que parecía haber olvidado el reciente pasado y yo solo no entendía que pasaba, seguramente la agobiaba el hecho de quedarse afuera, pero las reglas se hacían para no romperse, y yo estaba dispuesto a terminar, aunque eso implicara llevarse puesto a nuestro matrimonio.

Catorce de diciembre, las fiestas de fin de año estaban a la vuelta de la esquina, el ocaso de una extenuante primavera daba inicio a un verano aún peor, la humedad ambiente se pegaba en la piel, daba para beber, para refrescarse, para descansar.

Alexis había alquilado una casa de fin de semana fuera de la ciudad, eran alquileres costosos y ellos estaban en buena posición económica.

Nos invitaron un sábado a pasar el día, obviamente, la idea es que pasáramos el día cuatro personas, pero por la noche solo quedaríamos tres.

Muy a regañadientes, mi mujer aceptó la propuesta era mejor que nada, pero íntimamente sabía que ella intentaría acomodar las cosas a su manera.

Partimos a media mañana, con lo necesario a cuesta, ropa da campo, cosas ricas para pasar la tarde y un par de tiras de asado para tirar a la parrilla, la hora de viaje transcurrió sin sobresaltos, parecía que Sofía poco a poco se hacía a la idea.

Llegamos transitando un camino de tierra poblado de pedregullos, la casa era un tanto antigua, pero se la veía muy bien conservada, el terreno era amplio y los límites estaban protegidos por cercos y una frondosa arboleda que la daba relativa intimidad, alejado de miradas indiscretas de casuales vecinos, un manto verde de perfecto césped era solamente interrumpida por una preciosa piscina con agua cristalina. Alexis, al fondo, sobre el parrillero ya tenía el fuego encendido, las brasas aguardaban por la carne a asar y a un costado unas botellas de aperitivos estaban a medio consumir. Al borde de la piscina estaba ella tomando sol, boca abajo con su majestuoso trasero expuesto, con una tanga blanca infartante, casi hilo dental, ella vino a nuestro encuentro a recibirnos, estaba en topless y parecía que estar con sus tetas al aire era lo más normal del mundo.

Diría que pasamos una tarde loca, sol, excitación, bebimos todo lo que teníamos a nuestro alcance, donde todo eran risas, donde las miradas eran de pecado, donde los roces no eran casuales, donde todo se cocinaba a fuego lento, el juego del pecado.

Yo moría por Roxanne, no solo era perfecta y desinhibida, ella jugaba a mostrarse puta a cada instante, moría por sus tetas desnudas, por su trasero, moría en deseos de cogerla.

Alexis parecía el más tranquilo, el que llevaba todo paso a paso, como el asado que había cocinado, para sacarlo justo, ni crudo, ni quemado.

Sofía por su lado, era una caja de sorpresas, parecía que todo estaba bien, pero tarde o temprano llegaría la tormenta.

El sol se ocultó en el poniente, había bebido tanto que estaba un poco perdido y con mi mente difusa, Sofía estaba igual o peor que yo y ya en la cena, empezó a ponerse densa y a insinuar que ella no se iría, que cogeríamos los cuatro, que no era justo y llegaron los histeriqueos mezclados entre risas y llantos, Alexis la contuvo, le trajo algo más por beber y poco a poco su tensión fue cediendo, pasaron los minutos, noté que a mi esposa los párpados le pesaban y ya solo balbuceaba incoherencias, hasta que solo se desplomó en los brazos de ese hombre.

Roxanne estaba a mi lado siendo espectadora, me acariciaba los cabellos y me dijo que me tranquilizara, que no pasaba nada, que el narcótico era potente, pero Sofía dormiría toda la noche, y no sería molestia, que era su turno de poder compartir a dos hombres y que cada quien a su tiempo había cumplido con el trato, no me gustó mucho lo que terminaba de suceder, pero no tenía fuerza de voluntad para cambiar las cosas, me di cuenta que estaba perdiendo el control.

Luego de dejar a Sofía reposando en un cuarto contiguo, había llegado la hora de actuar.

Nos encontramos en el dormitorio principal, Alexis puso música lenta, ella vino a mí, pegados, frente a frente, apreté su cintura hasta sentir crujir sus huesos, ella me tomó por el cuello y me besó profundamente, en un beso duro, sexual, caliente, sentí sus grandes tetas hundirse en mi pecho, y como contrapartida, refregué mi verga dura en su bajo vientre, cerca de su concha depilada.

Fueron minutos muy ricos, hasta que su esposo vino por detrás y entre los dos la hicimos el relleno de un emparedado.

Todo esto transcurría en una densa atmósfera de calor, mezclada con todo el aroma a alcohol que habíamos estado ingiriendo, mi mente se perdía, estaba alegre, efusivo y todo me parecía bien.
Roxanne giraba su rostro para besar en la boca a su marido mientras él le refregaba la pija por el trasero, luego volvía a mis labios, y otra vez a los suyos.

Ella me tomó la verga con una mano, y la de Alexis con la otra, nos llevó al borde de la cama, se sentó, se puso cómoda y empezó a masturbarme mientras le chupaba la verga a su esposo, luego cambió, lo masturbó a él y me la chupó a mí, se sentía riquísimo, y solo alternó izquierda y derecha. Su marido se acercó más a mí, sentí su verga pegada a la mía, me daba un tanto de impresión, casi me doblaba en tamaño, pero la idea era que ella se metiera ambas en la boca, y no solo eso, él la tomó con su mano por los cabellos y la obligó a meterse lo que más pudiera hasta la garganta, hasta sentir arcadas, una y otra vez.

Roxanne se puso de pie, me volvió a besar profundamente, con esa boca sucia con sabor a ambas vergas, me calentó mucho que hiciera eso, y luego besó a su marido de la misma manera

Alguien va a chuparme la conchita? – dijo en una forma muy puta

Tome la iniciativa, la tiré sobre la cama, abrí sus piernas y enterré mi cabeza entre ellas, su pozo estaba lleno y su sabor exquisito, sus jugos se habían chorreado por sus entrepiernas, los labios gordos resaltaban en la penumbra del cuarto y su culito se abría ante mis ojos invitándome a tomarlo. Metí un par de dedos en su concha, otros dos en su culo, miraba su rostro de placer y sentí tenerla bajo control. Alexis se puso en mi camino, tapándome el rostro poseído de placer de Roxanne, él le metió su enorme pija entre los pechos y empezó a mecerse al medio, era todo muy loco, yo había bebido demasiado, estaba sin fuerzas, mareado y confundido, caminando entre nubes de algodón, yo solo me perdía bajo el vaivén de las caderas de esa mujer que me tenía como un perro a sus pies.

Roxanne cambió el juego, quedé recostado mirando el techo, ella por sobre mí, cabalgándome, sintiendo mi sexo incrustado en el suyo, bebiendo sus gemidos, llenándome la vista con sus enormes pechos que aprisionaba entre mis manos, su rostro se transformaba en dibujos de placer y no me importaba compartir sus labios con su propio marido, porque en definitiva yo solo era un pasajero momentáneo en ese juego de locuras.

Alexis vino por detrás, sentí su enorme pija penetrarla por detrás, ella clavo sus afiladas uñas en mi pecho y ensayó un quejido contenido, sentía la fuerza de su esposo penetrándola por el culo, mi pija sentía los movimientos, era todo muy vívido, muy sexual.

En algún punto Alexis dijo

Es tu turno de hacerle el culo!

Ella salió de donde estaba y solo se recostó a mi lado boca abajo meneando sus caderas de lado a lado en una forma muy provocativa, fui sin dudarlo, me acomodé y me dejé caer, Alexis se lo había dejado bien dilatado así que lo mío fue solo un trámite, mis labios quedaron sobre la nuca de Roxanne, y mientras me movía dentro de su culito la llenaba de besos, nuevamente me perdí en el juego, solo ella, solo yo y recordé ese primer encuentro entre Alexis y Sofía, mi esposa, donde yo terminé sobrando y tal vez ahora fuera su turno de quedar afuera, yo solo quería cogerme a su mujer.

Pero Alexis no era como yo, él tenía mucha experiencia en estas cosas, lo sentí venir sobre mí, me tomó por sorpresa, su pesado cuerpo cayó sobre el mío y me susurró el oído

Sabes Marcos, hacerle el culo a mi mujer tiene su precio, nada es gratis.

Alexis pensaba dármela a mí por el culo, esa era su intención, y como dije, extrañamente estaba sin fuerzas, solo no podía evitarlo, y lo sentí venir, como un enorme puñal, lentamente, centímetro a centímetro se fue incrustando en mi trasero, sentí el dolor, y el placer del maldito Alexis, quien poco a poco se fue acomodando.

Vamos, ahora movete así disfrutas de hacerle el culo a Roxanne

Las reglas estaban claras, yo estaba al medio, y si me movía dentro de Roxanne, solo provocaría que Alexis se moviera dentro mío, estaba enredado en una trampa y aprendí a disfrutar lo que me había tocado en suerte, le hacía la cola a ella, pero al mismo tiempo él me la hacía a mí, estaba pagando el precio.

Me sentí venir, todo dentro de ella, pero él hizo lo propio conmigo, fue una loca experiencia que me avergüenza narrar, pero así sucedió.

Lo hicimos toda la noche, hasta quedar exhaustos, sin fuerzas, el circulo se cerraba.

Cuando me desperté estaba solo en la habitación la cabeza se me partía y honestamente sentía un sabor agridulce en la boca, había cosas que no me habían gustado, pero lo hecho, hecho estaba.
El rostro de Sofía se cruzó en mis pensamientos, Sofía! estos bastardos la había sedado y debía saber de ella, me levanté, me puse apenas el slip que estaba a un lado de la cama entre un montón de prendas desparramadas.

Fui al baño rápidamente, luego a la cocina, Sofía y Roxanne compartían unos mates con unas facturas, me sentí sorprendido, mi esposa estaba sumamente tranquila, mis ojos se perdieron en las curvas de nuestra amante porque como siempre ella combinaba sus diminutas prendas entre un límite entre lo erótico y lo porno, sentada en un alto taburete donde todo sobraba a los lados, me acerqué a mi mujer y la besé en la boca, ella me aferró a su lado y me susurró

Tramposos, son unos tramposos

Yo no sabía nada mi vida – respondí ante un posible cuestionamiento

Lo se – dijo ella con una sonrisa – Alexis me contó todo, y también me dijo que esta tarde jugaremos todos juntos

Donde está Alexis? – pregunté para cambiar de tema

En el patio – terció Roxanne – ya está cocinando

Tomé un par de cervezas del refrigerador, fui al patio, Alexis estaba cocinando, fui a saludarlo, y evidentemente mi charla privada con el iría a un punto que prefería no recordar, lo saludé y le di una de las bebidas

Sobre lo de anoche – dijo el algo perturbado

Si – respondí yo con algo de pena – nunca pensé que pasaría lo que pasó

Unas gotas golpearon mi rostro, miré el cielo, estaba encapotado, un domingo de comienzos de verano, con un calor del infierno, la situación hizo desviar nuestra conversación, una conversación que quedaría interrumpida en el tiempo.

Almorzamos los cuatro como si fuéramos los mejores amigos, pero la verdad era que no éramos amigos, solo éramos conocidos que habíamos roto demasiadas barreras, dos matrimonios que el único motivo de estar juntos había sido solo tener sexo.

Por la tarde, el tiempo empeoró, las gotas del medio día se transformaron en una copiosa lluvia que solo levantó el calor de la tierra seca por tantos días sin agua, estaba insoportable y por más agua que cayera del cielo era previsible que hasta el día siguiente la temperatura no cedería.

Alexis parecía aburrirse con la situación, solo fue a un lado, miró la lluvia y quitándose las prendas sin ningún pudor, fue a zambullirse a la pileta, Roxanne lo siguió, con su pequeño y atrevido short de licra y ese top de gimnasia que tan bien dibujaban sus enormes tetas, y donde ella iba, yo iría, pero esta vez no seríamos tres, esta vez Sofía se integraría al equipo.

Era loco, el agua estaba aún tibia y un diluvio se abatía sobre nosotros, la mezcla de lujuria, desenfado y excitación se notaba en el ambiente.

A un lado, Alexis y Sofía se mataban a besos, por el otro, hacía lo propio con Roxanne, se suponía que sería un juego entre cuatro, pero en verdad solo habíamos cambiado de parejas.

Debo decir que si bien a un lado estaban ellos y mi mujer parecía perdida como un perra chupándole la enorme verga a Alexis, en esos instantes poco me importó lo que hacía Sofía, yo solo quería cogerme a Roxanne, estaba encandilado por esa mujer, por sus rojos cabellos, por sus ojos de pecado, por sus labios de pasión, por esas tetas enormes, por sus caderas, por su concha lampiña, por su culo de infarto, solo embestía como un potro salvaje, porque en ese instante, era la primera vez que la tenía toda para mí, que no la compartía con nadie.
Nunca olvidaré esa tarde, cuando la sentí gemir en mis oídos, cuando me pidió casi rogando que no dejara de cogerla.

Pero Alexis es de esos tipos que siempre les gusta tener todo bajo control, y si la noche anterior me la había dado por el culo sabía que era capaz de cualquier cosa, ellos salieron de la piscina y rodearon por el borde para llegar a nuestro lado, Roxanne estaba apoyada mirando hacia afuera y yo la cogía fuerte desde atrás, el buscó un punto estratégico y nuestras cabezas quedaron en desnivel, a la altura de sus tobillos, entonces dijo

Amigo Marcos, mira que rico lo que le voy a hacer a Sofía

Mi esposa entonces se puso en cuatro dando su trasero hacia donde nosotros estábamos, descubrí que se había depilado por completo, imitando a Roxanne, solo se acomodó y abrió su culo con sus manos, Alexis acomodó su verga y después de unos intentos fallidos se la metió por el culo. Ella empezó a gemir como puta, el solo se la colaba por detrás y yo veía como ella se tocaba el clítoris y se metía los dedos en su conchita.

Por mi parte solo seguía dándole con rudeza a Roxanne y tenía sentimientos encontrados, por un lado, maldecía a mi esposa por la forma en que se portaba, siempre me lo había negado y ahora este extraño que me doblaba en tamaño se la metía toda? pero también me excitaba, me excitaba ver como ese bastardo le rompía el culo a mi amada esposa, y más cuando cada tanto se la sacaba para mostrarme su orificio dilatado y provocarme con palabras como

Marcos, Marcos, mirá como te la estoy dejando, bien mansita y sabrosa.

Por si eso no fuera suficiente la bestia de Roxanne no dejaba de quejarse en cada embate de mi verga y me sentí venir como un volcán, solo le llené la concha de leche.

Poco después llegaría el turno de Alexis, solo se sentó al borde de la piscina y dejo que Roxanne terminará el trabajo y me mostró como le llenaba la boca de semen.

Seguimos jugando un poco más en la tarde más loca y degenerada que me tocara vivir, hasta que un incipiente viento sur nos hiciera cambiar de parecer, la temperatura empezaba a bajar y ya no era cómodo estar donde estábamos.

Salimos, fuimos a secarnos para no pescarnos una pulmonía, cenamos a la luz de las velas y dimos por concluida la jornada, se acercaba el lunes, había que trabajar

El mundo siguió girando, los días pasaron y poco a poco Alexis y Roxanne fueron quedando en la historia, como dije, nuestro vínculo era solo sexual, no había amistad, no había nada.

Con Sofía todo está en orden, hablamos mucho del tema, tuve que asimilar cosas que no me gustaron, como por ejemplo que me reconociera que, si bien yo era el hombre de su vida, y que su amor hacia mí era incondicional, cuando de sexo y placer se trataba, la verga de Alexis era incomparable, pero, en fin, ella también sabía que jamás la hubiera cambiado por otra, pero en mi vida no se cruzaría otra mujer como Roxanne, algo que había percibido en el free shop del aeropuerto.

Y las cosas ya nunca fueron como antes, habíamos cruzado la barrera, ese amor puro y transparente de Romeo y Julieta ya no existía, después de probar el veneno de Roxanne tuve que ir en busca de otras mujeres, otras experiencias, y arrastré a mi mujer a juegos de intercambios de parejas, con diferentes resultados, no sé si es mejor o peor, solo sé que ahora es distinto.

Seguimos juntos por la vida, sonrientes, felices, tomados de la mano, pero aprendimos a llevar preservativos, ella en su bolso de mano, yo en mi billetera, nunca sabremos cuando tendremos la siguiente oportunidad…

FIN.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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