Relato erótico complaciendo a mi cornudo esposo con otro hombre

Siempre fui una chica de clase media alta, familia acomodada, mi familia tenía campos en el norte del país y si bien, rara vez fui por esos lados, todos esos negocios siempre nos dieron un excelente pasar económico.

Así fue que naturalmente siempre estuve rodeada de personalidades de ‘bolsillos llenos’

Tuve novios, cortas convivencias, amores pasajeros, amores perdidos que dolieron, amores que yo preferí dejarlos de lado, pero nunca había encontrado al verdadero hombre de mi vida.

Eso pareció suceder cuando estaba llegando a mis treinta años, había asistido a una fiesta vip y en un cruce de miradas conocí al que en breve se transformaría en mi marido.

Joel Yanukovich era un chico carilindo y simpático, fue flechazo mutuo. Su familia andaba en el negocio de bienes raíces, su padre era parte de una sociedad que se dedicaba a comprar casas para demoler, aprovechaban el terreno y levantaban importantes edificios para luego vender los apartamentos, un negocio redondo.

Joel era parte un poco de todo ese mundo, pero él había diversificado en distintas inversiones, como buen judío podía oler el dinero, y con dinero en mano solo hacía más dinero.

Valoré mucho de él que convenciera a su familia, fue difícil para mí puesto que yo o pertenecía a la comunidad y no era bien vista, sus padres eran muy arraigados a las tradiciones, pero mi prometido les hizo entender que el mundo había cambiado.

A pesar de todo, hicimos doble ceremonia religiosa, una cristiana, una judía, así todos vivimos en paz.

No puedo negar que en esos primeros años fui feliz junto a mi marido, no podía quejarme, me daba todos los gustos que puedan imaginarse, ropas, viajes, placer y obvio, sexo.

Habíamos ido a vivir en uno de los más prestigiosos edificios que había construido su familia, un piso completo en las alturas, más grande de lo que puedan imaginar, más lujoso de lo que puedan pagar, incluso tenía un cuarto de juegos exclusivo. Los amplios ventanales envolvían en toda la redonda el lugar, así que podíamos disfrutar juntos de una hermosa salida del sol como así también verlo caer cada atardecer, era todo muy romántico.

En el subsuelo se encontraban las cocheras, donde nosotros guardábamos los coches, Joel tenía una camioneta y yo algo más modesto.

En la planta baja se encontraba el gym donde solía ir un rato a mantenerme en forma, y por fuera un interminable parquizado con el mejor césped de la ciudad.

En la azotea, había un enorme quincho para reuniones familiares y una preciosa piscina con reposeras y sombrillas, con un techo corredizo para cerrarla y climatizarla en días invernales.

Joel era un tanto diferente a la mayoría de los hombres que había conocido en mi vida, en general tipos celosos en mayor o menor medida, pero mi esposo era diferente, él siempre se excitaba luciéndome como su mayor conquista, con mi forma de vestir, de caminar, de insinuarme.

En algún punto me molestaba esa situación, él no me celaba ni un poco, no le molestaba que otros hombres vieran mis piernas, o mis tetas, o que se me insinuaran, o que me comieran con la mirada, no, el parecía a jugar el juego de decirles a los demás ‘yo tengo lo que vos deseas’.

Y yo sabía que era una mujer llamativa, más que la media, de rostro bonito, delgada, alta, de proporciones justas, cierto, no era una perra, pero era consciente como más de uno volteaba a verme enredado en deseos.

Así fue como Alexandro Perez se cruzó en nuestras vidas. Alex, de ascendencia española era un chico carilindo, con entradas muy marcadas en su cabeza lo que anunciaba una futura calvicie, siempre vestía bien, siempre olía bien.

Un solterón un tanto mujeriego que vivía dos pisos debajo al nuestro, tipo de la noche, dueño de varios boliches de la ciudad y algunos más del entorno, tenía un sex appeal muy marcado, conversador, de carácter afable.

Solíamos cruzarnos en la azotea, en la piscina, él siempre estaba con gafas de sol oscuras, tomando algún trago, se notaba que cuidaba su cuerpo, siempre lucía un bronceado envidiable, y siempre me saludaba con una sonrisa muy peligrosa.

Yo notaba como me comía sin decirlo, y se lo hacía saber a mi esposo, pero él como siempre, le gustaba jugar con esa situación, casi que me obligaba a usar trajes de baños muy pequeños, me sentía casi desnuda, desprotegida, con mi conchita apenas tapada y mis nalgas brillando al sol.

Y sé que mi cuerpo fue el punto en común por el cual Joel y Alex comenzaron a platicar, a entablar una amistad. Joel levantaba edificaciones, Alex, necesitaba edificaciones para sus boliches de moda.

Se hizo común entonces que ellos estuvieran discutiendo negocios mientras yo nadaba de orilla a orilla, muchas veces solo veía como ellos me veían, mi cuerpo mojado, húmedo, casi desnudo, bajo el sol, me quedaba con las dudas si solo hablaban de negocios, si hablaban de mí, o si yo era parte de esos negocios.

La situación era excitante, pero yo era una mujer casada, y dejaba mis fantasías en el lugar que correspondían, solo fantasías.

A veces lo cruzaba en el gimnasio, donde Joel no iba, eso no era lo suyo, me gustaba ver sus músculos, lo hacía con disimulo, su remera transpirada, pero Alex siempre se portó como un caballero, jamás se me insinuó, y solo charlaba con esa sonrisa peligrosa.

Existía una atracción mutua, notaba como me miraba, pero era solo eso, Joel estaba de por medio en toda la historia y si bien él jugaba con este juego peligroso, los tres teníamos límites.

Las cosas se dieron para que mi esposo y nuestro amigo hicieran un negocio en común, una edificación nueva para ‘Corsario’, un boliche nocturno que en poco tiempo se pondría de moda.
Todo se fue armando, cosas de la vida, deseos contenidos, excitaciones perversas, palabras no dichas.

Fue en esos días, en una tarde de piscina cuando Alex nos trajo invitaciones para asistir a Corsario, algo normal y esperable, Joel le agradeció, pero declinó la idea, era pésimo para bailar y no le agradaban esas noches de fiesta, pero Axel insistió y no aceptó un ‘no’ como respuesta, aunque sea para conocer el lugar y tomar unos tragos, nos merecíamos eso.

Ese viernes no sería un viernes más, más por insistencia a divertirme que por convencimiento de mi marido, decidimos aprovechar el obsequio de nuestro vecino. Como solía hacer en estos casos, le di a mi esposo opciones de ropas a ponerme, sabía que a él lo excitaría que me viera provocativa. Joel escogió un conjunto de top y minifalda en un simil cuero brillante, solo elegí por mi cuenta usar unas botas de las que estaba enamorada, largas a la rodilla, con altos tacos, con un acordonado interminable por el frente.

Me acomodé mis cortos cabellos oscuros y un suave maquillaje dibujó mi rostro, me miré al espejo, me veía muy puta, la falda era demasiado corta y apenas disimulaba los ligueros que se ocultaban bajo la misma, mis pechos sin sostén se veían apenas contenidos por el top, pero qué diablos, los ojos de mi esposo brillaban al verme y yo me sentía bien si a él le gustaba lo que veía.

Llegamos pasada la una de la mañana, el lugar era impactante ciertamente, a los lados las barras de bebidas donde naturalmente fuimos con Joel, esa era su forma de divertirse y poco le importó mis deseos de bailar, es que odiaba esas cosas.

Pedimos unos tragos, pasamos un tiempo viendo el lugar, mi esposo me contaba detalles de la construcción, como habían armado una cosa y la otra, cuanto había salido, y de toda esa historia que poco me interesaba.

Fue cuando Alex llegó a nosotros

Chicos! me alegra verlos! al fin se decidieron! – dijo él mientras estrechaba la mano de mi esposo y besaba mi mejilla dejándome enredada en un exquisito perfume.

Pidió un trago, y solo empezamos a charlar como siempre lo hacíamos, en verdad hablaban entre ellos, de nuevos negocios, y yo solo lo miraba a él, con una camisa blanca, un saco sport con corbata en tonos oscuros que lo hacía ver tan varonil, diablos! me mordía los labios con deseos reprimidos.

En forma inconsciente mi cuerpo se movía al compás de la música, casi imperceptible, pero fue suficiente para que Alex lo notara

Me parece que tu mujer quiere divertirse – dijo palmeando a mi esposo

Noooo!!! soy malísimo para eso, que se olvide – respondió dándole un sorbo a su trago

Es taaaannnn aburrido – tercie yo en ese instante

Te molesta? – preguntó Alex a Joel dando a entender que me llevaría a bailar.

El dio el ok con un guiño de ojos, y ahí fuimos, a un par de metros de mi esposo, quien se quedó en la barra con un nuevo trago, empezamos a movernos al ritmo de la música, no muy lejos, no muy cerca, meneaba con discreción mis caderas y mis ojos buscaban los de Alex, pero los suyos estaban en otro sitio, su mirada desfachatada iba directo a mis pechos, adivinando que no tenía sostén, tratando de ver lo que mi top no le permitía ver, se me hacía muy erótico, y más sabiendo que mi esposo estaba ahí, observando todo lo que sucedía, a corta distancia, expectante.

Pasaron varios temas, miré discretamente las hermosas facciones de mi vecino, cuan antojable se me hacía, y me dejé comer por su mirada de hombre, me encantaba, hasta que bajaron las luces y llegó un tema lento, tranquilo, pensé en dejarlo ahí, pero él, sin importarle nada me aferró a su lado, con sus poderosas manos me tomó por la cintura y me llevó contra él, no me dejó opción a seguirle el juego.

Empezamos a movernos, y me amarró a su lado con más fuerza, sus manos descansaban en mi cintura, pero estaban peligrosamente cerca del nacimiento de mis glúteos

Alex, estás loco! – esbocé en protesta discreta – es que Joel…

Dejalo, dejalo a Joel, seguro lo está disfrutando… – respondió saliendo al cruce de mis palabras –

Mi respiración se hizo candente y pesada, el me asfixiaba en deseos contenidos, sentía su cuerpo pegado al mío y no solo eso, su sexo estaba muy duro y me lo hacía notar contra mi vientre

Joel es un tonto – disparó – si yo tuviera una mujer como vos…

Dejó esas palabras flotando en el aire, mi marido seguía disfrutando a corta distancia de verme en brazos de otro hombre y yo ya no podía más con todo este juego.
Por suerte la música volvió a ponerse movida y se vio obligado a soltarme, volvimos a la barra, mi esposo me invitó a un trago, tenía la boca tan seca como mi conchita mojada, ellos volvieron a sus pláticas, y así siguió la noche.

Cuando se hizo tarde, ‘casualmente’ volvimos al edificio, lo lógico era que ahí nos despidiéramos, pero había en ellos una complicidad tan peligrosa como excitante, con la excusa de nuevos negocios, que por cierto nada tenían que ver a esa hora de la madrugada, terminamos en el departamento de Axel, donde todo era lujo y pulcritud.

Nos sentamos en unos amplios sillones, mi esposo y yo a un lado, él vino con una botella de vino y unas copas, y se sentó en otro, a un lado.

Necesitaba ir a orinar, mi vejiga no podía más, así que Alex me indicó el camino. Me senté sobre el inodoro a hacerlo, y miraba entonces como estaba mi tanguita, empapada por mis jugos, cerré los ojos y una vez más mordí mis labios, sentí a los hombres hablando jocosamente al otro lado, no escuchaba bien de qué tema, pero se reían socarronamente, me miré al espejo, me acomodé, me decidí.

Volví donde estaban, pero no fui con mi marido, me quedé parada entre ambos hombres, para que ellos me miraran, tome una de las copas de vino, le di un trago, tenía toda la atención, solté el cierre de la pollera, la dejé caer, ellos estaban en silencio.

Le regalé una sonrisa a Joel, pero fui al sillón junto a Axel…

Estaba en control, caliente, segura de sí misma, a mi esposo le gustaba imaginarse con cuernos, y yo iba a ponérselos…

En mi mano derecha aún tenía la copa con vino, con mi mano izquierda fui sobre su verga, por sobre el pantalón, de la apreté con fuerzas, una y otra vez, ellos seguían callados, tomé el vino que me quedaba y adrede lo volqué sobre su blanca camisa, fui sobre él, a montarlo, dejé la copa y tiré con fuerzas su prenda manchada, los botones crujieron y volaron por el cuarto

Quiero que me cojas… acá, ahora, en las narices de mi marido, que el vea la puta que quiere ver, haceme de todo! necesito un macho de verdad!

Mis palabras fueron muy convincentes, por primera vez sentí que era la dueña de la noche, respiré profundo, su rostro estaba a la altura de mis pechos, si, el mismo sitio donde dirigía la mirada en el boliche, el deseo se notaba en sus ojos

Si… son tuyas – le dije con hambre

Las aprete contra su rostro, sentí su cálida respiración y con un poco de esfuerzo buscó bajo el top, un par de minutos de trabajo con su boca y mis pechos estaban desnudos, mis pezones se mostraron sensibles a su saliva, a su lengua, empecé a gemir, no podía evitarlo, lo dejé hacer, adoraba que un hombre lamiera mis senos, era algo que me sabia entre porno y maternal.
Miré hacia donde Joel estaba sentado, espectador de lujo, en primer plano, a medio camino entre el placer de verme entregada y no poder creer que en realidad yo lo estaba haciendo.

Y? era lo que querías? ver como otro se coge a tu mujer? – apuré con mis palabras –

Si amor… – se limitó a decir con una marcada erección entre sus piernas –

Las manos de mi amante permanecían en mi cintura, mientras seguía chupándome las tetas en una forma muy rica, bajé a besarlo, sus labios sabían a deseo contenido por mucho tiempo, apreté mi boca contra la suya, tomé entonces sus manos y casi lo obligué que fuera por mis nalgas desnudas, para que las acariciara, las pellizcara e hiciera lo que quisiera, asegurándome de paso que mi marido tuviera el mejor ángulo posible. Dejé los labios de Alex y casi en el oído murmuré

Te gusta? maldito degenerado… cuantas veces me comiste el culo con la mirada?

El esbozó una sonrisa contenida, entonces seguí

En el gym, en la piscina, apuesto que te hiciste muchas pajas imaginando tenerlo…

relato esposo cornudoEse juego de provocación entre mi amante y mi esposo me calentaba mucho, me sentía en mi salsa, cogía con uno para satisfacer al otro, la infidelidad me excitaba, pero la sumisión de Joel más todavía.

Alex se encontraba retenido, como con freno de mano, seguramente lo incomodaba la presencia de mi esposo, quien se estaba masturbando a un costado.
Tomé los dedos mayor e índice de mi amante y los llevé a lamerlos en mi boca, metiéndolos bien profundo como si fuera un pene, los llené de saliva mirando fijamente a mi marido, entonces dije en voz lo suficientemente alta como para que ambos escucharan

Metélos en el culo…

Alex no demoró, corrió la pequeña y embardunada tanga, acarició mi dilatado esfínter y con un casi nulo esfuerzo me metió ambos dedos por atrás, simulando una profunda penetración anal, arrancándome un nuevo gemido., entonces me dijo

Qué ricos tus labios depilados, y ese culito tragón… cuantas vergas se habrá comido, cierto?

Solo sonreí, estaba al borde del abismo, necesitaba su verga, con torpeza la busqué entre sus ropas, Dios, al fin la encontré y solo me senté sobre ella para calmar mi ardor de mujer, necesitaba calmar el fuego interno que me estaba devorando y solo diré que fue grandioso, empecé a cabalgarlo con locura, a gritar, a gemir, me olvidé de mi marido, quería pija, necesitaba pija, sus dedos seguían jugando en mi culo, sentía una simulada doble penetración, era todo muy caliente, semidesnuda, sobre un sillón, con mi vecino, llevé mi mano a mi clítoris, estaba empapado, enorme, caliente, me acaricié con fuerza sintiendo su sexo clavado en mi sexo, llegaron los espasmos, mi corazón parecía estallar, me latían las sienes, y hasta creí orinarme encima de tanto placer.
Me dejé caer rendida y lo besé profundamente, dulcemente.

Ahora quiero que se la des por el culo! – dijo mi marido que seguía cumpliendo su sueño

Alex me levantó en el aire como si yo fuera una pluma, me puso en cuatro de manera que mi culo quedara en dirección a mi esposo, pasó las piernas sobre mis nalgas y lo sentí bajar, entró toda, sin problemas, sus dedos ya habían hecho su trabajo.

Solo me la empezó a dar por el culo en una forma muy dura, entraba toda hasta el fondo, me apretaba con sus manos por la cintura y me obligaba a arquearme de forma que mi trasero quedara más expuesto y se viera más apetitoso de lo que era

Asi? así te gusta ver cómo le hago el culo a tu mujer? – preguntaba quien ahora tenía el control

Me encantaba, me excitaba, me gustaba que me hiciera la cola y que Joel mirara, llevé mis dedos a mi conchita para volver a masturbarme, mi clítoris estaba demasiado sensible, metí los dedos en mi hueco húmedo y pude sentir como al otro lado el intruso me rompía toda.

Entonces Axel salió de repente, hizo que me sentara, su verga estaba dura, al borde del colapso, se acercó a mi rostro, empecé a chuparla con devoción, sabía que estaba al límite, pero solo quería lamérsela mientras miraba a los ojos a mi marido, directo, perverso, fue muy, como decirlo…. aaahhhh!!!! que rico! quería una puta de mujer? bueno, lo había conseguido.

Mi amante se retiró un poco y con una mano sostuvo firme mi cabeza, con la otra se masturbó cerca de mi rostro, sus jugos calientes empezaron a saltar con fuerza, sobre mis mejillas, mi nariz, mis labios, parte entró a mi boca, una melaza espesa, preciosa, sabor a hombre.

Lo dejé hacer, en verdad me llenó a boca de leche ante la pasividad de mi marido quien miraba fuera de sí, aun sentado en el sillón, me sentí tan puta, tan pornográfica en ese momento, cogida por un vecino, con el culo todo abierto, toda mojada y con la boca chorreando leche caliente, miré a Joel y le dije lo que sentía en ese momento

Vení… besame cornudo…

Abrí mi boca, saqué la lengua, estaba chorreando, vino a mi lado y nos fundimos en un beso eterno, lleno de leche caliente de mi amante y él entregado ante la situación, nuestras lenguas se cruzaron, nuestros labios se pegaron y lo obligué a compartir lo que yo tenía, fue muy caliente para mi hacerlo, me gustó que él tragara parte de los jugos de Axel.

No hablamos mucho más en ese momento, sobraban las palabras en un amanecer donde todo había terminado en el punto donde los tres sabíamos que terminarían.

Esa loca noche sería solo la punta del iceberg, y las cosas cambiarían rápidamente, para mal…

Joel, había quedado maravillado con la experiencia, lejos de dolerle los cuernos que empezaban a emerger en su frente, él redobló la apuesta, y empezó a presionar para nuevas experiencias, solo empezó a presentarme amigos, conocidos, de un lado, de otro, todos candidatos para que yo eligiera a quien llevar a la cama delante de sus narices.

Pero claro, él no podía entender que no era mi interés revolcarme con cualquiera, que yo no era una puta cualquiera y que solo era su mujer. Tampoco podía entender que lo que había pasado con Alex, en parte había sido mi elección, porque ese hombre me atraía y habíamos jugado un juego peligroso.

Alex por su parte, tenía otras intenciones, esa noche él solo había tomado la oportunidad, pero cogerme delante de mi marido no era lo que él hubiera deseado, sin quererlo empezamos un juego a escondidas, miradas, gestos, sonrisas, charlas clandestinas, solo detalles que nos llevaron a volver a encontrarnos en una cama, solo él, solo yo. Fuimos amantes y descubrí que Alex era muy bueno en la cama, demasiado, y cada vez que me decía que sería la última, sabía que habría una próxima, porque era demasiado débil para cortar el hilo que nos unía.

Por mi parte todo estaba patas para arriba, no me gustaba jugar a la esposa infiel, no me gustaba hacer cosas sucias a espaldas de Joel, pero el calor de mis entrepiernas era más fuerte que mis pensamientos, me encantaba hacerlo, aunque después me mortificara en silencio. Además, Alex era como una droga, más me empeñaba en dejarla, más la necesitaba.

Me di cuenta que mi tonto corazón se estaba enamorando de su amante y que poco a poco Joel empezaba a perder peso en mi vida, y sabía que no podía enredarme con Alex, a pesar de toda esa masculinidad que llevaba a flor de piel y que me empalagaba, él era un tipo peligroso, un tipo de la noche, mujeriego, le gustaban todas y jamás sería la única en su cama, por más que lo jurara, que lo dijera, sabía que tarde o temprano yo sería la cornuda y saldría lastimada.

Fue tiempo de armar mis maletas, empezar de nuevo, en otro lugar, dejar atrás a mi vida de matrimonio, decirle adiós a Joel, también romper con mi amante, con Alex, con quien caminaba al borde del abismo, las cosas estaban claras en mi mente…

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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