Puta… ¿Cuántas veces escuchas al día esta palabra?. Probablemente tú la hayas dicho un par de veces o muy seguido para ofender a alguien o para hablar mal a cerca de una mujer, ¿cierto?
Claramente cada uno tiene su definición de ella, si buscamos en un diccionario veremos que se refiere a una prostituta, una sexo servidora, sin embargo ya nadie lo usa para referirse a ello, pongámonos a analizar un poco. ¿Por qué nos llaman putas?
Si eres una mujer que te gusta salir con varios, te llamarán puta, si eres una mujer que se siente libre de vestirse con prendas pequeñas, te llamarán puta, si te gusta bailar sexy en la disco, te llamarán puta, si terminas las relaciones en poco tiempo, te llamarán puta, si te gusta seducir hombres, te llamarán puta, si expresas tu sexualidad de una forma libre, te llamarán puta, cualquier expresión referida al sexo, a la sensualidad, al erotismo, te llamarán puta.
Me he puesto a pensar en todo ello y me he dado cuenta que si alguien me llama “Puta” debería sentirme halagada, pues quiere decir que estoy viviendo libremente lo que por derecho me corresponde; mi sexo, mi erotismo.
Siempre nos juzgarán si dejamos ver esta parte de nosotros, si por un momento no nos importa y besamos al primero que se nos cruce, si bailando seducimos a más de uno, si con nuestra pareja experimentamos en otros labios, incluso si decimos lo que pensamos, si hacemos un halago, si ofrecemos una sonrisa, nos llamarán puta.
Si no hacemos nada de esto, nos llamarán santas e hipócritas. La verdad es que la gente siempre tendrá algo que decir de nosotros, pero de santa a puta, que me llamen puta, porque eso quiere decir que algo estoy haciendo bien, entre más puta, más sincera soy, con mi cuerpo, con mi mente, con lo que quiero, con mis instintos.
Entre más hablen más me acerco a ir quitando esos prejuicios, esas cadenas mentales que nos impiden disfrutar al máximo lo que la naturaleza nos ha dado.
Así que la próxima vez que alguien te diga “Puta”, bríndale una sonrisa y dile: Gracias!
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