Poner el número tres por delante en mi edad fue demasiado fuerte, no solo por el golpe psicológico sino porque me sentí llegar a los treinta y al mirar hacia atrás no había mucho por lo que sentirme orgullosa.
Empleada de medio tiempo, con una paga discreta, soltera, ya podía sentir que nunca encontraría el chico de mis sueños y lo peor, que nunca podría cumplir mi deseo de ser madre.
Me sentía deprimida, con esos bajones típicos que nos agarran a las mujeres donde vemos todo negro y no nos gusta nada de lo que somos, y solo, como si fuera un cuaderno escrito, quisiéramos borrar cada palabra y reescribir todo desde el comienzo.
La naturaleza había sido generosa conmigo, pero estaba en una edad donde el paso del tiempo te empieza a cobrar facturas, en medio de una vida sedentaria y mala alimentación empecé a exceder mi peso, y caminé por la cornisa entre un cuerpo bonito y una obesa abandonada en potencia, donde todo lo que comía parecía ir a parar a mi vientre y a mis glúteos.
La luz al final del túnel la vería en mi terapia, donde mi doctor me aconsejó reinventarme, me empujó a hacer cosas diferentes y pude entender que mi vida era consecuencia de mis actos, y yo era la única que podía cambiar el curso de la historia.
Me anoté en una escuela de arte, es que me gustaba pintar como hobby, para poder acomodar mi cabeza, también me puse en manos de una nutricionista para acomodar mi cuerpo, decidí hacer ejercicios, para volver a afinar mi cintura y que mi culo volviera a ser lo bonito que siempre había sido.
Así comencé a correr como rutina en cada mañana, en el tiempo que tenía libre antes de entrar a mi empleo, muy normalita, zapatillas, calzas, una remera de ocasión y mis infaltables auriculares para que la música me hiciera compañía.
Encontraría en esos parques que empecé a frecuentar, un mundo de gente que disfrutaba hacer lo mismo que yo hacía, y solo empezó a cambiar mi cabeza, había toda una vida a la que yo siempre le cerraba los ojos y le esquivaba la mirada.
Hugo era uno de los tantos tipos con los que me cruzaba cada mañana, alto, bastante proporcionado, rubión de ojos claros, solía pasar en musculosa, donde podía ver unos hombros y bíceps marcados inundados por pecas.
En esos días era uno más entre tantos, y alguna vez cambiamos una mirada, y luego una sonrisa, y luego algún saludo y más adelante la vida nos encontró corriendo a la par, charlando, conociéndonos.
Él era profesor de educación física en un par de colegios, también era personal trainer de algunas personas adineradas que podían pagas sus servicios personalizados y mostraba alguna enfermiza obsesión por el cuidado del cuerpo. Así terminaríamos haciendo ejercicios en mi propia casa, donde ese sería el pretexto perfecto para hacer el amor por primera vez.
Empezaba a ver que mi vida parecía encarrilarse, me sentía feliz conmigo misma, me veía nuevamente bonita y deseable, en eje, Hugo era un buen hombre, muy atento, muy caballero, muy macho y cogía realmente rico, me estaba enamorando, y tenía por delante una primavera llena de flores.
Dejé la terapia, dejé mi depresión y solo se daría una circunstancia que no sabría muy bien cómo manejar, y esa circunstancia tenía nombre y apellido.
Gino, era el mejor amigo del que ya era mi novio, Hugo, esa amistad de hermandad, inquebrantable, sin secretos, Hugo nos presentó alguna vez y sentí que me comía con la mirada, incomodándome y excitándome al mismo tiempo.
Es que era muy atractivo a mis ojos, él tenía un gimnasio y por cierto su cuerpo estaba muy bien trabajado y lucía algunos tatuajes de carabelas y rosas que le quedaban muy bien, también era rubión, también tenía ojos claros, solo que a diferencia de Hugo el lucía una barba casi al ras de la piel perfectamente demarcada y recortada.
Empezaría una rara situación con demasiadas aristas a las cuales debía enfrentar, amaba a Hugo, pero Gino se me hacía demasiado atractivo, no pensaba engañar a uno, pero no podía resistirme al otro. Hugo siempre bromeaba sobre su amigo, lo atractivo que era, si lo deseaba, si tenía fantasías, y alguna vez, en la intimidad, cuando me daba sexo oral me pedía que imaginara que era Gino quien me lo hacía, y mis orgasmos resultaban peligrosamente perfectos.
Gino hacía lo propio, me seducía con palabras, con gestos, con miradas, y dejaba frases al aire delante de su amigo, por lo afortunado que era al tenerme y lo que él haría en su lugar.
Juegos peligrosos, palabras peligrosas, encuentros peligros, situaciones que me llevaban a un previsible abismo y que me confundían día a día, porque también estaba demasiado claro que ellos eran como hermanos de sangre, se contaban todo y la típica situación del engaño, de la infidelidad, imaginable en esta historia, no estaba en los planes de ninguno de los tres.
Llegaría mi cumpleaños treinta y tres, con Hugo estábamos cerrando una época de noviazgo y planeábamos convivir bajo el mismo techo, hicimos una gran fiesta, mis padres, mis hermanos, cuñadas, sobrinos, la familia de mi novio, mis futuros suegros, y también varios amigos, entre los cuales no podía faltar Gino.
Yo había nacido a las once de la noche, y una loca tradición, era esperar a esa hora para abrir lo regalos, en una situación festiva, rodeada de todos los presentes, abriendo uno por uno, donde yo era centro de atención.
Así abrí una hermosa remera de mis padres, unas calzas de mi hermano, una botella de vino de mi suegro, y así uno por uno entre risas, expectación y aplausos.
Llegaría el turno de la pequeña caja de Gino, envuelta en papel brillante y un moño rosado, la abrí presurosa, y me encontraría con un conjunto de encaje negro con brillos y encajes, con una less hilo dental, y lejos de resultarme risueño sentí que un rojo fuego invadió mis mejillas, envuelta en vergüenza mortal delante de todos los presentes, sentí que las risas se apagaron de repente y el momento fue demasiado incómodo.
Hugo, notando la situación, tomó a su amigo por el hombro y a modo de reacomodar las piezas sobre el tablero tiró jocosamente.
Bueno, bueno!, el regalo es para mí hermosa mujer, pero evidentemente mi amigo siempre piensa en mi.
Todo siguió adelante, quedaría en una simple anécdota.
Cuando la fiesta terminó y poco a poco se fueron yendo de casa, a su turno, Gino me dio un cálido beso en la mejilla, le dió un apretón de manos a Huho y en un tono a modo de susurro para que solo nosotros escucháramos dijo
Amigo, cuando estés en la cama con ella disfrutarás mucho mi regalo, pero lamento decirte que ella pensará en mí, porque soy el más apuesto de los dos!
Respondí con una risa nerviosa, sintiendo electricidad en todo mi cuerpo, pensando en una situación que era muy posible, Hugo me miró de reojo, era transparente para él y supo de inmediato por donde iban mis emociones.
Y así sucedería, solos en la intimidad, en la oscuridad de la noche, mientras mi novio me cogía me pedía que no dejara de pensar en Gino, y aunque yo tratara de disimularlo, la verdad era que lo estaba haciendo.
Solo dos meses después, Gino tendría por delante un viaje laboral, y le dejaría las llaves de su departamento a Hugo, para que de tanto en tanto diera una pasada para ver que todo estuviera bien
Esa tarde, fuimos de pasada, yo conocía ese departamento de reuniones de amigos, pero esta vez solo estaríamos mi novio y yo.
Abrimos la puerta principal y todo lucía impecable, Gino era un tipo muy prolijo y estructurado, había un lugar para cada cosa y cada cosa estaba en su lugar, fuimos a la cocina, al comedor, al baño, la puerta de uno de los cuartos misteriosamente estaba cerrada con llave, fuimos al otro, donde dormía cada noche nuestro amigo, sentí su vibra y me excité imaginando, acaricié el acolchado de la cama, y noté que Hugo estaba en sintonía conmigo.
Te excita mi amigo, cierto? se nota demasiado… si no fuéramos tan amigos ya te lo habrías tirado…
No lo negué, al contrario, estaba tan mojada en deseo, no podía explicarlo, porque Hugo era lo mejor en mi vida, pero la sola idea de imaginarme desnuda con Gino me enloquecía
Abrí el cajón de su ropa interior, sin importarme que él me estuviera viendo, era un juego de mutua provocación, sus slips estaban perfectamente doblados, tomé uno, me lo pasé por el rostro aspirando su perfume profundamente, mirando desafiante a Hugo quien ya tenía entre sus piernas una marcada erección.
Era el ambiente, porque ambos queríamos hacerlo, imaginando algo que no sucedería.
Entonces mi novio sacó de uno de sus bolsillos, la ropa interior que Gino me había regalado, fue una sorpresa, no lo vi venir, seguro lo había preparado con antelación, me lo extendió y me dijo,
Que el juego de imaginación sea completo…
Le pedí privacidad para crear el ambiente, me desnudé entonces, me puse el sostén translucido donde se marcaban mis duros pezones y la tanga cuyo hilo se enterraba en mi concha y en mi esfínter al extremo de hacerme doler. También me puse nuevamente mis zapatos tacos altos, sabía que a mi chico le daba morbo y unas gotas de perfume que siempre llevo encima.
Cuando Hugo vino sobre mi sentí la pasión en sus brazos, y la presencia en el ambiente de la escancia de Gino, tenía lencería entre mis piernas, regalada por un hombre para que lo disfrutara otro hombre, y esos hombres casualmente eran los mejores amigos.
Era muy fuerte, muy lleno de pecado, iba a coger con uno pensando en otro, yo lo sabía, y lo que más me excitaba era que Hugo también lo sabía.
Nos besamos apasionados, como nunca, con deseo, entonces él fue al placar de su amigo, abrió una puerta, otra y dio con unas corbatas colgadas, tomó una de seda en color negro, se dirigió donde yo estaba y mientras la anudaba por detrás de mi cabeza tapándome los ojos dijo
Con los ojos cerrados, podrás imaginar mejor que es mi amigo quien te está cogiendo…
Me tomó de la mano y volvimos al comedor principal, sobre uno de los sillones, nos besamos, nos tocamos, nos deseamos, fue mágico, nada veía, moría en placer, necesitaba ser penetrada por uno imaginando que era otro, sabía a locura, sabía a pecado, sabía a prohibido.
Hugo me puso de espaldas contra el sillón, levantó mis piernas, apenas corrió la tanga y me la metió toda, arrancándome un quejido de placer, pero aún no imaginaba lo que estaba a punto de suceder.
Hugo seguía cogiéndome, le pedí que me besara entre susurros, y sentí pegarse sus labios a los míos, pero lo conocía, y ese beso no era su beso, esa lengua metida en mi boca no era su lengua, acaso estaba loca? acaso la imaginación era tan fuerte? o estaba sucediendo lo que imaginé que estaba sucediendo?, el rasguido con sabor a cosquillas de la barba rala de Gino fue inconfundible en el entorno de mis labios, solo creí estar imaginando demasiado
Lo comprobaría rápidamente, al recibir otra verga en mi boca, era una locura, acaso Gino jamás había viajado? acaso estaba pertrechado en el otro cuarto? al que no pudimos acceder? acaso estaba todo planificado? demasiada coincidencia, demasiado perfecto para ser real.
No me hizo falta ver nada, sabía que la verga que tenía en mi concha era la de Hugo, y la que tenía en mi boca era la de Gino, creí que enloquecería, se la chupaba con ganas, me perdía en deseos, me encantaba lo que estaba sucediendo, tan ricas, placer, por un lado, placer por otro.
Recibí los labios de Gino nuevamente en mi boca, no sabía que esperar, por donde vendrían.
De repente me giraron y me pusieron en cuatro patas, uno de atrás me chupaba la conchita y el culo, muy rico, en mi boca adiviné tener ahora la verga de mi amor, y me retorcía en orgasmos interminables, dedos extraños se colaron en mi conchita y en mi culito, Gino me tomó de las caderas y con un poco de esfuerzo me la metió por el culo, directo, simple, perfecto…
Me sentí morir en placer, la corbata ya molestaba en mi vista y solo me la saqué, quería verlos a ambos, al que amaba, al que deseaba, un eterno sueño prohibido se hacía realidad.
Tenía fantasías por cumplir, muchas, tomé el control del juego, me paré, aún estaba en tacos, less y sostén, muy puta, caliente, agarré una verga con cada mano, y los llevé al dormitorio, a la cama, les indiqué que se recostaran boca arriba entrelazando sus piernas, quería sus vergas juntas, y se acomodaron hasta que sus testículos se pegaron unos con otros, fui al paraíso, con dos pijas erguidas una contra otra, preciosas, lamí una masturbando otra, alterne, intenté meterme ambas en la boca, al mismo tiempo, pero no podía, era demasiado, muy rico, los dos hombres para mí…
Llegaba el momento de cumplir una loca idea, una pierna a cada lado, esta vez de frente a Gino, me acomodé, lentamente, metiendo su verga en mi conchita, dejando que entrara al mismo tiempo la de Hugo por detrás, en mi culito goloso.
Fue tocar el cielo con las manos, un perfecto y medido dolor de placer, adentro, afuera, adentro afuera, me sentía muy puta, la puta de ellos que permanecían inmóviles sin poder creer mi apetito sexual, los sentía entrar por ambos lados llenándome de placer, teniendo el control, como nunca lo había tenido.
Los sentí venir, a ambos, no pararía, y casi al mismo tiempo sus vergas erguidas llenaron de jugos ambos orificios.
Me dejé caer de lado, transpirada, excitada, prohibida, con la tanga hedionda que se impregnaba en una mezcla de flujos, entre los míos y el de los machos que terminaban de cogerme.
Pero no terminaría ahí, seguirían haciéndolo un buen rato más, llenando de placer cada orificio que yo pudiera ofrecerles, dejando semen caliente en ellos, y en mi cuerpo, en mi vientre, en mi espalda, en mis pechos, en mis piernas, de una manera única e irrepetible, que no es posible dar dimensión con un escrito.
Era tarde, fui por una ducha en primer lugar donde demasiadas preguntas me abordaron, luego, fui a preparar la cena para tres y nos sentamos como si nada hubiera sucedido, pero había sucedido.
Hablamos mucho, ideas, planes, deseos, intuimos que habernos revolcado los tres en la cama solo había sido el final de una historia que se venía escribiendo desde hace tiempo.
El problema, por llamarlo de alguna manera, sería que ese trío volvería a repetirse, una y otra vez, hasta que fue demasiado, estaba loca, me había enamorado de ambos hombres por igual, solo no podía estar con uno solo, solo no quería perder a ninguno, era posible?
Si hacía el amor a solas con mi hombre, sentía en mi cabeza que le fallaba a Gino, y las erecciones de Hugo no eran las mismas que cuando estábamos los tres juntos, y para ser honesta, dos pijas eran mucho mejor que una, podíamos hacer locuras imposibles de hacer de a dos, y yo tenía la mejor parte del juego, las dobles penetraciones se transformaron una droga pasa mi ser.
La propuesta vino de mi parte, un matrimonio de a tres, por qué no? podría funcionar, debería funcionar, y el verdadero problema estuvo puertas afuera, familiares, entorno, actividades, vivir en mundo donde están escritas las leyes y que nadie debe intentar vivir diferente.
Puertas adentro, en la intimidad de nuestro hogar, el paraíso, compramos una enorme cama para dormir los tres en forma cómoda, y obviamente el lugar del centro de la cama fue mío
Locas situaciones, entredormida, poder abrazar a uno, mientras el otro me cogía, a veces ni recordaba a quien había besado y quien me había llenado de leche.
Nos permitimos todo, sin secretos, sin infidelidades, porque yo no cogía con uno o con otro a espaldas del tercero, no, no había secretos y me enamoré del sexo de a tres, donde las dobles penetraciones se me hicieron tan necesarias como respirar.
Además, se daban situaciones disparatadas y risueñas que nos resultaban muy calientes, íbamos a bailar los tres juntos, besaba a uno, besaba a otro, lo mismo que una cena en un restaurante, o de paseo en un shopping, donde ambos me llevaban por la cintura, un día de playa, donde ambos me pasaban bronceador por los glúteos, era inevitable llamar la atención al entorno, porque todos se quedaban mirando como sin entender, y nosotros sabíamos jugar con gracia ese juego.
Todo era diferente, jugar a la tonta mucama que es engañada por dos hombres, que me ataran, me vendaran y me violaran en placer, llenando mi piel en caliente semen, jugar al cornudo y al infiel, cuando uno solo se sentaba a ver como yo lo hacía con el otro, juegos imposibles de hacer entre dos, sin que egos con terceros salieran lastimados.
También jugábamos a la prostituta, donde yo les cobro una tarifa especial por hacerlo con los dos, en fin, solo es cuestión de imaginar y liberar un poco la imaginación.
Y no era solo eso, ser transgresores en un trío mal visto por la sociedad nos llevó a ser transgresores en todo sentido, viviendo una sexualidad loca, nos encantaba hacerlo rápido, a escondidas, en lugares prohibidos, con la adrenalina de ser descubiertos, a veces era demasiado complicado, demasiado peligroso, entonces uno de los dos se quedaba como vigía mientras el otro me cogía, y luego cambiaban los roles, en otras ocasiones, me gustaba chuparle la pija a uno y a otro, apartados en algún baño público y llenarme el estómago con los jugos calientes de mis amores, y cuando podíamos, mi perdición, porque era lo que más me excitaba y me sigue excitando, una rápida doble penetración, teniendo a ambos dentro, sintiéndolos pegados a mi cuerpo, uno por delante, otro por detrás, besando a uno, sintiendo la respiración del otro y como siempre llevándome en mi interior lo mejor de ambos, el semen caliente.
Asumo que no todas son rosas, a veces hay algunas espinas…
A pesar de lo lindo, a veces siento que es demasiado, los hombres nunca se cansan y siempre quieren más, a veces solo estoy cansada, o molesta, o sin ganas, pero en esos momentos de flaqueza pienso que soy la mujer más afortunada del mundo, a falta de uno tengo dos, y soy la reina de la pareja.
Y muchas veces no es fácil acordar, si no lo es de a dos, imaginen de a tres, lugares donde vacacionar, fechas, salidas, en que gastar nuestros ahorros, a veces es hasta risueño, parecemos más una sociedad que una pareja de a tres, donde muchas veces decidimos los entuertos con una democrática votación, reglas que alguna vez habíamos decidido establecer.
Llegando a los cuarenta pasaría algo impensado, o algo que preferimos no pensar, pero sería algo que fortalecería como nunca nuestro amor de a tres, mi embarazo…
Estaba claro que yo era la madre, pero solo un espermatozoide había fecundado mi óvulo, y ese espermatozoide era de Hugo o era de Gino, biológicamente uno sería padre, el otro no.
Rara vez nos cuidábamos en nuestros encuentros, y como dije, un embarazo había sido un tema de discusión que habíamos preferido evadir.
Resolvimos el tema como adultos, hablando sentados a la mesa, nada se había interpuesto en nuestra relación y un bebé en camino no sería la excepción, yo sería madre, ellos serían padres, no importaba quien de los dos me había fertilizado, todos seríamos felices.
Hoy curso el octavo mes de embarazo, sentada tras un ventanal me acaricio mi enorme panza, iluminada por los rayos del sol que entra por los vidriados, tengo tantas dudas, tantos miedos, como afrontaremos el futuro de la niña que está por nacer, como le explicaremos que tiene una mamá y dos papás, como será su vida en una familia que se supone que no es normal, fiestas de escuela, otros padres, amiguitos, si aun parte de nuestras familias no han aceptado nuestras decisiones y probablemente nunca lo hagan.
No importa, mientras tenga el apoyo de los dos hombres que amo, sé que nada podrá salir mal…
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Imagen únicamente de carácter ilustrativo para este relato erótico…
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