El relato que voy a contar sucedió recientemente. Poco tiempo atrás fuimos con mi esposa a pasar el fin de semana en las afueras de la ciudad. Decidimos llevarnos una tienda de campaña para pasar la noche, cargamos algunas provisiones en el coche y partimos, aprovechando el buen clima de sol y temperatura agradable.
Luego de revisar por el maps los lugares disponibles, nos dirigimos hasta una zona donde hay un lago y varios campings que ofrecen servicio para pasar estadía en sitios tranquilos y arbolados.
El lugar era muy acogedor y la naturaleza alrededor era exuberante y por no ser época de vacaciones no había tanto público, sino más bien alguna que otra tienda pero de modo disperso.
Ni bien llegamos armamos todo, nos pusimos traje de baño y fuimos por unas cervezas hasta el almacén ubicado en la misma entrada al camping. Mientras estábamos comprando llegó un grupo de tres hombres jóvenes en una van, y se veía que venían a pescar, por las cañas y los equipos que traían.
Noté en seguida que miraron a mi mujer que estaba con el bikini en la caja a punto de pagar, mientras yo estaba a unos metros viendo por la ventana hacia un bosque cercano.
Claro está no debo explicar mucho la situación: tres hombres solos en plan de pasar unos días lejos de sus hogares viendo a una mujer de 35 años, culona y tetona que no pasa desapercibida, se imaginan que las miradas y comentarios no tardaron en llegar. Una vez que mi mujer terminó de comprar se acercó a mí y salimos del lugar. Fuimos hasta nuestra tienda y luego a la playa a pasar un buen rato al sol.
Luego de beber y ya bajo los efectos del alcohol, saqué el tema como sin querer:
— ¿Notaste que te miraron?
— ¿Quiénes?— preguntó inocentemente.
— Esos tres que venían a pescar— le dije mirando su reacción.
—Ah, no me di cuenta— me respondió de modo ingenuo.
— Pues sí. Te miraron de arriba a abajo e hicieron comentarios entre ellos— le dije intencionadamente para ver qué decía.
—Siempre me miran— dijo con una sonrisa irónica— De todos modos no me han dicho nada eh— agregó rápidamente.
—Lo sé— le dije en seguida.
Poco a poco logré llevarla al tema que yo quería. Necesitaba observar si en ella había algún tipo de reacción.
— ¿Alguna vez fantaseaste con hacer un gang bang al aire libre?— le pregunté abierta y directamente. Ella rio y me miró para ver si yo estaba bromeando.
— ¿Qué insinúas?— me retrucó y de inmediato noté que se había encendido una chispa de morbo en ella. Su tono de voz y su mirada de pronto habían cambiado. La conozco muy bien y sé cuándo comienza a cachondearse. El gesto en su rostro me indicaba qué le había logrado inducir a una fantasía sexual. Yo sabía que ella los había mirado también. Eran tres hombres jóvenes como de unos treinta años, bien altos y de porte atlético. Eran tipos muy guapos de esos que cualquier mujer quiere follarse. Entonces le dije:
—Mira, la verdad que me cachondea mucho que vayas y te les entregues a esos tíos. Me gustaría que vayas a su tienda y te follen los tres mientras yo me quedo aquí en la costa del lago—dicho esto comencé a temblar de los nervios.
— ¡Guau!, ¡¿Qué has dicho amor?!— me dijo y me miró con la boca abierta.
—Lo que oíste. ¿Te gustaría a ti, sí o no?—le dije mientras sentía cómo mi pene se iba endureciendo.
Ella se echó a reír, seguramente por la sorpresa. Debo aclarar que ciertas veces que hacemos el amor nos decimos fantasías que incluyen el sexo grupal y en ese sentido el gang bang ha sido siempre una de esas fantasías que ambos tenemos pero que nunca habíamos concretado.
—Mira, esta es una oportunidad única: estamos aquí muy tranquilos, ellos son unos extraños, ambos lo deseamos, ellos no creo que se nieguen, en fin, si tú estás de acuerdo tienes una gran posibilidad de pasarla de lujo—le argumenté, al tiempo que trataba de darle confianza y seguridad a ella y a mí mismo.
— ¿Estás seguro de lo que dices, o es la cerveza que te ha hecho delirar?— me dijo y comenzó a buscar con la vista el muelle donde los tipos se habían ido a pescar, distante unos cien metros.
—Piénsalo— le respondí y me incorporé para ir a nadar un rato al lago.
Esa misma tarde, al volver a nuestra tienda a cambiarnos la ropa, retomamos el tema y ella me dijo que no estaba segura, que mejor lo tengamos como fantasía y nada más.
Pasamos la noche, no tuvimos sexo y al día siguiente ella se levantó y se puso una bikini súper diminuta, se soltó el pelo y se fue hasta la playa que estaba a unos treinta metros de nuestra tienda. Yo permanecí acostado, con un poco de sueño aún y pensando en la propuesta que le había hecho a mi esposa.
Pensaba y fantaseaba y sentía como mi verga quería explotar al imaginarme a ella follando con aquellos tipos. Al rato, desde mi posición veo que uno de ellos se había acercado hasta mi esposa y se encontraban platicando.
Yo veía la escena desde mi tienda, tendido en el piso y acariciando mi miembro. Trataba de imaginar la charla que estaban teniendo. Permanecieron hablando por más de 10 minutos. Luego él se despidió, se besaron en la mejilla y al rato ella vino hasta donde yo me encontraba.
Cuando asomó su cabeza en la tienda me hice el distraído, como que había estado durmiendo.
—Buen día—me dijo sonriente. — ¿No vas a levantarte hoy?— me preguntó mientras me acariciaba las piernas.
—Sí, vamos a desayunar—le respondí en medio de un bostezo.
Mientras desayunábamos ella me contó que uno de los chavales se le había acercado en la playa. Le había ofrecido pescado fresco o que si queríamos acercarnos a ellos al mediodía ya que iban a preparar lo que habían pescado esa mañana.
Evidentemente el tipo se había acercado y ella tuvo posibilidad de hablar y verlo mejor. Le dije entonces que lo hablado el día anterior seguía en pie, que estaba en ella decidirlo.
—Lo pensé y quiero hacerlo. El chaval parece buena onda y está súper padre. A los otros dos los vi de lejos pero noté que estaban atentos a lo que hacíamos—me confesó y encendió nuevamente mi temperatura.
De inmediato organizamos todo. Ella iría hasta la tienda de los hombres y se llevaría su teléfono celular para registrar todo. Yo permanecería en nuestra tienda a la espera de su regreso. Sin más, ella se preparó y se fue directo hasta la tienda de ellos que prácticamente no se veía desde mi posición.
Al cabo de unos veinte minutos suena una videollamada en mi teléfono. Era ella. Sumamente nervioso respondí. Al encenderse la pantalla podía verla a mi esposa en el interior de la tienda, sentada sobre un colchón azul y dos de los tíos sentados uno a cada lado, el tercero evidentemente sostenía el teléfono y estaba frente a ella.
Luego de saludarme, me dice: —hola amor, aquí estoy con Joaquín, con Beto y con Juan Pablo, son una maravilla de chavales, muy buena onda y quieren mostrarte algo—me dijo mientras ellos saludaron y de inmediato comenzaron a besarla.
Ella se besaba con uno y el otro le acariciaba las tetas. Pude ver cómo le bajaban el sostén, dejando al desnudo sus grandes tetas. Uno a cada lado, chupaban y lamian sus pezones mientras ella echó su cabeza para atrás y comenzó a gozar.
La cámara bajó y se veía que otro le corría la braga y manoseaba su raja. Acto seguido los hombres se pararon y ofrecieron sus penes erectos mientras ella permanecía de rodillas en el piso.
El que oficiaba de camarógrafo manoseaba sus tetas y ella chupaba una y otra polla metiéndolas hasta la garganta. En eso estuvieron largo rato al tiempo que yo me masturbaba viendo tal escena. Luego de varios minutos de felatios vi cómo la hacían ponerse en cuatro patas.
La mostraban desde atrás y acariciaban su enorme culo surcado por una diminuta tanga roja. Uno de ellos se recostó boca arriba para que ella continuara succionando su verga dura. Los otros se pasaron el teléfono celular entre sí, y el que había estado registrando entró en escena y se ubicó detrás de mi esposa para penetrarla por el coño.
Yo podía ver claramente como la tenían entre dos vergas tiesas y gordas, dándole fuerte al bamboleo del coito y la felación. El que ahora filmaba la escena se masturbaba y me decía: —mira tío, mira que jodido se están follando a tu mujer. Vamos a darle tanta nata que se va a ir preñada—. Mi polla estaba derramando jugo del placer que me daba verla a ella mamando y follando como una puta.
—Qué morbo tío—acotó el chaval que la follaba desde atrás.
—Qué cornudo hijo puta eres hombre, mira–agregó el que le daba de mamar su picha—te la vamos a follar todo el puto día, es la más guarra que hay—continuó diciendo.
—Anda, rómpele el culo—dijo el que sostenía el teléfono. Y en eso mi mujer interrumpe la mamada que estaba dando para llevarse con los dedos saliva hasta su culo, preparándose para que le den por su agujerito. El tío la sacó de su vagina y comenzó a metérsela por el culo. La cámara se acercó hasta hacer un primer plano de la penetración anal.
—Mira nada más ese culito como complace—se oyó decir y se veían varias manos abriendo las nalgas de mi mujer, al tiempo que se escuchaban los quejidos de placer de ella.
—Hijo puta que hembra más zorra tienes, mira qué manera de follarla—decía uno de ellos. La cámara iba de un lado a otro, mostrando todo el cuerpo desnudo de mi esposa, sus tetas bamboleándose, su boca llena de carne viril y su orificio anal saturado de pene. Un primer plano de los testículos golpeteando la vulva se vio antes de pasar a mostrar rápidamente la cara de mi mujer mientras le refregaban dos vergas y la escupían.
—Muéstrale a tu marido lo puta que eres—le decían y ella sonreía feliz mirando a la cámara del celular. Mi paja era increíble, pero temía eyacular aún.
El morbo de pronto llegó al clímax cuando dejaron el celular a un costado apuntado a ellos cuatro, el que le daba por la boca se acostó debajo de ella y se la metió en el coño y el que había filmado se acercó y le ofreció los huevos para que ella se los lamiera.
El cuadro no podía ser mejor. Se veía perfectamente como gozaban los cuatro. Ya no hablaban, sólo gemían y se movían con un ritmo frenético buscando el orgasmo.
Mi esposa estaba totalmente entregada al placer y la lujuria con aquellos tres desconocidos, gozando como una loca con cada embate de los tres penes que tenía a su disposición.Fueron alternando posiciones. Cambiaron varias veces de lugar cada uno pero siempre con la misma pasión desenfrenada. La imagen era orgiástica, absolutamente porno.
De pronto uno de los hombres comienza a gemir y se nota que ya estaba por correrse. Era el que la estaba follando por el culo. Disminuye la intensidad del coito y deja salir un quejido grave mientras palmeaba las nalgas de mi esposa.
Luego saca su miembro, toma nuevamente el teléfono y lo acerca al culo de ella. Se veía la polla entrando y saliendo de su coño desde abajo y un hilo de semen que comenzó a deslizarse desde el ano hasta llegar al escroto del que aún seguía dentro de mi mujer.
— ¡Qué polvazo, tío! Qué rico polvazo le he echado a la puta de tu mujer, mira nada mas como le chorrea el culo.
—Ahora le doy por coño—dijo el que permanecía tendido debajo follándosela fuertemente.
— ¿Y tú, Beto? ¿Cómo anda esa mamada, tío?—dijo el que filmaba y acercó la cámara hasta mostrar cómo le daba polla por la boca el tal Beto.
—Anda de diez, ahora voy a probar su coñito—dijo—córrete rápido Joaco, que me la quiero follar por el coño—agregó.
—Mira cornudo, como le he dejado hasta la última gota en el culo—dijo el que registraba la escena y ya se había corrido dentro del recto. Apuntó la cámara al culo abierto de mi mujer que brillaba lleno de esperma. En eso, el que la follaba avisa que estaba a punto de correrse. La cámara se acerca aún más y muestra la eyaculación bien dentro del coño. Claramente se veían las pulsaciones de la base del pene inyectándole semen a la vagina de mi esposa. A esta altura yo estaba que explotaba.
—Faltas tú, Beto. ¿Dónde te vas a correr?
Veo que intercambian lugares y mi esposa se monta entonces al tercero. La cámara iba y venía desde los genitales hasta hacer un primer plano de los besos de lengua que se daban mi mujer y el chaval. Mientras los otros dos continuaban diciendo guarradas, mi mujer tiene un explosivo orgasmo y Beto se viene también dentro de su coño que latía henchido y pegajoso.
— ¡Qué barbaridad! ¡Qué buena puta tienes, cornudo, te felicito!—exclamó uno de ellos. Mi mujer entonces toma el teléfono y dice: —mi amor, que buenas folladas me dieron estos tíos, deberíamos venir más seguido a la naturaleza.
Esa tarde permanecieron ellos cuatro durante horas follando en aquella tienda. Yo me hice un par de pajas hasta que casi al caer la noche mi mujer volvió, nos preparamos y nos fuimos del lugar.
Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…
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