En las cosas que me termino metiendo… por calentón incurable…
Como entiendo que casi todos por acá, nos gusta leer relatos porno, hablar de sexo, compartir experiencias, ver fotos, videos, todo un poco, curiosidad, no se…
Así fui que me metí en páginas de relatos eróticos, como esta, como tantas otras, y poco a poco pasé de lector a ser parte, a crear un perfil, a contar algunas cosas íntimas, algunas vivencias, algunas fantasías, a dejar mi mail como está al final de este relato, a recibir correos, algunos los contestaba, otros solo los dejaba correr…
Parte 1
Hace casi diez años que convivo con mi pareja, Karina, una mujer a la que le llevo unos pocos años y que para mi ego puedo decir que tengo una puta en la cama.
No sé porque lo hago, pero me excita contarles que ella es una blonda de largos rulos, de ojos miel y rostro inocente, con palabras de ángel y actitudes de demonio, con un culo perfecto, envidiable y que me hacía pensar en decir a quien quisiera escucharlo: ‘te gusta? pues es solo mío’
Y siempre me excite con esta ‘ostentación’ de ese tesoro perfecto, ese culo de ensueño…
Y Karina me dejó tomar varias fotos entre provocativas y porno de su trasero en particular, fotos que en teoría eran solo para mí, para nuestra intimidad y nuestra seducción, pero una vez mas no pude controlarlo, es más fuerte que yo… y sin que ella siquiera lo sospechara, las subí a estos sitios, como ahora las vuelvo a subir para que todos digan ‘hombre! que afortunado eres! te envidio!
Mi mujer sabía verdades a medias, sabía de mis lecturas, de los lugares de la web que frecuentaba, de correos que recibía, pero jamás le había contado que yo hablaba públicamente de ella, de nuestra intimidad, y menos aún, que sus fotografías eran populares.
Así pasaban mis días, uno tras otro, hasta que recibí un correo y lo abrí como de costumbre, me llamó la atención su escueto contenido.
Quieres ver y pajearte mientras le rompo bien el culo a tu mujer?
Solo eso decía, un extraño tan extraño como yo, en un principio me causó gracia y no lo tomé en serio, pero honestamente me quedó una picazón inquietante entre las piernas, así que solo contesté para ver que sucedía.
Hola! no nos conocemos… porqué me haces esa pregunta? Jamás nos escribimos…
Y eso dio pie a una seguidilla de mensajes de idas y vueltas, que más o menos se fueron de la siguiente manera.
– Porque vi el culo hermoso que tiene tu mujer, quiero probarlo
– Y no es rara una propuesta tan directa? No nos conocemos… lo has hecho antes?
– Varias veces, varios matrimonios, te prometo que te encantará, le dejaré el culo lleno de leche y bien abierto, que dices?
– Bueno, tendría que hablarlo con ella, tampoco es que se acueste con el primero que se cruce en su camino.
– Pregúntale, yo te aseguro que te va a gustar…
La verdad es que el tipo iba demasiado rápido y no alcanzaba a hilvanar mis pensamientos, pero asumo que todo esto me había llevado a una excitación que no era habitual para mí, mientras le escribía sentía una erección terrible bajo mis pantalones, y más escribía, más adictivo se hacía, le pregunté de donde era, estábamos a cuatrocientos kilómetros de distancia, un pequeño problema, pero el tipo estaba decidido, alquilar un fin de semana una cabaña a mitad camino, me dirán que todo era muy enfermo? cierto… que sonaba a locura? también era cierto, pero que podía hacer, seguí preguntando
– Y que tienes por ofrecer? Es decir… cuento mide tu pene
– No sé cuáles serán los gustos de tu mujer, pero tengo una rica verga de veinte por seis, bien gorda por cierto
– Y que propones hacer?
– Dime que quisieras que haga
El tamaño de su verga me dio envidia, dudé que fuera cierto, pero no era el momento de preguntar más, medité unos segundos, que quisiera que hiciera, luego contesté
– Si me preguntas, me gustaría ver cómo te la chupa, y luego que le hagas bien el culo, como tú dices, y me gustaría que le acabes en la boca y ver como se traga tu leche, que dices?
– No hay más que hablar, no te defraudaré, habla con ella, le encantará…
– Y no te da vergüenza o pudor? Digo, que yo esté presente, a mí no se me pararía en tu lugar…
– Ya te he dicho, no serán el primer matrimonio en mi vida, se de putas como tu mujer y esposos calientes como vos, y vos qué harías?
– Yo solo quiero mirar, mirar y pajearme…
Se había hecho tarde, era hora de cenar y Karina, ajena a todo me llamaba a la mesa, le dije al tipo que me diera tiempo, debía saber qué opinaba mi esposa de todo esto, las mujeres en general no procesan el sexo tan rápido como nosotros, que somos más animales, ellas necesitan primero una conexión emocional para pasar luego a una física.
Mientras cenábamos miraba fijamente a mi mujer, encerrado en mis pensamientos, porque seamos honestos, una cosa es tener fantasías, pero otra muy diferente es tener una propuesta concreta, al alcance de la mano, algo que es segundos había tomado forma.
Terminamos tarde, casi media noche, ella fue a la cama mientras yo me quedé acomodando las cosas, con esos pensamientos latiendo en mis sienes.
Fui al dormitorio, Karina estaba semidormida, casualmente con su enorme culo apuntando hacia mi lado, casi desnudo, apenas lucía una pequeña tanga celeste, calada y sensual, era demasiado, como si millones de alfileres se clavaran en la punta de mi pija, no podía dormir así.
La desperté zamarreándola un poco, ella se molestó, pero le dije que quería contarle algo, cuando tuve su atención, le narré en detalle lo sucedido, leyendo palabra por palabra la conversación que había tenido con ese extraño.
Ella se sorprendió en principio, y tomó algunas cosas a risa, en especial ‘su tamaño’, me dijo, le creo que sea así de larga, pero no tan gruesa!
Y empezamos a hacer el amor, estaba como poseído, duro como una barra de acero, ella lo notó y luego de unos besos profundos bajó a chupármela, le pedí que lo hiciera tan profundo como pudiera hacerlo, y se sentía exquisito, cada embestida, rítmica, lenta, continua…
Vino sobre mí, se comió mi pija con su concha, derramaba flujos, una posición, otra, y otra, alternando el dominio, alternando la locura.
La cogí tan profundo como pude, ella se acariciaba con esmero su clítoris, empezaron los gemidos y las contracciones, llegó a su orgasmo, y siguió, a un segundo, y a un tercero, adoro cuando ella tiene estos orgasmos múltiples.
Estaba exhausta, acariciando mi nuca, yo seguía moviéndome en su interior, cuando casi me susurró al oído.
– Quiero que me hagas el culo…
Diablos, uno jamás termina de saber qué es lo que realmente pasa por la cabeza de una mujer, son peligrosamente astutas, dueñas de sus secretos, por algún motivo ella me había pedido específicamente eso en ese momento.
Se puso en cuatro patas, dándome su esplendoroso trasero, apenas escupí un poco su esfínter, apoyé y toda adentro, hasta el fondo, la tomé por la cintura y se la di con fuerza, con ritmo, metiendo y sacando de punta a punta, ella gemía y hasta gritaba, hacerle el culo era lo más excitante de nuestra relación, lo que me encantaba de ella, la forma en que lo entregaba, la forma en que lo disfrutaba.
Ya no pude soportarlo saqué mi verga y empecé a bañarla, yo solo acababa y acababa, blanqueando sus nalgas, su espalda, su cuerpo…
Volvía a metérsela aun acabando, dejándole algo de leche adentro, seguí hasta perder erección.
Reímos cómplices, nos limpiamos y ya no hubieron palabras, los últimos besos, arrumacos y a dormir…
En los días siguientes la situación pareció enfriarse un poco. Karina no tocó el tema, pero Santiago, (esa era su nombre) y yo, seguimos comunicándonos en charlas escritas que me ponían por demás de caliente, el me empujaba a hacerlo, yo quería hacerlo, el tema era como convencer a mi esposa.
El tema salió a la luz nuevamente una mañana de domingo, habíamos ido a desayunar a un bar, como casualmente, traje el tema a la mesa, le dije directamente, que me seguía escribiendo con él y que tenía ganas de seguir adelante con el proyecto.
Ella parecía titubear entre la cordura y la locura, y por lo que la conocía sabía que tenía esa picazón de la curiosidad, me lo decía su rostro, sus gestos, sus actitudes, su mirada, al fin se rindió y me pidió al menos conocerlo, dando un paso adelante, yo me reí, me sentí bendecido y le dije
– Qué bueno! qué pasará si me termina gustando todo esto?
Ella me miró y me respondió fríamente
– Esa no es la pregunta correcta, la pregunta es qué pasará ‘si a mí me termina gustando todo esto’
PARTE 2
Ella me miró y me respondió fríamente
– Esa no es la pregunta correcta, la pregunta es qué pasará ‘si a mí me termina gustando todo esto’
Era cierto, en ese momento no tuve respuesta a esa pregunta, pero estaba tan enceguecido que no quería ver que nada obstaculice mi cometido, así que Karina y Santiago se contactaron gracias a mí, por medio de WhatsApp y de Skype, fue un mes largo y loco en el cual nos fuimos conociendo y armando la estrategia.
Santiago era un hombre educado, refinado y se notaba de muy buen pasar, un tanto rubión y castaño, de barba rala de no más de una semana, perfectamente recortada y mi esposa poco a poco se fue liberando, se fue entregando, se fue haciendo a la idea.
Me río al recordar que le pedía a nuestro amigo que corriera con los gastos de alquiler de la cabaña, para ser justos él se iba a coger a mi mujer, y era lo menos que podía hacer.
Acordamos el sitio, lo vimos por google maps, preparamos las cosas, subimos al auto, fijé el gps y nos pusimos en camino.
La sensación en el viaje fue muy rara, casi no hablamos, nos enfrentaríamos a algo desconocido y teníamos más dudas que certezas, funcionaría? y si a ella no le gustaba? y si mis celos me traicionaran? y si el tipo hubiera sido una mentira? y si su pudor? y si esto? y si lo otro?
Demasiadas preguntas, pocas respuestas, los nervios me carcomieron todo el trayecto, sentía las manos transpirar en el volante.
Al fin llegamos, fue el encuentro cara a cara con Santiago que nos estaba esperando, me apretó la mano y beso en la mejilla a Karina, se mostró muy respetuoso y caballero en ese momento, nos dejó ver que realmente no era su primera vez y nos dio esa confianza que hizo que nos relajáramos un tanto, aunque el nerviosismo me comía por dentro.
Era el tipo de macho al que mi esposa no podría haberle dicho que no, lo leí en sus ojos cuando lo miraba en silencio mientras nosotros, los hombres, charlábamos algunas cosas como si fuéramos viejos amigos. Fuimos a una de las cabañas, la que él había reservado, apenas tomamos unas copas, estábamos ahí para hacer algo, había llegado el momento, ahora o nunca.
Yo estaba decidido, tenía una erección terrible entre las piernas, sequedad en la boca y mi corazón palpitaba con tal fuerza que parecía saltar de mi pecho, la sangre latía en mis sienes, crucé los dedos, temí que Karina fuera a arrepentirse a último momento, ella pidió unos segundos para pasar al baño, el aprovechó el momento de intimidad y me dijo
– Tranquilo, ponete cómodo y disfrutá, será maravilloso para ti, tengo el libreto estudiado de memoria, algo más que quieras pedir?
– No… – dije sin titubear – solo no la fuerces a nada, pero no me dejes con las ganas…
El empezó a desnudarse en una forma natural, confieso, el hijo de puta tenía una terrible pija, gorda y larga, yo me desnudé también y busqué mi posición de espectador, Karina salió del baño, la luz invadía el lugar atravesando los cortinados de un amplio ventanal haciendo la atmósfera blanquecina, lucía unas medias negras hasta arriba en sus muslos, sostenidas por portaligas y un conjunto diminuto al tono, en un rosa fuerte, estaba hermosa, servida en bandeja de plata, se me hizo inevitable tomarle unas fotos, y se me hace inevitable ahora no compartirlas con ustedes, se las dejo al final del relato, para que vean como estaba ella en ese momento.
Había llegado el punto de quiebre, no hubo palabras, él estaba parado, ella mirando su verga semi erecta, se acercaron, se besaron, profundamente, y yo a un costado con mi verga dura, en silencio. Besos y más besos, mi mujer en brazos de otro hombre, entregada, otra piel, otro sexo.
El me miró al tiempo que se acomodara en posición para que yo no perdiera detalle, sugerentemente la hizo bajar hasta arrodillarla a sus pies, Karina tomó esa verga enorme entre sus manos, no alcanzaba a rodearla entre sus dedos, y me masturbaba esperando el momento, si! si! si!!! se la besó! posó sus labios en es glande cabezón! Increíble, perfecto! suspiré y entrecerré mis ojos, al fin lo hacía!
Ella empezó lentamente pero a medida que tomó confianza se puso muy puta, haciendo penetraciones profundas, su estilo, pero amigos, conmigo era una cosa, con Santiago era otra, con esfuerzo llegaba a la mitad, pero no perdía el ritmo, cada tanto lo liberaba y le envolvía la cabeza con su lengua, yo no soporté más, empecé a acabar ante la escena, no quise, pero no pude evitarlo…
Santiago al verme empezó a reír, y casi arranca a mi esposa de su mimbro diciéndole
– Tranquila, tranquila, la chupas rico, pero no quiero ‘acabar’ como tu esposo…
Puso a Karina en cuatro patas sobre la cama, acomodando su impecable culo hacia mi lado, lucía muy sexi con los zapatos tacos altos, las medias negras y el porta ligas rosa, la tanga me la había quedado yo cuando tomé las fotografías, con un poco de trabajo Santiago cubrió su pene con un preservativo y me dijo
– Ahora viene lo mejor, ahora le haré bien el culo a tu mujer, la voy a hacer gozar y gemir, te voy a enseñar como un hombre lo hace, se lo voy a dejar todo abierto, como me pediste…
Sus solas palabras lograron una nueva erección, mientras él hablaba mi mujer se lubricaba el esfínter con gel, metiendo los dedos índice y anular, como preparando el terreno.
Santiago se recostó sobre la cama con su enorme pito apuntando al techo, duro como un rascacielos, mi esposa lo montó con una pierna a cada lado, y me quedé con un primer plano de su perfecto y generoso trasero, al tiempo que echando una mano atrás masturbaba lentamente la enorme carne que se iba a comer
Las manos de Santiago fueron a los glúteos de Karina, mientras yo empezaba a masturbarme, le dijo
– Dale, mostrale a Mateo como su mujercita se come una buena verga…
Ella la apuntó a su culo y forzó a meterla, una, dos y tres veces, pero era demasiado gorda y fracasaba en cada intento, volvieron a lubricar y a la cuarta vez sí! El glande perforó el esfínter y bajó hasta la mitad, y empezó a subir y bajar, una y otra vez
Karina empezó a gemir, él le dijo entonces
– Bajá y cométela toda, y después sacala y volvela a meter, que el vea todo lo que te comes…
Y ella le hizo caso, con paciencia bajó milímetro a milímetro hasta llegar a sus bolas, hasta perderla toda en su culo, por completo, luego subió y la sacó, el abrió sus nalgas para que yo vea su culo abierto como a una puta pornográfica, y volvió a meterla y volvió a sacarla.
La imagen, las palabras de él, los gemidos de mi esposa, les juro amigos que era lo mejor que me había pasado en la vida, mejor que el mismo sexo yo mismo había vivido, esto era incomparable, era perfecto…
– Te gusta Mateo? Te gusta? te dije que no te ibas a arrepentir… y vos, que solo gritás… que te parece mi verga?
– Es… enorme… aaaa… mmmm…
– Te gusta? contale a tu marido cuanto te gusta…
– Si amor… mmmm… me encanta que… mmmm… este ti… mmmm…. tipo me rompa… aaahhh!… el culo….
Karina pareció perder poco a poco la cordura y no pudo soportar esos lentos movimientos que le pedía Santiago y empezó a moverse con locura, empezó a mostrar esa puta escondida.
El nunca perdía el control, de repente la separó y la mantuvo en cuatro patas, apuntando de la mejor manera posible el culo a mi rostro, le dijo a ella que se abriera para mí, y mi mujer llevando las manos a sus glúteos los separó para que yo viera su cráter todo abierto, el sonrió y mirándome fijamente me dijo
– Y? qué tal? Te gusta cómo se so dejé?
– Me encanta – solo dije al tiempo que sentía venir un segundo orgasmo – dale, no pares…
El coló tres dedos y jugó en su hoyo, luego fue por detrás parándose sobre la cama y bajando de manera de no obstaculizarme la visual, nuevamente apoyó la punta en el esfínter y ya sin ninguna resistencia bajó hasta las bolas, toda adentro y ahora sí, con furia…
Karina gritaba como una puta cerda, jamás la había escuchado gritar así y se masturbaba con fuerza el clítoris, y más, y más…
Fue todo al mismo tiempo… segundos que parecieron siglos, Santiago salió, retiró el preservativo que cubría su pija y empezó a escupir leche sobre el rostro de mi mujer, ella era bañada como por un tsunami, su rostro, sus mejillas, su pera, sus labios, su lengua, abría la boca como una puta buscando la última gota de agua de una cantimplora en medio del desierto, no sabía dónde mirar, si su boca regocijándose y bebiendo leche, o su culo todo abierto, que latía incontrolable, donde hubiera cabido una bola de pool, empecé a acabar, y la primera escupida de semen fue a parar al colchón, casi a un metro de distancia de donde yo estaba, y acabé como nunca…
Tal vez había sido todo demasiado rápido, pero sentía hervir todo mi cuerpo… Karina se retiró en silencio y fue a tomar una ducha, nos tranquilizamos un poco y Santiago me dijo
– Linda puta te has conseguido amigo… estás satisfecho?
– Yo si… y te lo agradezco…
– Yo te lo agradezco… es el mejor culo que he tenido…
– Te hago una pregunta… crees que esté enfermo? Tengo una mujer que es un monumento, y sin embargo, mi mayor placer fue ver como un extraño le hizo el culo…
– Debo irme, pero estaré el fin de semana por acá, en la cabaña continua, así que disfruten…
Santiago me respondió con una evasiva y solo se fue, al rato vino mi esposa a mi encuentro e hicimos el amor como nunca, a pesar que se había bañado al besarla me parecía sentir el sabor de la pija que se había chupado y eso me encendía, recordando cada segundo transcurrido…
Yo había cerrado una etapa, había cumplido mi sueño, pero sin saberlo había abierto otra en la sexualidad de mi esposa.
Ese sábado por la noche, después de cenar, me pidió repetir el juego con Santiago, solo diez horas después, así que volvimos a hacerlo! Y nuestro amigo empezó a subirse en su propio ego, en verdad no fue como la primera vez…
Y el domingo luego del almuerzo, yo solo quería descansar, pero esta vez fui yo el sorprendido, ya que ellos habían arreglado a mis espaldas volver a hacerlo!!!
Pero esta vez, ya no fue lo mismo, Santiago había cambiado, ya no la trató igual, ya no me trató igual, envalentonado por la situación jugó mal sus cartas, a Karina la trató como puta barata, que le encantaba como le rompía una vez el culo, que si bien era cierto, no tenía por qué decirlo, y a mí, tratándome de menos hombre haciendo comparaciones odiosas por los tamaños de nuestros miembros, que si bien, había una diferencia más que notoria, no tenía nada que ver en el juego.
Adelantamos el regreso, había sido demasiado de Santiago para nosotros, nos dejó un sabor agridulce en la boca, pasamos de la gloria al fracaso en poco más de un día, todo lo profesional que había sido en un principio terminó tirándolo por la borda.
El viaje de regreso fue tan tenso como había sido el de ida aunque claro, los motivos eran otros, el miedo a lo desconocido había cambiado a muchos interrogantes se haber metido un tipo en nuestra intimidad, todas esas imágenes que habían quedado grabadas en mi mente se repetían una y otra vez sin pausa, sin final, imaginaba que lo mismo le pasaba a Karina porque sin dudas para ella también había sido toda una experiencia.
No sabía que decir, que preguntar, como encarar la conversación, así que solo improvisé con un
– Y?… te gustó?
Ella me miró, pude sentir su mirada clavada aunque sus oscuros lentes de sol me impedían ver sus ojos, respondió
– Si me gustó? ese tipo me rompió el culo cuando quiso y como quiso, en todas las maneras posibles, fui tan puta con él y contigo que casi no puedo estar sentada… y me preguntas si me gustó?
El silencio volvió al auto, seguí manejando apretando con fuerza el volante, luego de unos minutos ella tomó la palabra y preguntó
– Y a ti te gustó? era lo que esperabas? disfrutaste ver a tu mujer, con un extraño, con una enorme verga en su culo? eso es lo que querías? satisfecho?
Solo sonreí y le di la mejor respuesta, tomé una de sus manos y la llevé a mi entrepierna para que palpara la nueva erección que tenía, ella siguió preguntado
– Ahora deberás responderme la pregunta que te hice y que jamás respondiste…
Solo esperé a que disparara
– Recuerdas? Qué pasará con nosotros si a mí me gusta?
Y bueno amigos, ese fue el principio de todo esta historia, Santiago fue el primero de muchos, perdimos la cuenta pero calculamos que más de cincuenta tipos ya pasaron por el culo de Karina, disfrutamos en pareja de esta situación, porque tenemos las mejores cogidas. Buscamos vergones, tipos bien pijudos para que le rompan el culo, y yo? Yo solamente quiero disfrutar viendo como se lo hacen…
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Imagen de caracter ilustrativo nada más para este relato erótico…
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