La sorpresa de mi marido: la primera vez con otro hombre en nuestra cama

Soy una mujer de 46 años, nacida en un pequeño poblado de una provincia mexicana, prácticamente me crié en el campo.

Explico esto para que comprendan la razón de algunas costumbres que aquí menciono, y también para que comprendan mi falta de malicia en ése entonces en comparación con las mujeres mexicanas de mi misma edad en la ciudad.

Me casé apenas cumplidos mis 16 años, era una tradición en mi pueblo y muchos otros de la región, casarse muy jóvenes, pues una mujer mayor de 20 soltera se decía que se estaba quedando. También se acostumbraba llegar virgen al matrimonio, y así llegue yo.

Cuando tenía unos ocho años de edad, ocurrió algo que dejó huella en mi: casualmente vi a un señor de edad avanzada manipulando sus genitales. Lo que vi me sorprendió mucho pues nunca había visto a un adulto desnudo, solo niños como mis hermanitos pequeños.

El pene de este hombre me asustó, pues me pareció gigantesco comparado con el de mis hermanitos. Recuerdo que no solo era grande sino sumamente grueso. Yo aún no sabia de sexo, era muy ingenua y además no había quien me orientara, ni siquiera mi madre, y lo que vi me impresionó mucho y nunca se borro de mi memoria.

Al casarme, mi marido fue el segundo hombre desnudo que vi y, me sorprendí al ver que su pene no era en nada parecido al de aquel señor que yo aún recordaba. Nuestro matrimonio habría sido muy normal si no hubiera ocurrido un incidente a los tres meses de casados.

Ocurrió lo siguiente: vivíamos en una casa de mi suegro situada a un lado de ellos, y una tarde llego una mujer haciendo una escena, llegó a reclamarle a mi esposo el haberse casado conmigo.

Mi esposo era muy guapo y habia sido muy noviero y resulta que había andado con esta mujer, en la discusión salió a relucir que se enredo también con la hermana de ella y finalmente hasta con la madre de ambas.

Pues debido a este escándalo tuvimos que salir del pueblo e irnos a vivir a una pequeña ciudad a 80 kilómetros de ahí. Yo, ni siquiera podía pensar en dejarlo, pues mi familia, tal como se acostumbraba ahí en la región, solo me dijeron: «esa fue tu suerte y tienes que seguirlo y aguantar».

Tuvimos que comenzar desde abajo. Encontramos un pequeño departamento en renta, constaba de una sola habitación grande que usamos como recámara y sala a la vez, una pequeña cocina-comedor, un patiecito de servicio y su baño, eso era todo.

Yo lloraba mucho y constantemente lo recriminaba por lo que hizo y al parecer solo lo presionaba mas, pues le fue difícil encontrar trabajo y los ahorros se agotaban.

Un día me dijo: » me estas haciendo pagar muy caro mi error. El día que seas tu quien lo cometa ya te enseñaré como se perdona sin hacer tanto drama» «no soy como tu» —le dije, y el contesta— «tal vez no, pero toda mujer tiene al menos una aventura en su vida fuera del matrimonio y ya te llegará tu turno, entonces verás que no haré tanto drama como tú».

Estuvimos discutiendo, yo diciendo que no era igual que él, y el diciendo que toda mujer tiene su tropezón tarde o temprano, total, no llegamos a ningún acuerdo y, después me disculpé diciéndole que ya no quería presionarlo y que entendía su desesperación por encontrar trabajo, de ahí en adelante me esforce en ya no presionarlo.

Finalmente se acomodó a trabajar antes de que se acabaran los ahorros y poco a poco las cosas volvieron a la normalidad y yo fui dejando atrás mi resentimiento.

Y quiero señalar que ayudo mucho el estar lejos de amistades y familiares. Se puede decir que fue entonces cuando comenzamos a conocernos realmente, pues solo nos teníamos el uno al otro y la comunicación se hizo muy fluida y, fue entonces cuando descubrí que mi esposo no solo tenía defectos sino también muchas cualidades.

Ya teníamos casi un año en ese lugar y, una tarde en que platicabamos le pregunté si era en serio aquello que me había dicho meses atrás, sobre su certeza de que yo le seria infiel tarde o temprano, y me dijo:

«Claro que sí, eres un ser humano y como tal eres vulnerable a las tentaciones; llegara el momento en que alguien te mueva el tapete y harás lo que todas: caerás»

«Y tu que harás si eso ocurre?» —le pregunte, y el me dice— «espero que cuando eso ocurra me lo digas, y si me lo dices antes de que hagas algo capaz que te doy permiso si eres discreta. Todo sea porque no te andes escondiendo y no tengamos pleitos».

Yo como que no podía creer lo que me decía, pero le pedí lo mismo, que fuera sincero conmigo, y como ya la conversación había tomado ese curso de manera pacifica, le dije que yo no tenía ni la menor intención de ser infiel a pesar de lo que él había hecho, pero que si tenia una curiosidad muy grande…

Y le platiqué lo que vi de niña; claro, no le dije cuantas veces ocurrió esto ni que tan cerca lo vi ni hasta donde me llevó mi curiosidad, pero le hable de ese señor y, él me explicó que hay casos extremos de hombres muy bien dotados pero otros con muy poco, pero que el 90% son muy normales con muy poca diferencia en las medidas.

Pues platicamos muy bien y de manera increíble hicimos un trato: hablar sobre cualquier tentación que cualquiera de los dos tuviera y si el asunto no ponía en peligro nuestro matrimonio podríamos tener esa aventura, pero sin ocultarnos nada.

Pasaron los meses y la verdad ya había olvidado yo esa conversación. En mi subconsciente tal ves lo tome como una plática de tantas.

Estábamos por cumplir ya los dos años de casados y tenia ya mis flamantes 18 años y tres meses, y una mañana andando en el mercado, me encontré con Miguel, un amigo de la infancia de mi esposo que le sirvió como testigo en nuestra boda.

Me dio gusto verlo y lo invite a casa para que saludara a mi marido y como no podía ir en ese momento, le di el domicilio y quedo de ir el sábado siguiente por la tarde.

A mi marido le dio mucho gusto saberlo y ese sábado llevo una botella de vino, el llegaba como a las cuatro y Miguel llegó a las seis y también llevo vino.

Fue una tarde agradable, platicamos mucho sobre el trabajo de Miguel en Estados Unidos y nos dijo que en dos semanas se regresaba. Le platicamos sobre nosotros, nos hablo de el y su trabajo, escuchamos música mientras tomábamos y se hizo noche sin darnos cuenta.

Serían mas de las once cuando Miguel dijo que se tenía que retirar y nos pidió el teléfono para pedir un taxi, pues tendría que ir hasta el otro extremo de la ciudad.

De los tres sitios de taxi que marcamos, solo uno contestó, pero pasó media hora y el taxi no llego; volvimos a marcar y ya no contestaron, así que mi esposo le dijo que podría quedarse en casa, Miguel aceptó y dijo que se quedaría en el sofá, mi marido lo pensó un poco y le dijo— «el sofá es muy incómodo, mejor quedate en la cama con nosotros, es grande y cabemos bien«.

Es cierto que los tres estábamos muy tomados, pero a pesar de eso Miguel y yo nos quedamos con la boca abierta por la sorpresa. Miguel insistió en que se quedaría en el sillón y mi esposo en que en la cama– «no eres ningún extraño, sino alguien de confianza, así que no se hable más».

Le dijo que él se quedaría del lado izquierdo, yo en medio y Miguel en el lado derecho pero espalda con espalda y todos con ropa— «así no hay peligro» —dijo mi marido.

con otro hombre en la cama por primera vez
Con otro hombre en la cama por primera vez

Yo no pude ni hablar de la sorpresa y Miguel, ante la insistencia de mi esposo se dejo convencer y nos acostamos, mi esposo apaga la luz y al paso de los minutos yo no podía ni cerrar los ojos de tan tensa que estaba.

Aunque la cama era bastante grande, era imposible no rozarme con Miguel y cuando eso ocurría, él se estremecía y yo también. Finalmente se incorporo y le habló a mi esposo quien al parecer ya estaba semidormido y le pidió lo dejara quedarse en el sillón.

Mi esposo encendió la luz y lo vi muy pensativo y le dijo a Miguel «Mira, yo tengo una deuda con Malena y creo que esta es una buena oportunidad para saldarla si tu me ayudas» «que cosa?» —pregunta Miguel y mi marido le explica— «hace tiempo ofendí de forma grave a mi esposa y para desagraviarme un poco le prometí concederle cierta tentación que ella tiene y que mejor que tu que eres de confianza».

Yo entendí a que se refería Armando y me quedé mas asombrada de lo que ya estaba y a Miguel lo vi muy desconcertado– «no entiendo» –dijo el y mi marido le siguió explicando…

Malena nada mas me ha visto a mi desnudo y por ciertas razones personales, ella tiene la tentación de ver y tocar el cuerpo de otro hombre y yo quiero darle ese gusto. Como ves, te atreves?»

«Quieres decir que yo me desnude y me muestre a ella?» –pregunta Miguel y Armando le dice que si, que simplemente se desnude, se acueste y que yo haré mi parte. Todavía con incredulidad, Miguel me pregunta— «estas de acuerdo Malena?» «si» –respondi sin pensar.

Hubo un poco de estira y afloja entre Miguel y mi esposo, pero finalmente Miguel accedió, se comienza a desnudar y yo volteo el rostro para otro lado, hasta que mi esposo me dice— «ahí está, es todo tuyo» –con el valor que da el vino y con la gran carga de adrenalina que ya traía me atreví a levantar la vista y Miguel ahí estaba, tirado a lo largo de la cama, totalmente desnudo y su pene semi erecto, muy similar al de mi esposo, solo que un poco mas moreno.

Lo estuve mirando ahí, a unos centímetros de mi y mi esposo a mi espalda, me insta hablandome al oido– «tocalo, acaricialo como tu sabes, dale unos besitos, recuerda que es tu regalo para que ya me perdones. Puedes hacer lo que quieras».

Como estaba recostada sobre mi lado izquierdo, me ergui un poco apoyándome en mi antebrazo y, con muchos nervios pero muy excitada, estire mi mano derecha y tomé su pene que de inmediato se puso rígido.

Lo estuve acariciando y frotando con mi mano, acaricie sus testículos y finalmente me atreví a acercar mis labios y besar su cabecita pasando mi lengua alrededor de su corona.

Sentí como Miguel se estremeció y gimió de placer y yo ya muy excitada también, me di valor y lo metí en mi boca dándole unas chupadas y lamiéndolo de arriba a abajo.

Miguel gemía y lanzaba su cadera hacia arriba, y al sentir cierto sabor, supe que se podría derramar en mi boca y me aparte con cierta brusquedad diciendo— » ya!» —me acosté en medio de los dos tal como antes y me quede quieta, asustada por lo que había hecho.

Mi marido a mi lado, me pregunta cariñoso— «te gusto? Estas contenta?» «si, si me gustó» –contesté, y el me dice– «puedes continuar y hacer lo que quieras, tienes mi permiso». » No, ya es suficiente!» —contesté precipitadamente.

Mi esposo guardo silencio y solo se oía la respiración agitada de Miguel y, después de unos minutos mi marido me dice— «y como piensas corresponder con Miguel? El espera algo a cambio».

«No sé » —le contesté nerviosa y el me dice que como Miguel accedió a mostrarme lo suyo, lo justo sería que yo le mostrara lo mío, y yo le dije que me daría mucha pena, pero insistió en que era lo justo, y pregunta– «verdad que esperas algo a cambio Miguel?» «claro, como tu dices, es lo justo» –contesto él.

Por fin accedí, pero les dije que no me desnudaría toda.– «No importa» —contestó mi marido– «solo quitate el calzón y deja a Miguel hacer lo suyo igual que tu«.

Con muchos nervios me saque la pantaleta cubierta por la sabana y se la entrego a Armando, pero sigo acostada a lo largo de la cama entre los dos, pero sin descubrirme. Yo cerre los ojos esperando que Miguel o mi esposo quitaran la sabana y me levantaran el vestido, pero no.

Mi marido me dice– » creo que es mejor esta posición, permiteme ayudarte». –Me ayuda a levantarme y me coloca sobre mis rodillas y codos en posición de perrito, con el rostro hacia los pies de la cama y mi trasero hacia ellos, luego, hecha la falda de mi vestido hacia arriba y, al sentir que mi trasero quedo descubierto, muy apenada hundí mi rostro en el colchón y solo logré que mi trasero quedara más elevado.

Oí a mi esposo decir– «Mira nada mas Miguel! que te parece esto?». «Fabuloso!» –dice él, y mi esposo le autoriza– «Puedes tocarla con toda libertad, no te retraigas, hay confianza!».

Comienzo a sentir unas manos que recorren mis nalgas, luego acaricia mi pelo púbico, juega con mis labios vaginales y estimula mi clítoris haciéndome estremecer.

Mi esposo le señala mi oyito trasero diciéndole que está intacto, aun sin usar y le dice: «No te gustaría darle unos besitos?» «puedo?» — pregunta Miguel, y mi esposo le dice que si, que puede hacer todo lo que yo le permita.

relato sexo con otro hombre en la camaY comienzo a sentir la boca de Miguel posarse en mi vagina, recorriéndola con sus labios y luego pasando su lengua de arriba abajo, siento como su lengua me penetra haciéndome estremecer, luego le da atención con ella a mi clítoris y no puedo evitar gemir y luego inesperadamente le da atención a mi ano con su lengua y literalmente la mete ahí, causandome una sensación nueva para mi, pues era verdad que lo tenía sin estrenar.

Yo quería levantarme y decirles que ya basta, que era suficiente, pero era tanta la adrenalina y eran tantas las sensaciones que sentía, que mi cuerpo no me respondía, una por lo que estaba sintiendo y, otra por el alcohol ingerido, aunque estaba muy consciente de todo.

En un momento dado, le dice mi esposo a Miguel– «Si quieres ponle! Si, de una ves que se haga. Ponle!»

Yo no entendí a que se refería, pero lo supe cuando Miguel se colocó en posición y sentí que me colocaba algo duro en mi vagina y, hasta adentro.

Solo alcancé a decir– «Aaaaahhh!» Comienza Miguel con un mete y saca frenético y, luego se detiene y cambia de ritmo; ahora suave, profundo pero con movimientos suaves y pausados pero constantes, de manera que su pelvis frotaba la entrada de mi vagina.

Así, varios minutos y la sensación era tan placentera! No pude evitar que me arrancara un orgasmo. Al ver que me estremecía y gemía, él arreció sus embates derramándose dentro de mi y, ahí se quedo un momento, derrumbado sobre de mi, y era tan rica la sensación de sentir su pene semi flácido dentro, que sin pensar empujaba mi cadera hacia el moviéndola en círculo y gimiendo de placer.

De inmediato se le comenzó a endurecer de nuevo y siguiendo mi ritmo me arranco otro orgasmo y se vino de nuevo en mi. Ahora si, siento que se le ablandó por completo y, en cuanto se separa de mi, de inmediato me acuesto cubriendome toda hasta la cara.

Mi esposo me habla cariñosamente, pero no quiero destaparme para que no me vean. Finalmente Armando dice– «Bueno, creo que ahora si ya podemos dormirnos».

Apaga la luz, pero yo seguí así, tapada de pies a cabeza. Y no supe en que momento me dormí ni cuanto tiempo, pero me despertó una sensación muy agradable.

Sentí una manos que acariciaban mis senos jugando con mis pezones, luego unos labios los besaban mientras una mano me masturbaba suavemente. Era tan agradable ser despertada de esa manera!

No pensé en nada, pero en mi subconsciente supuse que mi marido había despertado cariñoso. Continuaba con los ojos cerrados y adormecida, pero a través de los párpados sentía claridad, señal de que ya había amanecido.

La mano que me masturbada dejo de hacerlo y los labios que besaban mis pechos también. Sentí un cuerpo que se subía en mi y un pene me penetraba y comienza a moverse con suavidad dentro de mi.

Era tan delicioso que, no tarde en alcanzar un orgasmo, aunque leve e incompleto, pues el cambió el ritmo de su movimiento pues estaba derramándose.

Se quedo ahí, quieto sobre de mi, y su pene se puso blandito, pero continuaba clavado en mi vagina y, era tan rico sentirlo así que, inconscientemente pase mis brazos por su cintura oprimiendolo hacia abajo, y comienzo a mover mi cadera en circulo.

En ese momento sentí diferente el cuerpo que estaba sobre de mi, pero era tan rico lo que estaba sintiendo que no pensé en nada. El se dejo llevar por el ritmo que yo marcaba, ritmo que fui acelerando a medida que gemía cada ves mas fuerte.

Finalmente casi con alaridos estalle en un orgasmo tan intenso como muy contadas ocasiones he tenido. Fue tan intenso que en mis oídos quedó una especie de silbido y mi cuerpo quedo desmadejado, sin fuerzas. Lo que el poseyó a continuación, fue un cuerpo inerte, sin voluntad, que se dejo hacer pues estaba prácticamente como noqueada.

Cuando el termino, se quedó también derrumbado sobre de mi. Yo me sentía totalmente relajada e invadida por un sopor muy agradable, de manera que me habría quedado dormida, de no ser porque su pene se fue haciendo chiquito chiquito y se salió de mi vagina haciendo un ruidito (pop).

Esto me hizo gracia y el se rodó a un lado. Me pareció raro que se hiciera a mi izquierda, pues Armando siempre duerme a mi derecha. Extendi mi mano y senti otro cuerpo, esto me sobresaltó, abrí los ojos y vi a mi marido dormido a mi derecha, volteo y veo a Miguel a mi izquierda.

Ahora si me desperté de golpe y me vino a la mente todo lo que sucedió en la noche. Ahí permanecí con los ojos muy abiertos en medio de los dos. Miguel igual, con sus ojos abiertos y muy pensativo y ambos permanecimos en silencio.

Unos quince o veinte minutos después, mi esposo dio señales de estar despertando. No se si realmente estaba dormido o fingia estarlo, el caso es que al voltear y ver a Miguel, se sobresaltó y dijo– «creerás que no recordaba que estabas aquí! Si pudiste descansar?» «si, dormí bien» –contesta Miguel, y agrega que ya debe retirarse, pues en su casa deben estar con pendiente.

Ya que se ha vestido, nos dice con cierta preocupación– «Espero que lo sucedido no afecte nuestra amistad«. «Claro que no» –contesta mi esposo–, «por eso me atreví a pedirtelo, porque eres alguien muy apreciado por nosotros, verdad Malena?»

«Claro que si» –contesté yo ya más serena. Y agregué– Si me ves cohibida, es porque es primera ves, disculpame». Miguel se acerca y me da un beso leve en los labios mostrandose muy agradeció porque lo hayamos elegido a él, y nos pide le permitamos visitarnos antes de salir de viaje al pais vecino.

Mi esposo de inmediato acepta. Miguel se retira y llega el gran momento. Que me diria mi esposo? Se acerca, toca mi vagina aun mojada de fluidos pues aun no me secaba, y me dice– «lo disfrutaste mucho, verdad?»

«Sinceramente si» –le conteste, y el agrega– «Me costó mucho esfuerzo tomar esta decisión anoche, porque creí que sentiria celos, pero, creerás que no? Lo disfrute tanto como tu».

Bueno, pues esa fue mi primera vez. Después les diré que mas platicamos mi esposo y yo, que sucedió en la siguiente visita de Miguel y hasta donde nos llevó el habernos atrevido a dar ése paso. Espero me dejen sus comentarios, si lo desean me pueden escribir a mi correo: [Correo visible para usuarios registrados]


Imágenes de caracter ilustrativo para el relato con otro hombre en nuestra cama…

 

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