Relato porno: Tengo verga para ella, y para vos…

En esos días empezaba a trabajar por cuenta propia con un pequeño reparto de alimentos, leche, yogures, quesos y fiambres, sabía del oficio puesto que hacía siete años que ya hacía ese trabajo, pero bajo relación de dependencia de una conocida firma, pero había llegado el momento de ser mi propio jefe y trabajar solo para mí.

Ya me había comprado un vehículo acorde y ya tenía una cartera de futuros clientes lo suficientemente grande como para dar mis primeros pasos y saber que todo estaría bien.

Andaba dando vueltas con temas de papeleos legales y habilitaciones municipales para poder cerrar el círculo y deambulaba de oficina en oficina, y en una de esas oficinas conocería a Macarena.

Maca atendía al público en una delegación paralela a la policía provincial, solo que en este caso era de menor rango, era municipal, con funciones similares pero diferentes, ellos no estaban autorizados a portar armas ni podían detener personas, ni intervenir en conflictos, ellos solo podían hacer intermediarios entre la comunidad y los que realmente tenían el poder de policía.

Sin embargo, en apariencia, daban esa imagen de control urbano, con importantes uniformes y medios de comunicación, aunque en el consiente del común de la gente, era solo una delegación de parásitos y acomodados por el gobierno municipal de turno, para darle trabajo a la gente y mejorar sus índices paupérrimos de desocupación laboral.

Como fuera, ese simple cruce casual por un papeleo, me llevaría a una cita, a tener sexo, a enamorarme y formar una familia.

Ella era muy perra en la cama, muy mente abierta, tenía algunos juguetes íntimos de sus días de soltería y sin inconvenientes los incorporamos al juego, era parte de lo que me enamoraba de ella, todo parecía normal, nada le molestaba y no juzgaba nadie por lo que hiciera entre cuatro paredes y era parte del motivo por el cual me había enamorado de ella, pero también era muy compañera como esposa, le gustaba dialogar, disfrutar una cena romántica y, por cierto, genial en la cocina.

Todo iba perfecto, ella en su empleo rutinario con horarios fijos y por mi parte con el reparto, que me daba un poco mas de libertad, y esas oportunidades horarias empezarían algunos cambios
Verán, siempre me enamoraron las mujeres, pero todo el mundo femenino me generaba una intriga particular, puesto que, como hombre, podía imaginar el placer femenino, pero jamás, jamás podría experimentarlo.

En algunas de esos ratos libres del reparto, solía pasar por casa, siempre había algo que hacer, y en una oportunidad, por casualidad su cajón de ropa interior estaba abierto.

Solo fui de fisgón, y empecé a excitarme con sus cosas, me encontré con la pija dura, solo tomé una de sus tangas que olía a perfume y me masturbé con ella llenándola de semen, seria mi primer secreto.

Repetiría el juego, solo que en esta oportunidad no sería casual, lo había planificado y me había hecho el tiempo adrede, así que solo me desnudé y me puse por primera vez unas medias de red negras con ligas y una tanga que hacía juego, me miré al espejo y de no ser por mi verga dura me veía muy femenina por así decirlo, pude notar que tenia una muy linda cola, tal vez mejor cola que la misma Macarena, volví a masturbarme sintiéndome mujer y vaya, acabé como un animal, noté que me gustaba demasiado el mundo paralelo que empezaba a descubrir.

Aclaro que yo no tenía intenciones ‘de cambiarme de equipo’, solo me gustaba, me parecía sexi y ya, podía convivir con el doble juego.

Y de casualidad, una vez di con uno de sus dildos y probé que se sentía por detrás, Macarena se ponía muy loquita cuando se la metía por el culo y me excitaba demasiado dejárselo todo abierto, y ahora era yo quien sentía el placer que ella sentía, era todo loco, cada vez más loco.

Incluso alguna vez me encorvé de tal manera sobre la cama, como para dejar mi verga por sobre mi rostro, fue incómodo, pero la excitación de masturbarme con los ojos cerrados y la boca abierta, esperando mis propios jugos fue demasiado caliente, demasiado tentadora.

Y no sería el orgasmo en sí, sino recibir esa leche caliente en mi boca, pegajosa, y dejarla correr por mi garganta, diablos! eso era lo que Maca sentía?

Todo iba bien por mi lado, pero las cosas cambiaban en el entorno de mi pareja.

En el horizonte lejano aparecían las fechas de reelecciones nacionales, provinciales y municipales, y al inútil del intendente de turno no había un número de su gestión que le cerrara, tenía una pésima intención de voto y una imagen negativa que tocaba las nubes, y empezó a dar típicos manotazos de ahogado.

La institución que el mismo había creado era el centro de críticas de toda la población, era un juntadero de vagos y solo eso, había demasiados rateritos por las calles por lo que decidió sacar a toda esa gente a patrullar la ciudad, en colaboración con la policía, pero como siempre, en rol secundario y solo debían estar con los ojos abiertos.

Formó parejitas de vigilancias, por cierto, un hombre y una mujer, la cuestión de igualdad de géneros no podía quedar de lado y era algo que políticamente también podía llevar agua para su corral

Así, mi esposa empezó a andar por las calles, en horarios rotativos, con Felipe, su nuevo compañero.

No le hacía mucha gracia, puesto que lo suyo siempre había sido estar detrás de un escritorio, pero al menos tenía el consuelo de que a aquellos de mejores desempeños le habían dado alguno de los móviles disponibles y mientras que al resto solo le tocaba hacer eternas caminatas, y ella, siempre había sido una empleada ejemplar.

Las cosas cambian tan rápido que uno no suele darse cuentas, y entre esos cambios, me descuidé en la situación que ahora Maca ya no tenía horarios fijos y nuestra casa ya no sería mi bunker secreto

Era cerca del mediodía, yo estaba entre reparto y reparto, había mirado algunos videos de bisexuales y esas cosas y estaba que hervía, me colé unos de los juguetes de mi esposa por detrás y solo lo dejé vibrar esperando eyacular sin tocarme, mientras los gemidos de los videos que seguía observando me llevaban al clímax.

Eso fue lo que encontraría Maca de casualidad, ese cuadro, esa pintura, se suponía que no debía pasar por casa en ese momento, pero lo había hecho, y yo estaba tan metido en mi historia que jamás pude advertir su llegada hasta que fue demasiado tarde, su cara bajo el umbral de la puerta del dormitorio no decía nada, o lo decía todo, con una confusión inesperada solo atinó a decir.

Tengo que procesar todo esto…

Solo volvió tras sus pasos y presentí el final de mi matrimonio

Nos reencontraríamos por la noche, al caer el sol, después que yo terminara mi reparto vespertino y ella su jornada, no nos dijimos demasiado y ella mostró un silencio llamativo, me dijo que estaba cansada y necesitaba tomar una ducha.

Me quedé acomodando un poco las cosas de casa y preparando algo de lo que sería nuestra cena, luego fue mi turno de ducharme mientras observé con reservas las hermosas curvas desnudas de mi esposa, tragando saliva, asumiendo que ya no habría retorno

Sin embargo, al salir, ella me esperaba sobre nuestra cama, con lencería de ocasión, medias y unos infaltables zapatos de tacos, con varios de sus juguetes desparramados, entonces me dijo

Quiero que sepas que te amo como eres, y que no me molestó lo que vi, por el contrario, me supo tan caliente que en ese momento no supe cómo manejarlo

Solo fui sobre ella e hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho, diferente, abierto, sin secretos, donde sus juguetes fueron nuestros juguetes y esa noche emprendimos un camino sin retorno
Macarena, en unos meses le daría una vuelta a nuestra pareja y empezó a portarse muy loca conmigo, en la misma forma en que yo solía rasurarla a ella, ahora ella lo hacía conmigo, me depilaba toda la cola, suavecita como una niña me decía y me daba una nalgada, y me hacía poner en cuatro para darme terribles chupadas de culo que me hacían poner la verga dura como piedra.

A veces nos poníamos conjuntos de medias, de ligas, o bombachitas diminutas y nos tomábamos fotos muy sexis, ambos, muy de putitas, y a veces ella bromeaba sobre que tenía mejor culo que ella, cosa que era cierta, pero como hombre no podía decírselo para no herir su lado femenino

La forma en la que Macarena y yo nos comunicábamos en la cama cambiaba demasiado rápido, y a ambos nos gustaban nuestros nuevos roles, el mío un poco más femenino, el de ella un poco más masculino
Por fuera de la pareja, su trabajo parecía ir mejorando día a día, estaba mas contenta, le había tomado el gusto a lo de estar en un vehículo toda la jornada y Felipe parecía ser un buen tipo, ella me hablaba bien de él, y cada tanto traía historias de horas de trabajo, que Felipe esto, que Felipe lo otro, que Felipe hizo tal cosa, y que no se cuanto más con Felipe.

Como hombre, no pude, o no supe, o simplemente no quise ver que mi esposa era atractiva, joven, y que naturalmente pasaba mas horas en el día con su compañero de trabajo que conmigo, y que la situación que ambos tuvieran familia no impedirían una infidelidad, no sería descabellado.

Recuerdo esa tarde, ella llegó de su jornada, como de costumbre, ya había anochecido, no dijo mucho, solo me llevó un tanto a la fuerza a la habitación, parecía desencajada, me dijo que quería que la cogiera, medio a lo animal, y en un abrir y cerrar de ojos estábamos desnudos sobre la cama, estaba entre sus piernas intentando metérsela, pero lo inesperado de la situación me tenía sin poder conseguir una erección completa como para poder penetrarla.

Tomo uno de sus juguetes, apenas si lo lubrico y me lo metió todo por el culo, y lo puso a vibrar

Ella consiguió su objetivo, me puse duro como piedra y empecé a cogerla con fuerzas, al tiempo que ella hacía lo mismo conmigo, con su dildo

Me decía al oído en pleno acto

Te gustaría mi amor? te gustaría tener una de verdad en el culo? me darías el gusto?

Y en medio de todas sus palabras eyaculé como un animal en su interior

Macarena entonces me hizo a un lado, como se desecha a un preservativo, solo se sentó en la cama apoyándose en el espaldar, agarró su cartera, sacó un paquete de cigarros, encendió uno, dejando el mismo y el encendedor sobre la mesa de luz.

Ella estaba nerviosa, evitaba mirarme, y pareció hacer oídos sordos a mis reclamos, sabía que odiaba que fumara, ni siquiera sabía que lo estaba haciendo nuevamente, después de cuatro años que no la veía con un cigarro en la boca, y evidentemente no era lo único que no sabía de mi amada mujer.

Noté que tenía los mismos nervios que tenía yo ese día que me había descubierto usando sus prendas íntimas, le traje un vaso con agua, le quité dulcemente el cigarro y la invité a hablar.

Ella daría algunos rodeos, intentando evadirme, era obvio que cargaba una culpa demasiado grande sobre sus hombros, pero poco a poco largaría sus palabras.

Me enteraría entonces, que su colega, Felipe, estaba el tanto de toda nuestra intimidad, de las fotos que nos tomábamos, y muchas cosas que habíamos hecho eran solo porqué él se las había pedido, que la excitaba demasiado todo lo que estaba viviendo porque Felipe no solo se la quería poner a ella, también me la quería poner a mi!!! porque cosas de la vida, le decía ‘que hermoso culo tiene tu marido’.

Y ya no podía con toda esa carga emocional, y lo que había sucedido horas antes, la había puesto sobre las cuerdas.

Me confesó que habían tenido una tarde aburrida, sin acción, y que ella le había estado platicando mucho sobre cosas que no debió hablar y se sentía hasta culpable por hacer originado la situación, solo Felipe buscó un lugar apartado, detuvo el coche y le mostró su verga, estaba dura, y se veía enorme.

En resumen, ella no había podido evitarlo y la había dado la chupada de pija de su vida, y después de tragar todos sus jugos sintió el arrepentimiento por mi.

Entonces comprendí su estado de locura, el motivo de haber actuado como había actuado y me dijo que solo si ya no quería estar con ella podría entenderlo, pero lo que ella no podía entender es que lejos de estar molesto, estaba excitado por imaginar como le había chupado la pija a su compañero de trabajo.

Las cosas siguieron su curso, era raro, porque yo sabía que me había sido infiel y que podría volver a serlo, pero el nudo del problema no era ese, porque yo sabía que era lo que ella estaba buscando.

Unos seis meses después, ella me había llevado por caminos que yo me dejé llevar, era ella quien había tomado el control, quien me depilaba por completo, quien me compraba lencería sexi, quien me había regalado unas hermosas botas de tacos altos brillantes como la noche, quien me hacía el culo a su antojo y quien me había regalado una hermosa jaula de castidad en un plateado acerado que me sabía sexi, y lo peor, lo que más me gustaba, que me tomara fotos para mostrarle a Felipe, quien por cierto se había hecho un tanto cómplice de todo y él ya sabía que yo sabía que él se la cogía.

Aclaro en este punto, que puertas afuera, seguía siendo Pablo, el repartidor que todos conocían y por nada del mundo dejaba de lado mi mundo masculino, porque yo quería eso, nada diferente.

Mi cumpleaños treinta y dos estaba a vueltas de la esquina, y Maca me dijo que tendría un regalo que nunca olvidaría, esa tarde tenía franco y me pidió que organizara mis cosas para tener tiempo libre.

Así lo hice, ella me pidió que la depilara por completo, y luego hizo lo propio conmigo, era algo que siempre hacíamos, entonces me colocó mi jaulita de castidad, me dio unas medias de red negras y una pollerita tableada, tipo escocesa, y me pidió que me pusiera mis botas brillantes, casualmente, ella tenía un conjunto igual al mío y quedamos vestidas como ‘hermanitas gemelas’.

Sacó su móvil y tomó unas fotos, y noté que las enviaba y escribía el mismo tiempo, muy concentrada, le pregunté si eran para Felipe y asintió con la cabeza, sin quitar la mirada de la pantalla.

Mi verga intentaba endurecerse sin éxito, por culpa de la jaula que la aprisionaba, y ella me hablaba de temas sexuales, entendiendo que adrede buscaba hacer tiempo.

Cuando golpearon la puerta de casa, y ella abrió, la imagen de Felipe se haría presente por primera vez, entonces titubeando pregunté.

Vos… vos… sos…

Si, Felipe, el compañero de tu mujer, y por cierto, tengo verga para ella, y para vos…

Pasamos al cuarto sin hablar demasiado, él me dio una nalgada y me dijo que tenía un culo hermoso, Maca me beso en la boca, y nos quedamos haciéndolo a un lado mientras él se quitaba las prendas, y mi esposa no mentía, tenía una verga intimidante.

Ella me dejó de lado y fue directo a chupársela, y luego volvió a mi lado para darme un dulce beso, para volver a chupársela y volver a besarme, entonces me pidió que yo lo hiciera.

Fui a su lado, me arrodille y la excitación me embargaba, antes mis ojos tenía la enorme pija del amante de mi esposa, ella me tomó por los cabellos, parecía que la situación la excitaba demasiado, y eso me excitaba a mi, solo cerré los ojos y empecé a hacer mi mejor trabajo, era grande por cierto, pero me sentí engolosinado, apretaba más y más y aunque las lágrimas cayeran por mis ojos empecé a atragantarme haciéndola pasar por mi garganta tan gruesa como era.

Felipe no pudo contener la risa y me dijo algo como que parecía desesperado, parecía que me gustaba la pija más de lo que le gustaba a Maca y entonces, le pidió que se pusiera en cuatro sobre la cama y me dijo a mi que observara lo que le hacía a mi mujercita.

Ella fue obediente, su conchita depilada quedó a su alcance, pero el fue por detrás, la hizo gritar un poco, pero en unos segundos le había clavado la verga por detrás, no me esperaba esa situación y mientras ella gemía descontrolada él me dijo.

Apuesto que siempre te dijo que no lo hacía por detrás, ella me cuenta todo, sabías?

Maldita Macarena, era cierto, nunca me había entregado porque su culo era ‘virgen’ y a ella le parecía sucio y asqueroso, pero no dudaba en hacérmelo a mi con sus juguetes, o entregárselo con placer a su amante de turno.

Felipe me sacó de mis pensamientos y me dijo.

Vení papi – palmeando en la cama a la derecha de donde ella estaba – ahora es tu turno, quiero esa colita…

Mierda, fui a la par de Maca, en cuatro, como ella estaba y mi corazón parecía saltar de mi pecho, mezcla de excitación y dudas, Felipe se acomodó por detrás y sentí su dedo rozar mi esfínter, tenía algún lubricante, y me lo metió fácilmente, luego sentí que ya metía dos dedos y luego de aprestó a hacerlo

Golpeó con su verga dura sobre mis nalgas un par de veces y en un golpe zas! todo adentro, Felipe se movía con fuerzas en mi interior tomándome por las caderas, mi verga prisionera quería explotar y mi Dios! solo empecé a gritar perdido en placer, mientras Maca disfrutaba de una situación que muchas veces había imaginado

Me dio un buen rato, volvió dárselo por el culo a ella y luego a mi, hasta que mi esposa decidió salir del juego, solo se fue a un lado, se sentó sobre la silla, con una pierna sobra su meza de luz y la otra sobre la cama, bien abiertas, empezó a acariciarse los pechos y a refregarse la concha. Felipe me había recostado sobre el colchón, boca arriba, había levantado mis piernas y me la metía una y otra vez agrandando más y más mi adolorido esfínter que se llenaba de gozo

Mi mujer miraba extasiada, creí que era algo que siempre había querido ver, puesto que se estaba masturbando con locura y la forma de actuar hacía parecer que el libreto había sido planificado con mucha anticipación.

Estaba entregado, Felipe vino de lado de mi cabeza, del contrario de Maca, para que ella pudiera ver, empecé a chupársela como podía hacerlo, lamiendo su glande hinchado de sangre, duro como piedra, que diablos…

Un sabor diferente llegaba a mi boca, recordé los días en que bebía mi propio semen y me percaté de lo que estaba por pasar, el la metió mas profundo y solo empezó a eyacular con inusitada fuerza, lo hacía como un maldito caballo, diablos, cuanta leche! tenía un rico sabor, tragaba engolosinado, todo lo que podía, pero era más rápido que yo y no pude evitar un rebalse por mis labios mientras mi mujer se retorcía como una serpiente en un orgasmo eterno.

Ella no esperó, vino a besarme como poseída, para poder compartir las últimas gotas de nuestro amante de ocasión, para volver a compartir sus labios con los míos y con la pija de Felipe, que aun chorreaba semen.

Seguimos haciéndolo por unas horas, probando cosas nuevas, pero el clímax del encuentro había pasado en ese momento.

Como sigue la historia? no lo se…

No se si mi mujer encontró lo que quería, si es feliz junto a un hombre que le gusta ser mujer, o solo se le pasará el fetiche y buscará un hombre íntegro, como Felipe
Tal vez un día ellos me abandonen

No se que es lo que busca Felipe en todo esto, una aventura paralela para alejarse de su aburrida vida matrimonial, o se habrá enamorado de mi mujer, lo suficiente para cumplirle todos los caprichos, incluso, hacerle el culo a su propio marido

Y no se que hay de mi, extraño el hombre que fui, me siguen gustando las mujeres y me sigue gustando mi reparto de productos, pero también me sigue gustando usar lencería de mujer, usar mi jaula de castidad y portarme como una putita

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