Relato porno de un trío para salvar el matrimonio

Marcos y yo nos habíamos conocido desde muy pequeños, compañeros de curso en los estudios primarios, en una modesta escuela de barrio.

Eran esos días donde aun los niños van por un lado y las niñas por el otro, donde no se habla de noviazgo, y a nadie le gusta nadie, puesto que asumir algo así era objeto de burlas y cargadas de todo el entorno, pero a pesar de todo eso, siempre había existido buena onda entre nosotros, y siempre me había sentido bien a su lado, y la única que sabía de mi amor oculto era mi mamá, a quien yo le contaba todo.

Eran conversaciones de mujeres, cuando ella lavaba los platos del almuerzo y yo los secaba, lejos de los oídos de papá y de mis hermanos, ella se reía y me acariciaba los cabellos y siempre me decía cómplice.

Ana Laura, veo que te gusta ese chico, pero aun tienes mucho que aprender de la vida.

La pasábamos bien, siempre me miraba a la distancia y yo le devolvía con vergüenza esa mirada, con sonrojo, con inocencia. Éramos alumnos del montón, ni mejores ni peores, solo ambos destacábamos en educación física, éramos buenos para eso, un don natural, un punto en común, él era líder nato de su equipo de futbol y al mismo tiempo yo también lo era en el de vóley, los deportes de esos días.

El comienzo de los estudios secundarios supuso escribir una nueva historia, caminos separados, y un adiós a ese primer amor platónico y comenzar a vivir la vida de adolescencia, pasaron cinco años sin saber de él, y, es más, ya lo había olvidado.

Cuando comencé mis estudios terciarios como profesora de educación física, entre tantos nuevos compañeros, estaba él, también empezaba la misma carrera, y a ninguno de los dos nos resultó extraño

Lo reconocí de inmediato, ahora era un hombre, alto, musculoso, viril, con algunos tatuajes y el cabello más oscuro de lo que lo recordaba, pero su mirada dulce y su sonrisa cómplice permanecían inalterables.

El también me reconoció, se quedó como impresionado y solo tiró

Guau! Ana Laura! que cambiada estás…

No pude evitar reírme, puesto que era demasiado evidente como él me miraba con descaro las tetas.

En poco tiempo nos pusimos a noviar, ambos veníamos de algunas historias previas, pero nada formal, y perder la virginidad con el chico que siempre te gusto, y que él también lo hiciera por primera vez contigo es algo que no se da muy a menudo.

Fuimos felices y poco a poco empezamos a imaginar nuestra vida juntos.

Marcos había caído muy bien en mi familia, en especial a mamá, su cómplice, quien solía ridiculizarme contándole mis charlas secretas de la niñez.

Yo también me sentí muy bien en su entorno familiar todo parecía ser la historia de final perfecto de las películas

La llegada inesperada de Thiago, nuestro pequeño, adelantó los planes y en un abrir y cerrar de ojos la familia estaba conformada

En los primeros dos años, me dediqué a ser madre, Marcos trabajaba a doble turno en un club conocido de la ciudad, tenía a su cargo varias divisiones de fútbol infantil y también daba clases como instructor de tenis, amaba lo que hacía

En esos días, surgió una vacante para el puesto de profesora de vóley y él inmediatamente pensó en mi, Thiago era único nieto, único sobrino por ambas familias así ‘que se peleaban’ por mal criarlo
Me hice del ambiente del club y en poco tiempo tomaría también algunas horas como profesora de natación

Todo era perfecto, hacíamos el amor como salvajes, con pasión, arrancándonos las prendas una a una, cogíamos cuando podíamos, como podíamos, donde podíamos, era muy feliz, por cierto, todo mi mundo era mejor de lo soñado

En unos años más teníamos muchos amigos y conocidos mutuos, Maira, en especial, colega de natación, quien se hiciera mi amiga íntima y confidente, y Fernando, el colega preferido de mi marido, un muchacho muy guapo, por cierto

No lo vimos venir, pero en seis años las cosas habían cambiado, demasiado, lento, pero sin pausa, las costumbres, las rutinas, y ya no hacíamos el amor como alguna vez lo habíamos hecho, nuestro arcoíris solo tenía tonos de grises y leer un libro en la cama era mejor partido que tener sexo con mi marido

Nos transformamos en extraños bajo el mismo techo, tal vez así era la vida de matrimonio, tal vez así es como todos la vivían, pero yo no quería terminar mis días como lo pasaban mis padres, compañeros, si, pero cada uno en su mundo

Marcos era consiente del bajón por el cual estábamos pasando, hicimos terapia de pareja pero nada parecía funcionar, y el fin de la historia parecía inevitable

Me dolía, y como me dolía, si él era ese chico que siempre me había gustado, desde niños, el objeto inalcanzable, y ahora que lo tenía en mis manos, pues ya no se sentía cómodo tenerlo

Marcos, como buen hombre, podía separar sus mundos y dejar dentro de casa lo que correspondía a dentro de casa, pero yo no, como toda mujer, todo se mezclaba con todo y los problemas me perseguían donde quiera que yo fuese

Maira notaría que yo no estaba bien, lo hablamos una y otra vez, y resultó ser mejor terapeuta que nuestra terapeuta, ella me decía que el ser humando no era monógamo por definición, y la tradición de la familia te llevaba a auto castrarte para reprimir tus impulsos animales, era lógico que pasara lo que pasaba, por eso, ella siempre tenía amores de una noche

Sus palabras me abrieron los ojos, me dijo que buscara esa excitación perdida en otros hombres, esa mística que ya no existía, claro, mi esposo tenía que ser parte, incluso yo debía permitirle que él también tuviera ojos para otra, y en algún punto pregunté

Espera Maira, a ver si entiendo, en resumen, me dices que tenemos que abrir la pareja? es eso?

Correcto, – sentenció ella – deben hacer algo para ahogar la monotonía, o la monotonía los ahogará a ustedes

Y no se si fueron todas sus palabras, o mis impulsos reprimidos, o una situación que no daba para más, o una mezcla de todo, pero empecé a mirar a Fernando con ojos de mujer, siempre había reparado en el por su belleza masculina, pero nunca lo había hecho con deseo

Empecé a tocar el tema muy por arriba con Marcos, no podía equivocarme, no podía solo arruinar todo, tal vez se molestara, pero vio con buenos ojos mis intenciones, le conté de Maira, lo que me decía, incluso me animé a sugerirle que Fernando era un chico que llamaba mi atención, a riesgo de armar una discusión sin precedentes

Marcos me miró con intriga, esa intriga de pareja, sus ojos estaban clavados en los míos, entonces me tomó con ambas manos por los lados de mi cabeza, para sostenerla con firmeza y decirme casi en un susurro

Ana Laura, decime la verdad, cuando hacemos el amor, en la pocas veces que lo hacemos, que piensas? que rostro ven tus ojos?

No podía ser tan cruda y contestarle lo que él ya sabía, solo bajé la mirada esquivando la suya y con eso ya no necesitó que yo dijera nada, entonces siguió hablando mientras me dejaba de lado e iba a servirse una copa de vino

No te pongas mal, para ser honestos, muchas veces hablamos de vos con Fernando, ya sabes cosas de hombres

Cosas de hombres? – repliqué intrigada – no entiendo a que te refieres…

Ya sabes, sexo, y sobre nuestro distanciamiento, el siempre te mira aunque no lo sepas y me dice que si yo no fuera su amigo ya te hubiera cogido, y que si fueras su esposa solo no dejaría de cogerte…

Tomó un sorbo y sentí un calor entre mis piernas como hacía tiempo no sentía, me lubriqué en forma automática, Dios…

Al fin de semana siguiente, estábamos los tres en casa, Fernando, Marcos y yo, vestidos de gala, ellos con trajes, yo con un vestido ajustado de fiesta y tacos altos, la idea era cenar a la luz de las velas con música suave y un rico vino, sería solo hablar, o tal vez no, y tendríamos por delante unas horas calientes, de charlas, indirectas, directas, y donde sentí que como alguna vez, estaba toda caliente, un perra sedienta de vergas y esos hombres seguro hacía tiempo venían soportando erecciones ya dolorosas.

Y todo fue perfecto hasta llegado el momento, solo se dio que Fernando y yo bailáremos suavemente, él me agarró por las nalgas e intentó meter su lengua en mi boca, y fue cuando casi arruino todo, no podía, solo no podía, mi enseñanza de toda una vida no me lo permitía

Marcos vino a mi lado, me acarició y me dijo que todo estaba bien, no había que hacer nada por obligación, me besó y me sentí protegida en sus brazos, entonces Fernando retrocedió unos pasos y se quedó observando en silencio como Marcos y yo nos besábamos con pasión

La situación inesperada le dio una idea a mi esposo, ‘ya vuelvo’ dijo, y solo se ausentó por unos minutos, los suficientes para que se produjera un silencio nervioso entre mi supuesto amante y yo

Volvió con un pañuelo de seda en sus manos y me dijo

Tal vez… si te vendara los ojos, y Fernando prometiera solo observar, no se, podría ser divertido…

No se como me dejé convencer, lo cierto es que en minutos anudaba ese pañuelo detrás de mi cabeza y ya solo me sentí ciega, me dejé guiar al cuarto y me reposé nuestra cama, sin olvidarme que un extraño observaba desde las sombras

El amplio pañuelo de seda que rodeaba mi cabeza cubriéndome los ojos me da la intimidad que necesito tener, me libra de mis ataduras y me deja ser yo misma, es cierto, es un engaño, me engaño a mí misma porque a pesar de estar con mi marido en la cama, sé que Fernando esta por ahí, expectante, observando, y él no deja de ser un extraño

Pero ya no me importa, esto quedará entre cuatro paredes y será una experiencia que potencie mi vida de pareja

El perfume de la seda se cuela en mis orificios nasales y me regala una situación de placer

Marcos, mi esposo, me besa en la boca, y me acaricia las nalgas en forma muy rica, me trae a la realidad y me mete en el juego, respondo a sus besos, saben ricos, calientes, dulces y me pierdo en éxtasis y poco a poco nos quitamos las prendas mutuamente

Mis nalgas desnudas son el destino de las palmas de sus manos, acaricio mis pechos sobre su pecho y mis pezones tienen una necesidad lacerante de ser mimados

Hacer el amor con Marcos es como siempre, pero diferente, porque un tercero observa agazapado, no entiendo como pude llegar tan lejos, es loco, es insano

Las manos de mi marido llegan a mis pechos, al fin, sus besos muerden mis labios y mi respuesta es ir sobre su pene, está duro, lo acaricio, lo refriego en mi vulva, lo deseo, lo deseo dentro, todo, completo, me siento mojada, caliente, ya no me importa nada, me saco la bombacha con rapidez, la última barrera, y le imploro a Marcos que haga lo propio con su slip, se que me están mirando, y me excita que me miren

Subo sobre mi esposo, a cabalgarlo, le gusta cuando lo hago y además imagino que mis nalgas quedan a la vista de nuestro observador secreto, tomo la verga de Marcos con mi mano derecha y la acomodo para sentarme plácidamente sobre ella, haciendo que mi sexo se llene de amor, muevo mis caderas como se mueven las olas del mar, me muerdo los labios para acallar mis gemidos y me acaricio los pechos, pellizcando los pezones, mi clítoris rasga una y otra vez el pubis de mi amado, y siento sus dedos colarse en mi boca, me gusta chupárselos, para que luego me los meta por el culo, siempre hace ese maldito y perverso juego.

Mis pensamientos van con Fernando, que estará haciendo? se estará masturbando? le gustará lo que ve? gimo un poco mas fuerte, confieso que un poco estoy actuando, los hombres no son capaces de percibir la diferencia y les excita cuando una mujer se porta como puta

Marcos detiene un tanto el juego y percibo que algo raro sucede en el cuarto, son segundos, son instantes, pero unas manos extrañas se posan en mis nalgas, y no son las de Marcos, porque las de Marcos están jugando ahora en mis pechos, obviamente Fernando pretende sumarse al juego, no era lo pactado, un escalofrío corre por todo mi cuerpo, me paralizo, estoy en el momento justo para abortar todo, para mandarlos al infierno, para mostrarme como una mujer decente, pero la tentación a lo prohibido es demasiado grande, y además, me siento viva como hacía tiempo no lo sentía…

Ay! ay! ay! duele… despacito por favor… no puedo, no puedo con tanto…

El sexo de nuestro invitado se mete poco a poco por detrás, y apenas puedo balbucear entre el placer de tener dos penes dentro, mis agujeros están hechos para ser llenados y ahí me encuentro como relleno de emparedado, toda mi vida tildando de putas a las mujeres que hacían estas cosas y ahora, ahora yo me encontraba como una de las tantas que acostumbraba a juzgar

Pero que diablos, me gusta, asumo que me gusta, un esposo, un amante, dos vergas, cuatro manos, dos bocas para besar

Sigo con el pañuelo de seda cubriendo mi visión y es mejor así, porque no puedo con esta locura que me embriaga y me envuelve, estoy naufragando sin remedio entre dos hombres, dos vergas son demasiado, en verdad son demasiado para mi sexualidad, pero tal vez nunca vuelva a repetirse

EL roce de mi clítoris es implacable, una pija me llena por delante, otra por detrás, y me siento venir, unas manos por mis pechos, otros dedos por mis labios, otra mano me jala los cabellos

Ayyyy! aaaaaah! aaah! ay!

Mis piernas se contraen involuntariamente al compás de mi pelvis en un inmenso e interminable orgasmo, infinito, una tras otra llegan mis oleadas de placer, en un éxtasis que no parece tener fin
Marcos no puede con tanto, se que lo excita demasiado cuando llego a mi clímax y solo se viene dentro mío, siento su verga punzar y explotar en lo profundo, me aferro a él, lo beso fuerte y siento la exhalación de su orgasmo en mi boca, pero no puedo dejar de pensar en Fernando, que como un niño con un juguete nuevo sigue rompiéndome el culo a su antojo

Cambio de cartas, a barajar y repartir nuevamente, ellos deciden, yo solo obedezco en mi ceguera auto impuesta, hay movimientos sobre el colchón de la cama, estoy atenta, de pronto, alguien me toma por las pantorrillas y me tira con fuerzas haciendo que inevitablemente caiga recostada boca abajo, no entiendo el juego, aun siguen los sobresaltos, hasta que llega la quietud

Mi mano izquierda se encuentra con un muslo masculino a un lado, tanteo con la derecha y percibo lo mismo al otro lado, comprendo, mi objetivo está por delante, al medio de esas piernas que me rodean, una pija dura me está esperando, la busco con mis dedos y la encuentro, a centímetros de mi rostro, entonces la describo en mi mente gracias a mi tacto, la encuentro toda rasurada, por completo, testículos, pubis, todo, es raro, es diferente y se que mi esposo jamás se rasura

Juego con mis manos, con caricias, me gusta, desnudo su glande hasta el límite de lo imposible, llevando su cuero bien abajo, hasta hacer doler el frenillo, una tortura que se siente exquisita y noto el suspiro contenido de mi amante de turno, acerco mi nariz, necesito oler su olor a hombre, y a todo esto me pregunto que estará haciendo ahora mi esposo, mirando? solo eso? es lo que quería? me excita imaginar y siento mojarme, nuevamente

Ahora estiro mi lengua y recorro esa pija desde las bolas hasta la punta del glande, muy golosa, una y otra vez, amo chupar pijas y ahora tengo la de alguien a quien no conozco ante los ojos de mi esposo

Repito el juego, una y otra vez, se la beso, paso mis labios calientes por ella, meto su cabeza dentro de mi boca, a mis oídos llega su respiración entrecortada y excitada, me calienta, como me calienta, y si ellos no me detienen yo no lo haré, seguiré en esa tortura eterna hasta llegar al final

Una mano extraña acaricia mis cabellos, dejándome saber que voy bien, sigo el juego, me muerdo los labios, los refriego en la base de ese glande esponjoso en un beso eterno, siento una contracción en mi mano que presagia el final, suspiro excitada, parece explotar, unas gotas con sabor diferente llegan a mi lengua y el aroma inconfundible del semen caliente llega a mi nariz, un poco más, una pasada de lengua mas, ahora ya no es solo mi saliva, ahora tengo sabor a hombre en mi boca, mi Dios, que rico! eyacula más y más, solo sigo con mi trabajo, apenas dejo pasar una porción por mi garganta, para no privarme del placer, pero la mayoría solo lo dejo caer, por su tronco, por mi mano, por sus bolas, más y más, y en el fondo, se que mi marido está mirando y todo es locura

Hora de barajar las cartas por segunda vez, vuelve el terremoto de movimientos sobre el colchón y yo no se que hacer, solo me dejo llevar.

Como antes me obligaron a recostarme, ahora me hacen poner en cuatro, me hacen sacar culo y me nalguean, aunque solo siento que estoy con un hombre y adivino que ese hombre no es mi esposo.
Me toman por la nuca y me obligan a bajar, más y más hasta que mi rostro cae de lado sobre las sábanas, está todo mojado, mi mejilla derecha apoyada siente un líquido viscoso sobre ella, y por mis fosas nasales ingresa el inconfundible olor a semen, es evidente que estoy sobre la leche que recién ha derramado mi amante

Pero no tengo tiempo a pensar demasiado, una rica verga me penetra con fuerzas y siento llenarme mi conchita por completo, embadurnada con los jugos que me dejó mi marido y con los míos propios

Fernando me habla, me dice que soy muy rica y me empuja más y más sobre su propio semen, me dice que haga mi trabajo, como corresponde, y su verga me hace sentir que en verdad soy una puta, y más imaginando como mi marido lo está disfrutando

Me balanceo hacia atrás y hacia adelante, lentamente, haciendo que su sexo entre por completo y salga por completo de mi interior, es glorioso, siento aun el rico olor a su leche que llega a mi nariz como el mejor de los perfumes, me acaricio los pechos, me acaricio el clítoris, y mis gemidos empiezan a tapar el volumen de sus sucias palabras, no lo puedo creer, me siento llegar, nunca había tenido un orgasmo en esa posición, pero la situación me supera.

Los dedos de mi amante se hunden en mis glúteos, me sigo moviendo, su pija se vuelve gloriosa, ya llega, ya lo consigo, y yo también, al unísono, ambos al mismo tiempo

Aaaaaa!!!! si!!!! que rico!!! cogeme!!! quiero tu pija dura!!!!

Me llena de leche y mis palabras me condenan a un placer infinito, olvidándome que Marcos está presente y solo me pierdo en mi propio infierno

Después de esa noche, el encuentro con él no volvería a repetirse, pero por algún tiempo Marcos y yo recobramos la chispa perdida y sentimos que un tercero había salvado nuestro matrimonio.

Fernando fue todo un caballero, por la amistad con mi marido y por el respeto a una mujer, todo lo que pasó esa noche murió esa noche, siguen siendo compañeros de trabajo y en nuestros cruces casuales en el club solamente en nuestra miradas cómplices vive aun lo vivido.

Somos felices, un matrimonio abierto, sin secretos, sin infidelidades, con nuevos planes, con nuevos objetivos, y se que ahora es su turno, otra mujer? seguramente, el tiempo dirá…

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