Somos una pareja que llevamos 15 años de casados, ella tiene 40 años y yo 47. Mi esposa tuvo varios novios antes de conocerme, de hecho, según me contó su primera vez fue a los 16 con un hombre un poco mayor para ella, él tenía 25. Luego sé que tuvo varias relaciones, incluso vivió con algunos hombres sin casarse y sé que al menos a dos de ellos les fue infiel.
Ella es delgada, muy blanca, con buena cadera y unos senos pequeños que a mí me encantan, se cuida y hace ejercicio, bueno y yo soy normal, de estatura media, con unos kilos de más y la verdad no muy bien dotado, aunque mi esposa dice que para ella eso no es importante.
Aunque hemos tenido un matrimonio con una vida sexual activa, en los últimos tres o cuatro años nuestra vida sexual ha disminuido mucho, pues mi esposa manifiesta que no siente deseo sexual, llegando al punto de hacer el amor una vez cada dos meses en promedio.
Desde que nos casamos la verdad, nunca tuve queja de ella o sospechas que saliera con otros hombres, pero el saber de sus historias del pasado, antes de conocerme, me fue generado el deseo de verla hacer el amor con otro hombre o hacer un trio HMH, deseo que se aumentó un poco más en los últimos años, por lo escaso de nuestras relaciones.
Aunque se lo propuse algunas veces, la verdad ella desechó la idea y las veces que se lo pedía, su respuesta siempre fue no. Por eso llegué a pensar que nunca vería realizar mi fantasía. Cuando comentaba mi fantasía en chats, de manera anónima, siempre recibía consejos de salir con ella y dejarla que consumiera bebidas alcohólicas para que se desinhibiera un poco, pero la verdad no somos una pareja que tenga una vida social muy activa y para el caso de ella, casi que está dedicada un 100% a nuestra hija y al hogar, con muy poco contacto con amigas o amigos, pues tenemos la ventaja que con mi trabajo podemos darnos una buena vida.
En la última navidad, nos fuimos de paseo para Punta Cana en República Dominicana, allí en el hotel en el que nos quedamos de noche hacían espectáculos, bueno igual durante todo el día había diferentes actividades en donde solíamos coincidir con otros huéspedes.
En esas actividades conocimos un par de sujetos de unos 30 años más o menos, al principio la verdad yo pensé que de pronto eran homosexuales, pues es raro ver dos hombres solos en un hotel pasando vacaciones, además que tenían buenos cuerpos y eran personas agradables, con los cuales sosteníamos charlas normales en torno a los eventos del hotel. Además, era común verlos a las horas de las comidas en los restaurantes y siempre cruzábamos al menos un saludo.
Ya en la cuarta noche de estar en el hotel, se organizó una noche de baile con música latina, nosotros, la niña, mi esposa y yo acudimos normalmente, el salón donde se realizaba el evento estaba llenó y no encontrábamos donde sentarnos, hasta que divisamos una mesa en donde estaban los dos hombres ya mencionados. Cuando ellos nos vieron notaron que nosotros estábamos buscando mesa y nos hicieron señas indicándonos que nos podíamos sentar con ellos, a lo cual accedimos sin ninguna prevención.
Ya instalados en la mesa, empezamos a charlar normalmente y a conocernos más, aunque ya habíamos interactuado nos presentamos formalmente y nos dijimos nuestros nombres, ellos se llamaban Miguel y Santiago y tanto ellos como nosotros veníamos de Colombia, aunque de ciudades distintas. También nos contaron que eran amigos desde la infancia, que estaban ahí porque Santiago recientemente se había separado de su esposa y que antes de separase había comprado ese viaje, precisamente para ver si podía mejorar su matrimonio, pero que el mismo se acabó antes, por lo cual él había invitado a su amigo para que lo acompañara.
Así íbamos hablando, tomando algunas bebidas y saliendo a bailar con mi esposa, para lo cual ellos como estaban solos también me pedían permiso, como algo de cortesía, para sacarla a bailar a ella. Bueno, ellos también sacaban a otras mujeres de otras mesas, pero no se quedaron en ninguna, siempre regresaban a la mesa en donde estábamos todos. Como yo estaba también con nuestra hija, una niña, yo salía a bailar con ella, para que no se aburriera y ellos me ayudaban a entretener a mi esposa, a quien como que no le disgustaba la idea de bailar con ellos.
Fue avanzando entonces la noche y yo fui notando que Santiago cada vez bailaba más con mi esposa, incluso haciéndolo varias canciones seguidas, mientras que Miguel iba buscando pareja en otras mesas, yo los miraba con disimulo y me fue llamando la atención que cada vez como que los veía bailando más cerquita.
Cuando ya pasaba la media noche, nuestra hija se cansó y se iba quedando dormida, por lo que le pregunté a Marcela mi esposa que si la llevaba a dormir y luego regresaba o qué si íbamos los dos, a lo que ella me contestó que, si yo la quería llevar ella se quedaba a esperarme; yo lo vi normal pues hace tiempo ella no bailaba y la estaba pasando bien, y por eso no me sonó extraña su respuesta.
Dicho eso yo me llevé a nuestra hija para la habitación, que quedaba por ahí a unos quince minutos caminando desde el salón en donde nos encontrábamos, pues el hotel es algo grande, luego ingresamos a la habitación y esperé que se lavara los dientes, se pusiera la pijama, hablamos un rato y espere unos diez o quince minutos hasta que se durmiera, en todo eso pudo pasar casi una hora.
Cuando ya estaba dormida, yo me devolví para el salón, pero la verdad en el regresó empecé a pensar que la actitud de Marcela era un poco extraña y me entró un sentimiento que pudiera estar pasando algo más que una simple amistad, razón por la cual cuando llegué al salón me acerqué con un poco de discreción para ver que estaba haciendo Marcela, observando que la mesa en la que estábamos estaba vacía, es decir, estaban los vasos pero no vi a Marcela, ni a Santiago, ni a Miguel y tampoco los vi en la pista de baile.
Yo seguí observando con disimulo y de pronto vi a Miguel parado al fondo, como observando la pista y detrás de él estaba un pasillo en donde estaban situados los baños, la verdad, aunque todavía había personas, ya el público había descendido un poco y se observaban mesas vacías y la pista de baile con menos huéspedes.
Cuando vi eso, recordé que el salón tenía varias entradas y una de ellas daba precisamente a los baños, por detrás de donde Miguel estaba, por lo cual decidí salir del salón igual discretamente y lo rodeé por la parte externa, ingresando por la puerta que daba hacia los baños.
Cuando ingresé, vi algo que jamás pensé que fuera a presenciar, en la entrada del baño de mujeres, Santiago tenía a mi esposa contra la pared y la estaba besando apasionadamente, mientras incluso metía una de sus manos por debajo de la camisa, tocándole sus senos y la otra mano la abrazaba por la parte baja de su espalda, pero no alcanzaba a ver bien donde la tenía puesta desde mi posición. Ver eso me causó de inmediato una excitación que no puedo explicar, aunque no pude dejar de pensar como ese hombre al que apenas conocía hace unas horas, ya le estaba cogiendo un seno, cuando yo me demoré más de un mes para lograr lo mismo cuando la conocí y no por falta de iniciativa mía, pues yo intentaba pero ella me cogía y me paraba la mano.
Yo me quedé quieto observándolos no sé cuánto tiempo, ubicándome en la puerta para que ellos no me vieran. Como dije yo no sé cuánto tiempo los observé, pero al cabo de unos minutos, me retiré del lugar y di la vuelta nuevamente, ingresando por la puerta principal buscando nuestra mesa, viendo como Miguel al verme entrar desapareció hacia los baños y al cabo de un minuto aparecieron los tres como si nada.
Yo le pregunté a Marcela que donde estaban y ella me dijo que en el baño y que ellos amablemente la habían acompañado. Yo no sabía que hacer o pensar y la verdad se dio un silencio incomodo, ellos como que no sabían que decir y yo no sabía que preguntar o decir.
En esas le dije a mi esposa que si bailábamos y salimos a la pista y cuando la abrace, noté que su brasier estaba desabrochado y le hice el comentario y me dijo que se le había zafado, pero que le había parecido incómodo abrochárselo en la mesa, diciéndome que más tardecito antes de ir a la mesa se lo abrochara.
Terminamos de bailar y en un rinconcito del salón ella se volteó y yo le abroché nuevamente su brasier y de ahí nos fuimos nuevamente para la mesa. Ya el salón empezaba a quedarse más solo y Santiago dijo “por qué no vamos a la playa”, todos nos miramos, yo miré a mi esposa para ver ella que decía y sin dudarlo dijo “si, vamos”.
Salimos para la playa que estaba también un poco lejos, pues incluso en el día se utilizaban unos carritos de golf que hacían como rutas, para uno ir hasta allá, pero a esa hora ya tocaba caminar, igual tocaba pasar por donde estaba nuestra habitación y cuando ya estábamos cerca de ella, yo le dije a mi esposa, (claro con una segunda intención de propiciar algo entre ellos), que iba a ver como estaba la niña y que luego los alcanzaba, lo cual hice rápidamente, procediendo sin que me vieran a alcanzarlos. En ese seguimiento, como todo un detective, los vi a los tres ingresar a la playa, sentándose en la arena, quedando Marcela entre los dos. Yo me ubiqué detrás de una cerca pegado a una palmera.
Empecé a observarlos y vi cómo de nuevo Santiago abrazó a mi esposa y la beso, dándole un beso largo, mientras Miguel estaba pegadito al otro lado, viendo todavía algo más sorprendente, que fue como Santiago le giro la cabeza a Marcela, dándose ella un beso con Miguel, alternándose ellos para besarla, observando como ellos de vez en cuando miraban hacia atrás, para ver si venía alguien por la calle del hotel que conducía a la playa, desde luego viendo sí ese alguien era yo.
La playa estaba sola, solo estaban ellos y yo escondido y un celador del hotel a lo lejos quien también apreciaba lo que sucedía. Estando en esas Santiago se puso de pie, se quitó su camisa y se bajó el pantalón corto que llevaba que le llegaba a la rodilla y también sus interiores, dejando ver su enorme miembro, la verdad era más grande que el mío viendo que le hacían señas a Marcela que se fueran par mar, a lo que ella no accedió, procediendo a hacer lo mismo Miguel, saliendo los dos corriendo para el mar, quedándose Marcela en la Playa. Ahí yo salí de mi escondite, busqué la calle unos metros atrás y me dirigí de nuevo para la Playa.
Cuando yo llegué le pregunté a Marcela que donde estaban ellos y me dijo que se habían metido desnudos al mar, que eran muy locos, yo le pregunté que, si ella los había visto y riéndose dijo, desde luego, ya ellos nadaban ahí, cuando se acercó el celador que yo ya había visto y les gritó que a esa hora no podían nadar, viéndolos Marcela y yo ya de cerca como salían desnudos del mar, pudiendo ya apreciar de cerca los bien dotados que ambos estaban.
Santiago lo tenía su pene un poco más largo que el de Miguel, pero el de Miguel además de también ser de muy buen tamaño me impresionó por lo grueso, la verdad me llamó mucho la atención eso. Ya ellos se pusieron de nuevo la ropa, aun mojados y yo miraba fijamente a Marcela que solo se reía y no decía nada.
Continuamos ahí entonces, tomando unos tragos, se notaba que yo sobraba en ese espacio y momento, así fue pasando el tiempo, ya era como a 01:30 hasta que Miguel sugirió un poco en broma un poco en serio, que, porque no jugábamos con la botella a la verdad o se atreve, es un juego en el cual se rota la botella y a la persona que le quede apuntando la boca de esta, debe someterse a una penitencia, que consiste en decir la verdad ante una pregunta o atreverse a hacer algo que la persona que tenga en frente le pida.
Dicho eso por Miguel, yo me apresuré a decir, “porque no, juguemos” observando como Marcela me miraba con algo de sorpresa, dicho eso Miguel y Santiago se apresuraron implementar el juego, antes que Marcela o yo de pronto dijéramos algo o nos retractáramos, para lo cual aplanaron un poco la arena y Santiago muy hábilmente se ubicó en frente de Marcela, quedando yo al lado izquierdo de mi esposa y Miguel a lado derecho, todos en una especie circulo, pasando lo siguiente:
En el primer turno giró Santiago la primera vez la botella y la boca quedó hacia Miguel. De acuerdo con las ubicaciones me correspondía a mí hacer la pregunta y le pregunté “la verdad o se atreve” a lo que él contestó que se atrevía. La verdad yo no sabía que pedirle que hiciera por lo que dije “recibo sugerencias” y Santiago dijo, que le pase un trago en la boca a la persona que tenga a su lado izquierdo, a lo cual yo le dije que hiciera eso.
El cogió la botella tomó un trago en su boca y volteó a mirar a Marcela, ella para mi sorpresa estando yo ahí, no se quitó y él acercó sus labios a ella y le pasó el trago en su boca. Yo me quedé mirándola y ella contestó “tú lo pediste, entonces no me mires así” y yo le contesté “yo no he dicho nada”.
Seguimos jugando y el siguiente turno de tirar la botella, fue para Miguel que le había tocado la penitencia, él la giró y la boca quedó para el lado de Santiago la base entre Marcela y Miguel, por lo que los dos acordaron escoger la pregunta o la penitencia en conjunto.
El respondió que se atrevía, ellos se secretearon y le dijeron que se desnudara, a lo cual es sin tapujos se puso de pie y se fue quitando toda su ropa, quedando a la vista de todos, la verdad como lo dije antes tenía un buen cuerpo, atlético, con el abdomen y los músculos marcados, sin ser exagerados, era alto, blanco, sin mucho bello en el cuerpo y bueno su miembro ya lo describí, en esta ocasión lo reparé mejor. Cuando hizo eso, desde luego Marcela disimulaba, se reía, pero se notaba que le brillaban los ojos.
El siguiente turno fue de nuevo para Santiago, el giró la botella y la boca quedó entre Marcela y Miguel y la base entre Santiago y yo, de inmediato ellos dijeron que le tocaba a Marcela, pues a Miguel ya le había tocado. Le preguntamos que, si la verdad o se atrevía y dijo que la verdad, a lo cual le hicimos buya y dijo “bueno me atrevo”.
Santiago se me acercó al oído y me dijo, decide tú, es tu esposa, a lo que yo le dije que yo decidía, pero que él le dijera, acordando que se quitara la ropa quedando en ropa interior. Ella se rio y se paró y simulando un baile, se quitó primero el blue jeans que llevaba quedando en tangas y luego su camiseta, quedando en brasier.
Tiró entonces Marcela y la botella no giró mucho, quedando de nuevo la boca para Miguel, quien terminó para no alargar el relato, también desnudándose, dejando de nuevo ver su enorme y grueso miembro.
Tiro Miguel y la boca quedó en esta oportunidad para mí, respondiendo a la pregunta que la verdad, ellos me chiflaron, pero yo me sostuve. Miguel me preguntó que si estaba disfrutando de la situación o que si tenia algún problema y yo dije que si estaba disfrutando. Me imagino que todos estaban prevenidos de lo que yo estuviera pensando.
Tiré yo, y la verdad no le puse mucha fuerza, quedando la boca hacia Marcela, bueno entre Marcela y Miguel, pero de nuevo dijeron que le tocaba a ella pues Miguel ya había estado dos veces. Marcela dijo que se atrevía también esta vez y en esta ocasión yo le dije que le pasara ella un trago a Santiago en la boca, quien ya estaba totalmente desnudo.
Ella cogió la botella, tomó un trago y poniéndose en cuatro, ella estaba ya en ropa interior, se acercó a Santiago quien ya se había acomodado abriendo sus piernas y se acercó poniéndole su mano en la mejilla y le pasó su trago en la boca, pero le encimó un beso corto y cuando se retiró le sobó su pecho rápidamente. De inmediato todos notamos como a Santiago se le ponía erecto su pene y Miguel dijo, se calentó esto.
Marcela giró la botella, lo hizo con fuerza y la boca quedó entre Santiago y yo, diciendo todos que me tocaba a mí, esta vez yo dije que me atrevía y todos dijeron al tiempo “que se quite la ropa” lo cual hice con un poco de pena, pues yo no estaba tan bien dotado como ellos y además estaba excitado y se notaba, cuando me desnudé, Miguel y Santiago hicieron comentarios referentes a eso y Marcela solo miraba sonriendo sin decir nada, creo que eso también le pudo dar algo de confianza para desinhibirse más. Pese a que mi pene estaba erecto, pues estaba excitado se notaba la diferencia de tamaño con el de Santiago y Miguel, eso me hizo a mi dar un poco de pena.
Giré yo la botella y quedó la boca para Miguel y la base para mí. Él contestó que se atrevía, además ya estaba desnudo por lo que no le podía pedir que se quitara nada más. Pensé unos segundos que le podría pedir y recordé un juego que había realizado alguna vez, el juego consistía en pasar un mensaje al oído de la persona que estaba a su lado y este seguía hasta volver a él, pero en realidad no se daba un mensaje, sino que se mordía la oreja de la persona o se le hacia algo con la lengua en el oído, lo llamé a parte y le expliqué y dijo que bueno. El empezó hacia el lado de Santiago y ahí mismo que le hizo lo que le hizo (pues en ese momento no sabía que era) Santiago soltó la risa.
Santiago siguió conmigo y bueno yo ya me esperaba algo así, entonces mi reacción no fue tan sorpresiva, él me metió la lengua en el oído. Seguí yo con Marcela procediendo a acercármele y a lamerle su oreja con mi lengua, introduciéndosela al final, también le dio un poco de risa, pero también sintió cosquillas y luego ella hizo lo mismo con Miguel, besándole su oreja y calentándolo, pues también se notó en ese momento como a él se le iba creciendo su pene. Luego Miguel dijo que le habían cambiado el mensaje, pues él había mordido la oreja de Santiago, lo que a todos nos dio risa.
Giro Miguel la botella y la boca quedó entre Santiago y yo, a lo que yo ya dije, ahora si le toca a Santiago y el para sorpresa de todos dijo que la verdad. Miguel sin dudarlo le preguntó, “dinos si te gusta Marcela” El viéndola a ella y a mí contestó, Marcela es una mujer muy hermosa a cualquier hombre le gustaría y sí me gusta y mucho. Cuando el dijo eso, Marcela se sonrojo un poco y yo guardé silencio, ese momento la verdad fue un poco incomodo.
Santiago se apresuró a girar la botella y la boca quedó entre Marcela y yo, de inmediato Marcela dijo que me tocaba a mí, pero todos le hicimos escaramuza, diciéndole que había quedado más cerca de ella. Ella terminó aceptando y continuo con lo que había venido haciendo, dijo que se atrevía. Santiago y yo nos secreteamos y él me preguntó que, qué le pedíamos, yo le indiqué en secreto digámosle que se quite su brasier.
Él tomó la vocería y dijo que te quietes el brasier, ella sintió un poco de pena y dijo “hay no”, pero todos le dijimos que eran las reglas, a lo que ella contestó, pues quíntenmelo, yo me acerqué por detrás y se lo desabroché y se lo retiré, sus senos quedaron a la vista de todos y sus pezones estaban parados, podría ser por el frio o por la excitación, de todas formas, yo aproveché y le roce con mi mano uno de sus senos, a lo que ella reaccionó estremeciéndose un poquito.
Ya entonces, Marcela giró la botella, la boca quedó entre Santiago y Miguel y Santiago dijo “me toca a mí”, pero esta vez ya dijo que se atrevía, pero la petición le tocaba hacerla a Marcela, ella me miró un poco seria, se me acercó al oído y me dijo, de ahora en adelante cuando me toque pedir a mí, tu pides.
Yo asentí, Marcela se regresó a su puesto y yo le dije a Santiago, “Bésale los senos”. Santiago se incorporó y se puso en cuatro y se le acercó a Marcela quien se acomodó haciéndose un poco para atrás, procediendo a besarle sus senos, cuando Santiago puso sus labios por primera vez en ella, se notó como ella se estremeció, eso no fue rápido como las otras veces, yo creo que en cada seno se demoró unos buenos segundos, primero le besó el izquierdo y luego el derecho y alternaba, le daba unos besos grandes donde trataba de metérselos todo a la boca, pues son pequeños e iba cerrando hasta llegar al pezón y se lo chupaba y jugaba con su lengua en él, ya Marcela dejaba escapar unos pequeños suspiros, por momentos el levantaba la cabeza y la miraba a los ojos, en una de esas le dio un beso que fue bien correspondido por ella.
Yo le calculo que eso duro un poco más de dos minutos, en donde Miguel y yo no perdíamos de vista lo que estaba pasando, bueno y tampoco el celador del lugar que desde lejos no nos perdía de vista. Ya cuando Santiago se iba a retirar, se los tocó con sus manos, cogiéndolos con toda la palma y luego jalándole delicadamente el pezón. Sus pezones quedaron hinchados, paraditos, ya se notaba la excitación de Marcela. Durante todo ese tiempo, Marcela se olvido de todo, como que un hubiera nadie más en el lugar.
Le tocó tirar a Santiago y cuando la giró la boca quedó hacia mí y Miguel me hizo la pregunta y yo le dije que me atrevía, él de inmediato me dijo, que besara y tocara donde quisiera a mi esposa, pues ya aunque las penitencias eran para cada uno, todas repercutían en Marcela, yo me acerqué y la bese en la boca, ella abrió la boca como nunca antes y mientras lo hacia le toque su clítoris, por encima de su tanga, con movimientos suaves, generándole aún más excitación, puede notar que ya estaba bien mojada.
Le tocaba tirar a Marcela, no giró mucho quedando la boca entre Miguel y Santiago, pero más cerca de Miguel y la base entre Marcela y yo, igual la pregunta de acuerdo con lo que habíamos quedado con Marcela me tocaba a mí, sea porque fuera mi turno o porque le tocara a ella.
Yo me le acerqué a Marcela al oído y le dije, ¿puede decirle que haga cualquier cosa? y ella me respondió tú decides (Toda la noche la habían estado besando y tocando y con lo último ya debía estar muy caliente), por otro lado, desde que yo había visto el pene de Miguel me había surgido una fantasía, no sé si sea muy morbosa o no, pero la tenía clavada en la mente y era ver si ese pene tan grueso le cabía en la boca a Marcela.
Entonces le dije a Miguel que se pusiera de pie y le acercara su pene a Marcela a la cara, el hizo eso, en ese momento no lo tenía erecto del todo, Marcela se puso de rodillas y cuando lo tuvo cerca lo cogió y empezó a besárselo, viendo yo como crecía ese pene en su mano y en su boca y como se lo empezaba a tratar de meter, desde luego no le cupo en su boca, alcanzaba a acariciar con sus labios parte de la cabeza, pues era grande, jugaba con su lengua y lo rodeaba, también se lo lamio desde la base hasta la punta, así pasaban los segundos y ella seguía pegada de Miguel, yo embelesado mirando y para sorpresa de todos el que paró la acción luego de no se cuánto tiempo fue Santiago, quien pasado unos dos o tres minutos dijo, “bueno suficiente, debemos continuar”. Antes de Marcela sentarse me miró y se me acercó y me dio un beso, yo creo que quería comprobar que yo estuviera disfrutando. Yo estaba muy excitado, pero no pude sentir un poco de envidia, pues Marcela nunca me lo había mamado así a mí.
Miguel giró la botella con poca fuerza quedando la boca hacia Santiago y la base hacia Marcela. Yo le dije, bueno, yo pensé que ya era hora que Marcela disfrutara un poco más, y por eso le dije a Santiago, “rósale con tu pene la vagina a Marcela”. Ella se acostó en la arena y Santiago se acercó y con delicadez le quito sus tangas, acción a la que ella ayudó levantando un poco su cadera de la arena.
Luego Santiago se puso encima de Marcela sin apoyarse en ella, a acercar su pene en la vagina de Marcela rosándola con éste y de un momento a otro comenzó a metérselo, lo tenía erecto del todo y ella empezó a dar pequeños gemidos, la verdad pese a ser grande y más grueso que el mío, entró muy fácil, él se lo metía y sacaba despacio y mientras hacia eso se inclinaba y la besaba, yo le cogí su mano y se la sostenía mientras eso pasaba y Marcela con la otra acariciaba la cara de Santiago.
Estando, pasando eso, de pronto el celador que no se había perdido un instante, nos gritó, “hey vinieren unas personas” miramos y efectivamente por la playa caminando se acercaba un grupo de personas, por lo que paramos de inmediato y procedimos a vestirnos. La verdad estábamos todos calientes y más Marcela, creo que en ese momento no quedó bien, pues a esa altura ya la habíamos besado, acariciado y besado sus senos y ya se lo había metido Santiago.
Ellos dijeron que, porque no íbamos a su habitación, procediendo a salir para el interior del hotel. Yo llevaba a Marcela cogida de la mano de un lado y Santiago de la otra. Yo no sabia donde quedaba la habitación de ellos, pues el hotel era bastante grande y tenía muchos edificios, caminábamos entonces y pasamos por nuestra habitación, de nuevo pensé en nuestra hija y le dije a Marcela que si le dábamos vuelta, ella dijo que si, y yo le dije que si quería yo iba, pero antes de irme le dije a Marcela alejándola un poco de ellos, que ambos sabíamos que iba a pasar en la habitación de ellos y le dije que como ella sabía esa había sido mi fantasía, pero que yo ya con lo que había visto había disfrutado bastante y le pregunté que si quería que yo estuviera presente en lo siguiente que iba a pasar o que si se sentía más cómoda estando sola.
Ella me miró y me dijo “la verdad estaría mas cómoda sola, si tu no tienes problema con eso”, yo me moría por verla con ellos dos, pero le dije “si eso te hace sentir mejor, yo te espero en la habitación” nos dimos un beso en la boca grande y me retiré para nuestra habitación, viendo como Marcela se iba con Santiago y Miguel. Cuando se fueron vi el reloj, ya eran la las 02:23 horas de la mañana, recuerdo bien esa hora.
El resto de la noche la vedad no pude dormir bien, me imaginaba todo lo que podría estar pasando, daba vueltas en la cama, pero no me quería masturbar, pues esperaba que si Marcela llegaba pudiera hacerle el amor, pero el tiempo fue pasando y ella no llegaba, llegó el punto que ya no aguanté más y me metí al baño y me masturbé.
Luego dormía entre ratos y despertaba y miraba el reloj, Marcela seguía sin aparecer, hasta que ya amaneció, veía entre las cortinas de la habitación la luz del sol, vi el reloj y eran las 06:10, la cosa es que no sabia la habitación de ellos y se la niña despertaba no sabia tampoco que decirle de donde estaba su mamá, pasaron otro rato y de pronto a las 07:05 tocaron suavemente la puerta, yo me apresuré a abrir y era Marcela, se le veía cansada, trasnochada, venia acompañada de Santiago y Miguel que la trajeron hasta la puerta, me dio un pico en la boca, ya no un beso, sino un pico sencillo, yo le pregunté que como le había ido y ella sonriendo me dijo que bien, y me preguntó que yo como me sentía, yo le dije que si ella se sentía bien yo también, me preguntó que si la niña había despertado y le dije que no, se entró al baño y se puso su pijama y me dijo que nos acostáramos un ratico, se acostó y me abrazó y se quedó rápidamente dormida.
Durante los dos días restantes en el hotel que nos quedaban, nosotros no hicimos el amor, Santiago y Miguel se retiraron ese día del hotel y regresaron hacia Colombia.
Hasta que escribí este relato, Marcela no me ha contado detalles de lo que hizo con Santiago y Miguel, pero he visto que chatea con Miguel por WhatsApp, no obstante, nuestra vida sexual ha retomado de nuevo su rumbo.
Si deseas comentar algo del presente relato o alguna duda de cómo fue esta experiencia, me pueden escribir al correo [Correo visible para usuarios registrados]
Imagen únicamente de carácter ilustrativo para este relato erótico…
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